Por Carlos Peláez
El departamento de Maldonado es un fenómeno singular en el contexto nacional, nunca suficientemente estudiado.
Para entender tal aseveración es necesario conocer algunos datos:
- Es el único departamento que multiplicó su población por tres en los últimos 40 años
- Su población es casi un 80% urbana
- Tiene la más alta tasa de inmigración interna.
- Generó casi la mitad de los 2.700 millones de dólares que hasta el 2019 ingresaban por turismo en cada temporada.
- La industria de la construcción llegó a ocupar 15.000 trabajadores hasta el 2015.
- Es el único departamento dónde se experimentó con la privatización del agua potable y el saneamiento.
- Fue el primer departamento en privatizar la recolección de residuos.
- Punta del Este ha sido un centro de lavado de dinero
- Por lo menos un 10% de los habitantes del departamento viven por debajo de la línea de pobreza.
- El mayor porcentaje de la recaudación de impuestos departamentales lo pagan extranjeros que no viven en el lugar.
En un lugar de tanta complejidad, los sucesivos gobiernos no siempre estuvieron a la altura de los requerimientos.
Hasta la dictadura, Maldonado fue gobernando por el Partido Colorado excepto en 1958, cuando la mayoría del Colegiado fue nacionalista y logró el primer intendente blanco.
En 1985 los colorados pusieron a Benito Stern como intendente. A partir de allí comenzaron su periodo de declive que, incluso los dejó sin ediles en el 2005 y desde ahí en más con una bajísima representación que nunca pasó de tres ediles.
Desde entonces los blancos gobernaron siempre, excepto entre 2005 y 2015 cuando el gobierno departamental estuvo encabezado por el frenteamplista Oscar De los Santos.
Domingo Burgueño ganó en 1989, fue reelecto por otro periodo en el 94 pero falleció en 1998 y la intendencia quedó a cargo de Camilo Tortorella. En el 2000 ganó Enrique Antía por primera vez. Volvió en el 2015 y todas las encuestas lo ponen como seguro triunfador el próximo 27 de setiembre.
En 1989 antes de las elecciones, José Luis Rapetti que hoy es candidato suplente de Antía y su hijo Director de Cultura y ahora candidato a Alcalde de Maldonado, me dijo: “Nosotros vamos a blanquear el departamento”.
Todo indica que 30 años después lo lograron. Pero la pregunta es ¿cómo?
Construyendo su futuro
Para estas elecciones el Partido Nacional presenta dos candidatos: Enrique Antía, que va por la reelección, y Rodrigo Blás, herrerista que fue dos años seguidos presidente de la Junta Departamental y que fue socio del gobierno a pesar de que ahora intenta desmarcarse.
El clientelismo político fue la metodología preferida. Ingresos a la intendencia, entrega de materiales, adjudicación de casas, creación de negocios paralelos, favorecimiento de “amigos políticos” son moneda corriente.
Durante muchos años Antía fue propietario de la empresa Parques y Jardines que se encargaba del mantenimiento de los espacios verdes. En 1989 era un severo crítico de Domingo Burgueño. Como “viejo miliquero” lo calificó públicamente, recordando el pasado del viejo caudillo por el Consejo de Estado de la dictadura.
En 1990 Burgueño contrató a esa empresa mediante una dudosa licitación por algo más de un millón de dólares, pero el contrato se fue ampliando sin licitación hasta llegar a unos 20 millones de dólares.
Desde entonces Antía pasó a ser “burgueñista de la primera hora”, llegando al ridículo de pugnar por ser quién había heredado la boina blanca del caudillo.
Hoy el director de Parques y Jardines de la Intendencia de Maldonado es Ruben Pérez, socio de Antía en la empresa privada que siguió funcionando como una “cooperativa”.
La acumulación de dinero, cuyo origen no pueden explicar, para pagar costosísimas campañas electorales y uso de dinero público para comprar afinidades en medios de comunicación, dio enormes réditos.
Durante la campaña hacia las departamentales del año 2000, el director de Planeamiento y Urbanismo, arquitecto Roberto Chiacchio que entonces acompañaba a otro candidato blanco, dijo en un programa radial: “Está bien hacer el mayor esfuerzo personal y económico en la campaña, está bien poner todos los medios que Antía y sus amigos disponen, pero está mal hacer un derroche de dinero y medios con medios y con dinero que salen de colaboraciones de empresas vinculadas a la Intendencia municipal y que son visitadas por cobradores, alguno profesional y con antecedentes”.
Lo curioso es que Roberto Chiacchio, que fue mantenido en el mismo cargo por el electo intendente y volvió con él en para el 2015, es hermano de Daniel, socio de Antía en un tambo que ambos explotan en tierras de Colonización ubicadas en Aiguá.
