Bajo la luz de Artigas

Las marionetas de las AFAP

Adolfo Bertoni* 

Cuando se decidió recorrer el camino para terminar en la histórica jornada que viviremos el último domingo de octubre, no fueron pocas las voces de todas las tiendas que -como falsos augures que suelen ser- sentenciaron que la iniciativa estaba condenada al fracaso. Y, justo es decirlo, por lo bajo muchos de nosotros decíamos que la batalla iba a ser, por lo menos, muy difícil.

La razón de estos comentarios estuvo en que la decisión se había adoptado en una votación bastante dividida dentro del PIT-CNT, con sindicatos importantes en contra como AEBU (que después incluso sacaría un penoso documento anunciando catástrofes si el plebiscito llegaba a culminar en un éxito).

Además, había organizaciones históricamente aliadas de la Convención como la ONAJPU, que optaron por no comprometerse con la campaña de recolección de firmas y -en lo que para algunos fue un balde de agua fría- sectores importantes del Frente Amplio decidieron no solamente no acompañar para que el pueblo decidiera, sino además trabajar decididamente en contra (llegando alguno de ellos a expulsar compañeros de sus filas por haber juntado firmas).

La causa de los pueblos no quiere ahora más intermediarios

En mi última colaboración con Claridad señalé que el motivo principal por el que había que firmar antes del 27 de abril era sencillamente para que el pueblo tomara directamente en sus manos el destino de la seguridad social. Se trataba de hacer carne y hueso las palabras de nuestro justo y muy humano prócer ante el Congreso de abril de 1813, especialmente cuando dijera: “Yo ofendería altamente vuestro carácter y el mío, vulneraría enormemente vuestros derechos sagrados, si pasase a decidir por mí una materia reservada sólo a vosotros”.

Porque precisamente la divisoria de aguas es esa. La seguridad social es como se sabe un derecho humano fundamental cuya puesta en práctica en nuestro país ha tenido y tiene grandes problemas. Desde 1990 (después del “plebiscito de los jubilados”) lo que ha primado es que esos problemas se resuelvan a través de los mecanismos de democracia representativa, con mayor o menor diálogo social de por medio. 1

Ahora, después de la que con justicia se ha denominado hazaña de las más de 430 mil firmas de uruguayas y uruguayos, votantes de todos los partidos políticos (trabajadores y trabajadoras, jubilados, jubiladas y pensionistas, sindicalizados y no sindicalizados, cooperativistas, estudiantes, organizaciones de mujeres y varias otras, unipersonales y pequeños y medianos empresarios, y un largo etcétera) algunos de los principales problemas los habremos de resolver en el cuarto secreto a través del mecanismo de la Democracia Directa que sabiamente establece nuestra Constitución.

El “ninguneo” y la descalificación como primera estrategia

Inicialmente los principales miembros del gobierno optaron por hacer como si el plebiscito era una cosa de extraterrestres, que de ninguna manera iba a prosperar, entre otras razones porque decían y dicen que la “reforma jubilatoria y pensionaria” que votaron en el 2023 era una Gran Reforma y las uruguayas y uruguayos iban a defenderla.

Hasta tal punto se equivocaron que siquiera tuvieron en cuenta con seriedad los verdaderos contenidos de la Reforma Constitucional que habremos de plebiscitar. Y ocurrió que en la papeleta se optó, creo que inteligentemente, por hacer centro en cinco ejes fundamentales que ustedes muy bien conocen:

1) el aumento de las jubilaciones y pensiones mínimas; 2) el establecimiento de los 60 años como edad para jubilarse (sin perjuicio de que quienes quieran seguir trabajando más años podrán hacerlo con absoluta libertad); 3) la eliminación de las AFAP (el maldito invento capitalista del ahorro individual para otorgar “jubilaciones”), 4) el cuidado, resguardo e individualización de los ahorros de los trabajadores y trabajadoras que hasta ahora han aportado a las AFAP en un Fideicomiso, y 5) la obligación impuesta al nuevo Poder Ejecutivo y Poder Legislativo para que en esos dos años realicen una verdadera y profunda reforma integral de la seguridad social. 2

Así fue entonces que -mientras los integrantes del gobierno hacían como que la campaña no existía, y lamentablemente algunos miembros de la oposición se manifestaban en contra de la mera posibilidad de que el pueblo decidiera- primero algunos cientos y luego miles de compañeros y compañeras fueron profundizando en la difusión y múltiples formas de organización popular se fueron dando para encontrar los distintos modos de llegar a obtener las firmas.

