PUSILÁNIMES Y PLEBISCITO PREVISIONAL

 

Adolfo Bertoni*

“Cuando los pusilánimes salgan a atacarlo, póngase tranquilo Bertoni y prepárese para el festejo después del combate”, me dijo en una de sus tantas enseñanzas Don Luis Alberto Colotuzzo, el primer y excelente representante que tuvieron jubilados y pensionistas en el Directorio del BPS desde 1992 a la fecha. “Ellos están muy acostumbrados a perder y suelen destemplarse demasiado cuando se les avecina una derrota: no pierda usted la calma”.

El llanto del Poder en el gran teatro de títeres nacional

Recientemente tuvo lugar la puesta en escena de un acto cuyos protagonistas fueron Pablo Mieres y Jorge Gandini, con el objetivo expreso puesto en desalentar la posibilidad de que se llegue a realizar en octubre próximo un nuevo plebiscito previsional: el tercero en los últimos 39 años de vida democrática recuperada.1

Si se hubiera tratado de una obra teatral, la crítica especializada -me parece- sería demoledora y escribiría desencantada: “Nada nuevo bajo el sol, un tema extremadamente delicado tratado sin ningún tipo de empatía y con una ostensible sobreactuación de los dos principales actores involucrados desconociendo la sensibilidad e inteligencia de los espectadores; se volvieron a sacar de la galera antiquísimos conejos conocidos aunque claro, sin gracia alguna; la soberbia implícita en la interpretación de ambos personajes desembocó en un resultado muy parecido al del famoso cuento del tiro salido por la culata. El público respondió con absoluta indiferencia: tantos cucos repetidos ya no asustan a nadie”.

En efecto, así fue el espectáculo vivido en un parlamento que vaya si ha sabido de históricos debates enriquecedores de la conciencia ciudadana. En esta oportunidad, repito, dada la mala elección de la pareja protagónica por parte de la Ausente Dirección de la Comedia de la Coalición Gobernante, el espectáculo -en verdad- no puede menos que provocarnos pena por el bajísimo nivel expuesto.

Los golpes bajos de Mieres

Con su cara de bonachón ácido Pablo no le anduvo con chiquitas, no señores y señoras. Serán chiquitas las perspectivas electorales de Mieres pero igual escupió sobre el parlamento uruguayo nada menos que los siguientes titulares, como quien dice para ir haciendo muelas: si el plebiscito gana “sería el colapso del sistema de seguridad social (…) implicaría un aumento de la informalidad enorme, una caída del empleo y del poder adquisitivo”, “el incremento del déficit es de 8% del PBI, cuatro veces más”, “el equivalente de todo el IVA”, “los aportes de los trabajadores tendrían que aumentar al 30%” condenándolos ‘a un desastre’”. (Dicho por el mismo ministro que durante los primeros cuatro años de su gestión convalidó la rebaja del valor real de salarios y pasividades sin siquiera hacer un esbozo de mueca de dolor por la peripecia de cientos de miles de compatriotas). 2

Por supuesto, otra vez la pelota fue a parar a la casa de Doña María: insistió al igual que Gandini en que eliminar las AFAP es “sacarle a los uruguayos, se le confisca el dinero, y todos los que tienen esos aportes generados”, yendo más lejos aún al señalar que también afectaría “a los que hoy están cobrando rentas vitalicias”. Todo esto, faltaba más, va a generarle “una avalancha de juicios contra el Estado”. ¿Cómo el que nos hará el socio mayoritario de la multinacional Montecon por la entrega del puerto de Montevideo a Katoen Natie, nada menos que por 600 millones de dólares, es decir el equivalente a un año del “déficit” del BPS? (Y, para que el pronóstico sea redondo, según el Ministro si se ganara el plebiscito pondríamos en riesgo el grado inversor de Uruguay, afectando los intereses que habrán de cobrarnos cuando nos endeudemos como país).

Algunas verdades de la milanesa

Hay que reconocer con hidalguía que si existiera un manual para exagerar los aspectos presuntamente negativos de la iniciativa popular, a ese manual hay que ir a buscarlo al escritorio de Mieres en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. ¿Puede uno imaginarse mayores penurias para nuestro futuro? ¿El Uruguay al borde de la bancarrota por una humilde y muy acotada iniciativa nacida del propio pueblo?