Los manejos espurios con viviendas construidas por la intendencia llevaron a la cárcel en el año 2000 a un ex director de Vivienda del gobierno del nacionalista Camilo Tortorella. El jerarca llegó a cobrar entre 2.000 y 5.000 dólares como coimas para entregar viviendas en Cerro Pelado. A otros los coaccionaban para poner publicidad electoral en sus casas porque en caso contrario “se la quitarían”.
Dos fuentes estrechamente vinculadas al caso nos informaron entonces que a ese director se le pagaron 200.000 dólares para que asumiera toda la responsabilidad y no denunciara a otras tres personas vinculadas al gobierno departamental que también eran parte de la estafa.
En el año 2004 Oscar De los Santos, entonces candidato frenteamplista y luego intendente, fue denunciado por Enrique Antia acusándolo de difamación porque señaló varios presuntos actos de corrupción cometidos por él y varios jerarcas municipales. Curiosamente antes del comienzo del juicio oral y público Antía retiró la denuncia.
Pero la fiscal Olga Carballo consideró que la denuncia de De Los Santos tenía elementos que debían ser investigados en Maldonado y envió todo el expediente que llegó al juzgado a cargo de la entonces jueza penal Adriana Graziuso.
La magistrada ordenó el archivo sin perjuicio. En el año 2010 Graziuso renunció al Poder Judicial y fue nombrada por Antía como Directora de Jurídica de la Intendencia. Ahora para estas próximas elecciones fue nombrada como segunda suplente a la intendencia del candidato a la reelección.
En el 2005 probamos con documentos que Antía había falseado sus declaraciones juradas ante la JUTEP. Pero no tuvo ningún eco.
Durante el debate del vigente Presupuesto Quinquenal el intendente logró que la mayoría de la Junta, integrada por blancos y colorados, le votaran un artículo por el cuál el 30% de los nuevos ingresos de personal a la intendencia sería “por designación directa del intendente”.
Según un informe del TCR difundido el pasado viernes 11, la intendencia tiene un déficit de 80 millones de dólares y un endeudamiento por otros 60 millones, lo que eleva el déficit a 140 millones. Debe 1 peso de cada dos que recauda. Vale señalar que según el TCR, la administración frenteamplista heredó un déficit de casi 30 millones y después de 10 años lo llevó a 49 millones. Que fue la herencia que recibió el intendente blanco en el 2015
Por su parte el herrerista Rodrigo Blás, ahora contricante de Antía, fue electo edil en el 2015 y presidente de la Convención Departamental nacionalista. Dos veces presidió el legislativo e integró todo el período la comisión de Obras, la que finalmente aconseja qué y dónde se construye, y bajo que normas.
Paralelamente en su actividad privada Blás es propietario de una inmobiliaria con dos sucursales. En la casa central de Punta del Este trabaja el Director de Viviendas de la Intendencia, en tanto las otras dos están a cargo de un edil de su sector (Maldonado capital) y un integrante del Municipio, también de su sector, en Piriápolis
Además es propietario de un restaurant en Manantiales.
En el año 2014 la DGI lo denunció ante la justicia penal por un delito de defraudación fiscal. El delito se vinculaba a un fraccionamiento vendido por su inmobiliaria y del cual era apoderado de la empresa propietaria.
Blás subfacturaba los terrenos para evitar pagar impuestos y llevaba contabilidad en negro. La DGI incautó importante documentación probatoria.
Después de una investigación que llevó 5 años, el fiscal Luis Pacheco ordenó el archivo del expediente. Pero lo hizo por cuestiones burocráticas de Fiscalia, dejando consignado que “había suficiente evidencia de que el delito se cometió”.
Hoy Antía y Blás han desparramado millones de dólares para la campaña electoral. Es tanta la inversión publicitaria que no pocos piensan que en realidad no van por el gobierno sino por un negocio.
En la primavera del año pasado mantuve un encuentro con el jefe de corresponsales del New York Times para América Latina. Me pidió que le mostrara Punta del Este.
En un momento detuvo el coche y preguntó “¿cómo se explica todo esto? ¿cómo puede haber tantas construcciones sin gente? En muy pocos lugares del mundo se ve algo así”, dijo.
La respuesta a esas preguntas explicaría el negocio que ahora disputan.
El Frente Amplio se autodestruyó
Todas las encuestas difundidas hasta ahora coinciden en un dato: el Partido Nacional le ganará al FA por una diferencia de por lo menos 25 puntos.
¿Eso demuestra que el gobierno de Antía fue exitoso? Para nada. Sólo revela el deterioro político de una fuerza que llegó a tener algo más del 50% de los votos.