A pesar de eso, los anuncios de los avances en los números que se iban conociendo no parecían al principio asegurar que se llegara al número requerido o, si se llegaba, iba a ser de una manera muy ajustada. Creo que fue allí, en esos momentos, cuando el Poder comenzó a errarle feo con su habitual soberbia ¡en gran medida porque muchos están creídos de que son unos fenómenos!

La desesperación, los ataques y el tiro por la culata

Tal vez pensando que así evitarían el envión popular de las últimas semanas, unos diez o quince días antes del vencimiento del plazo, sin duda coordinadamente, todos los que por primera vez empiezan a ver que pueden correr el riesgo de perder sus vergonzantes privilegios, y aquellos que como marionetas están a su servicio, e incluso otros que ingenuamente terminan siendo funcionales a esos intereses, comenzaron una campaña a todo nivel diciendo cuanta barbaridad se les ocurrió para intentar asustar al pueblo uruguayo, anunciando bombas, catástrofes y hasta terremotos, desalentándolo para que firmara. (Mientras esto ocurría simultáneamente se conocía que hay un 82% de la población que está de acuerdo con el aumento de las pasividades mínimas y casi un 65% que comparte que se establezcan los 60 años como edad jubilatoria. Al mismo tiempo, uno de cada tres estaría en contra del régimen de las AFAP, y otro más no tiene clara su posición por entender que no tiene aún la información suficiente). 3

Lo cierto es que luego de ese fenomenal operativo anti plebiscito, comenzaron a aparecer miles y miles de firmas de todos lados hasta llegar a las finalmente obtenidas, que sin dudas dieron por clausurada y bien clausurada cualquier tipo de discusión y dudas sobre esta primera etapa.

Algunas razones por las que el Poder puede perder el plebiscito

Lo sorprendente es que muchas de las personas que explotaron como enloquecidas y al borde de la histeria antes del 27 de abril y provocaron así el corrimiento hacia la obtención de las firmas, son ahora las mismas que enseguida de obtenidas han salido a hablar nuevamente en contra. Cualquiera con un mínimo de vergüenza se hubiera, por lo menos, llamado algunos días a silencio y reflexionado acerca de los pasos que estaba dando.

Pero miremos más ampliamente. En un primer grupo que llamaré: “el elenco de los opositores al triunfo de la papeleta”, hay sin dudas un peso pesado como parece seguir siéndolo el Señor Presidente de la República, pero está por verse hasta donde pondrá su propia carne en el asador. Con todo, en este tema tiene serios puntos flacos porque durante su campaña electoral de 2019 prometió muchas cosas que después echó por tierra lo más campante. Es esperable que llegue incluso a destemplarse si algún periodista serio o compatriota lo contradijera en público.

En todo caso, debe ser consciente que bajo su manto cuenta mayoritariamente con un equipo de jugadores verdaderamente de segunda… y hasta de cuarta. Veamos. Una de las figuras claves será la del Dr. Rodolfo Saldain, quien precisamente, durante más de tres años ha estado recorriendo por momentos casi a diario todos los canales de televisión y todos los medios de comunicación hablando maravillas de la “reforma”… pero con tan poco carisma que no logró convencer a casi 7 de cada 10 compatriotas que aumentar la edad jubilatoria era una necesidad. Tampoco ha convencido con su discurso relativo a que ¡trabajando y aportando 5 años más! se habrán de cobrar jubilaciones iguales o mejores. ¿No será que su falta de convencimiento es consecuencia de su cada vez mayor soberbia, de sus idas y venidas con relación al tema desde 1985 hasta ahora, y del hecho de que más y más compatriotas se van enterando que su Estudio Jurídico vive entre otras cosas de hacer juicios CONTRA el BPS?

Otra figura (¿o figurín?) de las que ya salió a hablar antes e inmediatamente después de alcanzadas las firmas fue el Ministro de Trabajo Pablo Mieres. ¿Qué se puede decir de alguien que también lleva más de tres años usufructuando todos los medios de comunicación y encuesta tras encuesta no logra moverse de un rango que oscila entre el 1% y el 3% que lo apoye como principal dirigente del Partido Independiente? No es un adversario de fuste ¿verdad? y no parecería inteligente de parte nuestra darle importancia. Alcanzará con que hable para que más ciudadanos y ciudadanas se pongan de nuestro lado.

