Escribe: Pedro Balbi
Los señores que competirán por la Presidencia en octubre y noviembre están definidos. Uno que no es politólogo sino militante trata de pensar cómo situarse en la escena, intercambia sobre lo ocurrido y piensa en qué hacer hacia el futuro.
Algunos dijeron en la campaña reciente que aquí contraponían dos grandes programas, dos proyectos de país. Uno está clarísimo, es el neoliberal, amigo de Bolsonaro, con menos empresas públicas, sin autonomía en la educación, con edades de jubilarse que ni se nombran, donde los mejores sindicatos y la mejor negociación colectiva es la que no existe. Es el proyecto de no respaldar el retiro de generales ostensiblemente encubridores de crímenes atroces. Eso está claro por porciones de discursos y por los antecedentes. Porque los señores y sus partidos tienen antecedentes, de cuando gobernaron y de cuando han sido oposición. En un extremo de este proyecto se presenta un ex comandante del ejército que obtuvo un respaldo muy importante de personas que, sin obligación, fueron a votar por su discurso mesiánico y reaccionario. No olvidamos que el general tuvo y mantuvo su cargo de comandante y casi eludió el lio con apoyo del gobierno nacional.
El otro proyecto es el de seguir en lo mismo, porque se gasta tanto tiempo y ruido abundante en levantar lo positivo innegable actuado por los gobiernos frenteamplistas, que la autocrítica por lo que no se intentó aplicar del programa, o por lo que se hizo mal no se escucha mucho y las propuestas en perspectiva parecen mas consignas que otra cosa. El programa común de los cuatro precandidatos del Frente Amplio, tan mentado el, solo uno de ellos intentó explicarlo y desarrollarlo en su campaña.
La interna del Frente merece especial atención para los que somos corresponsables de que esa fuerza política esté gobernando. La votación total fue menguada, más por desánimo que por las bajas temperaturas. Los que no hacemos encuestas pero hablamos diariamente con muchas personas de izquierda estamos bastante seguros de ello.
El señor que ganó obtuvo un porcentaje menor que la suma de sus dos competidores siguientes. Un hecho importante que podría ser una señal de reservas de izquierda. Andrade es sin duda un hombre de izquierda y la ingeniera Cosse que no tanto, contó con la bendición del Pepe que muchos miles consideran la quintaesencia de lo izquierdista. Una vez más la incapacidad del MPP para respaldar candidatos de otros impidió concentrar en la única candidatura claramente representativa de la clase trabajadora.
La campaña de Andrade merece atención, no solo por un resultado que pocos esperaban sino porque tal vez pueda tener proyección personal y de contenidos hacia el futuro. Nació sin mucho respaldo de dirigentes pero rápidamente concitó apoyo y militancia de los y las de a pie. Se desplegó sin recursos financieros. Mostró un contenido de clase expreso y tácito permanente. Reivindicó lo hecho por los últimos gobiernos sin dejar a un lado la autocrítica. Levantó el programa del Frente Amplio sin demagogia y puso sobre la mesa el lugar del que se deben obtener recursos, esto el bolsillo de los poderosos. Solo Andrade se jugó a mantener vivo lo que el Frente sostenía cuando era oposición: “que pague más el que tiene más”. Eso fue transformado por sucesivos gobiernos en “que pague más el que más salario o jubilación recibe” y de la riqueza y las grandes ganancias ni hablemos mucho por ese asunto de los inversores a conquistar.
Un aspecto sustantivo de los planteos de Andrade fue la necesidad de reconstruir el vínculo permanente y fluido del Frente Amplio con los movimientos sociales, las organizaciones populares y el movimiento sindical. Ello es algo que viene preocupando mucho a los viejos militantes que vemos cómo el asunto de la gestión de gobierno se va comiendo a la fuerza política y la distancia con el movimiento popular aumenta.
Ahora se nos vienen octubre y noviembre y cada uno tendrá que pasar por las urnas. Trataremos de hacerlo sin olvidar un contexto complejo y duro de contraofensiva imperialista en el continente. Tenemos claras algunas deficiencias y agudos retrasos de los últimos gobiernos, pero no ignoramos que para los grandes vecinos y el norte imperialista son gobiernos inaceptables que tratan desesperadamente de desplazar.
En términos de correlaciones internas y sectores de la izquierda, todos tenemos convicciones y sentimientos. En términos de presidenciables, una vez más trataremos de optar por lo menos malo. Pero aún desde esa perspectiva hay mucho por hacer. Especialmente no permitir que el fuego de las convicciones y los principios de la clase trabajadora se apague en sus expresiones políticas y sociales. Seguir militando para que el socialismo sea una perspectiva cierta en construcción colectiva y que las organizaciones populares organizadas y movilizadas marquen rumbos y concreten conquistas.