Entonces Maldonado no lucía “prolijo”, como suele decir Antía. Es decir no había tanto césped, ni flores en los espacios públicos. A diferencia de su antecesor blanco, el gobierno de Oscar De los Santos apuntó a resolver problemas de infraestructura y apoyó el desarrollo cultural y educativo.
Durante su gobierno se construyó el saneamiento para la mayoría de las ciudades del departamento, una obra prometida y nunca concretada por los gobiernos anteriores.
Además hizo algo no menor: logró la instalación de la Universidad de la República y lo hizo aportando la mitad de su sueldo a un fondo pro universidad. También rescató tierras sub utilizadas por el Cantegril Country Club y las entregó a la UDELAR.
Hoy el CURE (Centro Universitario Regional del Este) cuenta con algo más de 3.000 estudiantes que ya no tienen que ir a la capital del país.
Pero el intendente frenteamplista cometió graves errores, algunos alentados por el propio Frente Amplio.
La polarización entre dos caudillos como Darío Pérez, de origen nacionalista, y Oscar De los Santos, de origen comunista, daño gravemente la estructura política frenteamplista.
La polarización sirvió para ganar pero no para gobernar. Y si bien ambos líderes mantuvieron hasta hace dos años, su relación política que no iba más allá de algún encuentro casual esporádico, entre los adherentes a ambos sectores creció una grieta que se expresaba hasta con odio.
Pérez tenía 25.000 votos cautivos. Pero su estilo personalista conspiró en contra.
Durante el acto de cierre de campaña del 2005, Darío Pérez acusó de corrupto al sector de De los Santos. Esa noche perdió la elección que tenía casi ganada. La noche de los festejos por la victoria frentista y ante miles de jóvenes alborozados, Pérez apenas apareció, demacrado, junto a quién por primera vez en la historia lograba la intendencia para la izquierda.
De los Santos no le otorgó ningún cargo y los primeros cinco años fueron de enfrentamientos permanentes. Para el siguiente período, Pérez logró que varios de sus hombres de confianza ocuparan un cargo de dirección.
La relación se quebró definitivamente cuando Andrés de León, primer edil del sector liderado por Darío Pérez, acusó a De los Santos de haber acordado con el colorado Wilson Sanabria para recibir sus votos en el 2015. El entonces diputado apoyó a su edil.
La acusación fue desmentida en los hechos. Porque era muy claro que Sanabria había acordado con Antía, tanto que a la intendencia ingresaron varios dirigentes colorados en cargos de dirección.
Pero la mentira fue ampliamente difundida por la mayoría de los medios de comunicación locales, que por otro lado o eran de Sanabria o eran financiados por la intendencia blanca.
La acusación liquidó la existencia de cualquier relación entre los dos líderes frentistas, que desde entonces no se hablan.
Además al principio de su segundo gobierno Antía instaló la idea de corrupción en el gobierno frentista. Contrataron al abogado Enrique Moller para presentar 11 denuncias penales, algunas contra el propio De los Santos. Cinco años después todas las denuncias fueron archivadas ante la inexistencia de delitos.
Pero el peor error político cometido por De los Santos fue promover en octubre del 2013 elecciones internas a padrón abierto en su sector para elegir el candidato que postularían a la intendencia. La elección, que se presentó como un ejemplo de democracia, terminó en un escándalo al ser anulada.
Las circunstancias que rodearon esa elección fueron muy graves. Primero porque De los Santos pretendía imponer su candidato; luego porque se constató injerencia de dirigentes blancos en apoyo de uno de los tres candidatos, que finalmente iba ganando cuando se suspendió el escrutinio, y finalmente porque los tres candidatos terminaron denunciando diferentes irregularidades.
Para las próximas elecciones el FA presenta tres candidatos: Oscar De los Santos; Susana Hernández que fue intendenta cuando su antecesor renunció para acceder a una banca como diputado pero luego rompió con quién había sido su mentor; el tercero es Gerardo Viñales, un poco conocido dirigente del sector de Darío Pérez, quién fuera Director de Deportes en el segundo gobierno frentista.
La ausencia de Pérez es notoria, ya que después de perder su banca de diputado en octubre pasado se alejó de la actividad política pública. Y De los Santos ya no cuenta con el peso político que lo llevó dos veces a la intendencia.
Ni el Partido Colorado, ni Cabildo Abierto son una opción electoral y se da por seguro que votarán peor que en las nacionales pasadas.
En síntesis, el Partido Nacional ganará las elecciones por amplio margen no porque haya hecho un buen gobierno, sino porque la oposición frentista se autodestruyó.