(Podríamos seguir con figuras como Javier García, Jorge Gandini, el Senador súper Suplente Sebastián Da Silva, la inefable Graciela Bianchi y alguno más: solamente diré que su capacidad de convocatoria popular está varios cientos de miles por debajo de las 430 mil almas que lograron cambiar la realidad en  pocos meses abriendo una nueva etapa para el país, y sobre todo, ninguno de estos políticos mencionados podrá convencer jamás a nadie de que han sido y son defensores de los trabajadores y trabajadoras y de los jubilados, jubiladas y pensionistas. ¿García? ¿Gandini? ¡¿Da Silva?! ¿Bianchi? Por favor).

El verdadero fondo del asunto y un posible punto álgido

Para el final al candidato Álvaro Delgado, al que hay que reconocerle la virtud de darse cuenta que este plebiscito, en sentido profundo, es contra el sistema vigente. Sí: como lo venimos diciendo algunos desde 1995, el sistema que tenemos, especialmente en el BPS, está muy lejos de ser justo, solidario y equitativo.

Es por eso que desde entonces hemos estado bregando para cambiarlo. Sí: CAMBIARLO, eliminando todo vestigio de individualismo y expulsando de la vida nacional la posibilidad de que ninguna persona ni empresa lucre con un derecho humano fundamental. CAMBIARLO para mejorar las jubilaciones y pensiones mínimas. CAMBIARLO para que las prestaciones sean relativamente acordes a las necesidades vitales. Y CAMBIARLO para que las fuentes de su financiamiento provengan más del Capital que del Trabajo, eliminando exoneraciones vergonzosas a los “malla oro” y a los acomodados de siempre.

Esa es precisamente una de las áreas en las que tendremos que profundizar en nuestras apariciones públicas, y sobre todo en el mano a mano con nuestras amistades y vecinos, para que votemos todos a conciencia y por lo tanto sí elijamos lo mejor para el futuro de nuestro país.

Por lo tanto, creo que el trabajo que tenemos por delante estos meses será especialmente el de la explicación de qué se trata cada uno de los puntos, sabiendo que el aumento de las pasividades mínimas y el establecimiento de los 60 años para el retiro se explican prácticamente solos y la inmensa mayoría los abraza y apoya.

Habrá que esforzarse en explicar con la mayor claridad posible todo lo relativo al Fideicomiso y empezar a precisar con mayor detalle cuáles serán las nuevas fuentes de ingresos que proponemos. Compañeras y compañeros de economía que saben mucho de estas cosas no nos faltan y junto a otros y otras de muchas profesiones harán sus aportes.

Lo que sí debemos desmontar es el planteo grueso que ellos hacen: “caen las AFAP y el sistema tal como lo conocemos -y todo- se va al diablo, con horribles consecuencias para otros sectores necesitados”. Ese planteo es falso: si ganamos el plebiscito, junto con las caídas de las AFAP el BPS recuperará 1.300 millones de dólares anuales que alcanzan y sobran para pagar la reforma que proponemos, y el futuro gobierno y parlamento estarán obligados a realizar una reforma verdadera en un plazo máximo de dos años. Justamente en esos dos años las cuentas estarán bastante equilibradas.

No habrá entonces ningún salto al vacío, sino algunos borrones importantes y verdaderas cuentas nuevas para el bien de nuestro pueblo.

Con todo este bagaje solo falta ponernos las pilas para hablar con todas las personas que se nos crucen -votantes de todos los partidos y de todas las edades4- acerca de la importancia que tendrá el Uruguay que estamos construyendo con el plebiscito, sin otras armas que nuestras orgullosas conciencias libres y nuestros votos comprometidos. ¡A militar entonces!

 

*Ex presidente de ATSS

1 Como los más veteranos recordarán, en 1999 intentamos llevar a plebiscito la existencia de las AFAP y otros aspectos regresivos de la ley 16713 de 1995, pero las firmas que alcanzamos no fueron suficientes.

3 Debemos tener mucha atención con este dato: tenemos que desnudar a las AFAP ante los ojos de nuestros compatriotas y llenarnos de recibos de compañeros y compañeras que están cobrando montos miserables.

4 Creo que la juventud –a veces tan injustamente despreciada hasta por gente que se dice de izquierda– puede llegar a darnos una sorpresa con la que muchos no cuentan. Entre quienes encabezan esta lucha hay compañeras y compañeros jóvenes y brillantes. Y los demás, inteligentemente, hacen preguntas sencillas y comprenden con la velocidad de un rayo nuestras explicaciones si son claras y concretas. ¡Y detestan mayoritariamente la suba de la edad jubilatoria a los 65 años!