Y ahí estuvo, está y estará el gran error de Mieres, Gandini y sus mandantes: desconocen cuáles son los sentires y pensares que las uruguayas y uruguayos tenemos sobre la seguridad social y otras políticas necesarias en materia de protección social. Desde sus mullidas poltronas sólo escuchan el ruidito apenas perceptible de sus aparatos de aire acondicionado, hablan, repiten y repiten, miran y leen a quienes piensan como ellos, duplican los mismos gestos y terminan aplaudiéndose a sí mismos en una especie de aquelarre veraniego.

Pero hay algo que en verdad no cierra: ¿por qué, con toda la prensa que han tenido a disposición en todos estos años, ni Pablo ni Gandini, ni sus sectores políticos, han logrado subir siquiera un par de puntos de los magros resultados que unos y otros marcan en las distintas encuestas? Su muy esmirriado puntaje porcentual: ¿es sólo consecuencia de la manera en los que los ha fagocitado el Señor Presidente de la República? ¿Quién les ha confiscado el apoyo popular?

Las pequeñas grandes verdades del plebiscito

Si como todo parece indicar se llega a su realización, las posibilidades de triunfo de la iniciativa no son bajas. Y si triunfara hay algunas cosas que son innegables: 1) aumentarán un poco las jubilaciones y pasividades mínimas (esto es indiscutible, y ese dinero en más que ingrese a los bolsillos de jubilados y pensionistas fortalecerá el mercado interno y redundará en una mejora para los pequeños y medianos productores, comerciantes e industriales nuestros); 2) salvo excepciones que hoy ya existen, la edad para jubilarse serán los 60 años, y como hasta hace poquito, serán los propios trabajadores y trabajadoras los que decidirán hasta cuando postergar su retiro voluntario; 3) las AFAP serán eliminadas (y los 22 mil millones de dólares pasarán a un fideicomiso); 4) automáticamente el BPS recuperará mil doscientos millones de dólares anuales, desapareciendo por un buen tiempo su déficit de 650 millones (también esto es indiscutible). Sí, y punto. Hasta ahí la realidad que es posible proyectar con certeza indudable por algunos años. Será luego responsabilidad del nuevo gobierno, de los nuevos integrantes del parlamento y de las organizaciones sociales la definición del futuro.

Una reforma de veras solidaria y justa en el horizonte

Para el final, no podemos ni queremos sacarle el cuerpo al bulto. Con la nueva realidad será inevitable pensar en las fuentes de financiamiento del nuevo sistema que se instaure. ¿Es inevitable el aumento de algunos aportes? Es inevitable. ¿Las jóvenes generaciones y los trabajadores y trabajadoras deberán aumentar sus aportes? No: radical y tranquilamente no habrá de ser así.

Como lo hemos sostenido desde el año 2020,3 lo que de veras tiene que ser inevitable es la búsqueda de nuevas fuentes de ingreso para todo el sistema de protección social, pero deberán provenir del factor Capital y no del Trabajo. (No volveré a insistir sobre todo el problema y las grandes injusticias de las exoneraciones especialmente al gran capital: es algo tan sabido que provoca náuseas escuchar a veces voces de compatriotas decentes, hablando de aumentar los aportes del pueblo y no de los poderosos. ¿También a ellos les ha ganado la pusilanimidad?).

¿Qué habrá que pisar algunos cuantos callos? Ah, sí. Habrá que pisar unos cuantos callos y acudir a la sabiduría colectiva de lo mejor de nosotros mismos sin dejar a nadie bien intencionado afuera. La academia tiene muchas cosas para aportarnos y nosotros la tranquilidad de saber que como pueblo estaremos vigilando y participando. ¿Los demás? ¿Los augures de catástrofes?

Tal vez deban irse preparando para una buena temporada en el Octavo círculo del Infierno. (El riesgo de terminar enterrados con sus cabezas en el fuego con las patas para arriba no será el menor de sus lamentos).

*Ex presidente de ATSS.

1 En 1989, el llamado plebiscito de los jubilados resultó triunfante con el 82% de los votos de la ciudadanía. En 1994, la papeleta rosada impulsada por la ONAJPU, el PIT-CNT y otras organizaciones sociales obtuvo el 72% de apoyo.

2 Obviamente, la referida pérdida es irrecuperable: por más que Pablo siga haciendo piruetas intentando convencernos de lo contrario.

3 En realidad, venimos insistiendo desde 1982 al incorporarnos a la lucha por una mejor seguridad social para quienes habitamos este suelo.