Por Eduardo Aparicio-Garabed Arakelian
Con elecciones internas, realizadas el pasado domingo 7 de agosto, el Partido Socialista culminó su proceso de renovación de autoridades, iniciado en el mes de julio, con la realización de su 50º Congreso Ordinario. Algo que merece destaque pues permite hablar responsablemente del funcionamiento de un mecanismo democrático, iniciado -tal como está previsto estatutariamente- meses antes desde los organismos de base en todo el país. Aquellos que participaron formalmente -cumpliendo con los requisitos establecidos para estas instancias previas- quedaron habilitados para ser electos como delegados al Congreso portando las posiciones mayoritarias de cada Centro.
Al cierre de este complejo proceso de práctica democrática, el resultado de la elección no ofreció sorpresas y confirmó claras tendencias insinuadas desde tiempo atrás: Gonzalo Civila fue reelecto Secretario General con el voto del 66% de los votos emitidos. Su agrupamiento Propuesta Socialista compareció con la lita N° 4 y obtuvo el 59% de los sufragios. El resultado era esperado, la contundencia del mismo era imaginable en virtud del giro que tuvo el Congreso donde la orientación política impulsada por la dirección saliente, fue convalidada por más del 80% de los delegados.
Con este resultado se confirma que la tendencia iniciada desde hace varios años por Propuesta Socialista se ha convertido en línea política oficial del Partido Socialista lo que implica la superación y el abandono de las concepciones que identifican a la actual minoría que, además de colapsar ante la masa socialista ha sufrido un quiebre con la aparición de Futuro Socialista, una corriente que pretende terciar en la vida interna de su partido. Sus referentes han intentado una justificación de su presencia con la precaria afirmación de que “somos todos responsables”. Esta distribución de culpabilidades que intenta salvar a aquellos que en verdad ostentaron la hegemonía partidaria no tuvo recepción en la masa de afiliados que, de manera rotunda, dejaron sin efecto viejas afinidades y connivencias ideológicas. Sin embargo no todas desaparecieron y se mantienen, sin fundamentación doctrinaria, en el particular espacio político que representa “el Interior”.
Hay quienes sostienen desde filas socialistas que este resultado es reflejo de un estado de conciencia latente y de una actitud anímica que encontró cauce a través de esta propuesta que resultó vencedora.
Pero también es cierto que ningún partido político actúa en el vacío y la sociedad en general –con aceptaciones y rechazos- da su parecer; y la militancia de izquierda en general y el Frente Amplio en particular constituyen también ámbitos de referencia. Ambas fuentes que no deben ser excluyentes, a través de los diversos conductos creados influyen y son influidos en el posicionamiento de los partidos políticos. Y los cambios producidos dentro del Partido Socialistas se han hecho visibles para la sociedad, son además captados por la militancia de izquierda y han hecho carne entre los socialistas porque no son otra cosa que la resultancia de un estado de consciencia y una actitud anímica del grueso de sus afiliados.
Todavía es prematuro establecer una medición de la intensidad y profundidad de estos cambios, que conllevan un importante giro, aunque ciertos indicios llevan a pensar que pueden ser parangonados con la envergadura de los que marcaron la “refundación socialista” de los 50’.
A esta altura corresponde indicar tan solo algunas de las bases sobre las que se sustenta esta dinámica de cambios. Digamos, inicialmente, que se impone una lectura autocritica de los gobiernos progresistas, que debe incluir mucho de lo actuado por el propio Partido Socialista, identificando sus logros, sus limitaciones y tropezones doctrinarios -admitiendo que los socialistas son parte de lo que debe ser transformado- va de la mano con la aspiración de poner en el centro del accionar partidario la confrontación de los ideales, los valores y las propuestas socialistas enfrentándolos con el capitalismo en todas sus variantes y modalidades.
Algo que muchos conciben desde ya como parte del diseño y propulsión de una alternativa de cambio social que sea mucho más que un proyecto defensivo y resistente, pero que siente las bases para una perspectiva emancipatoria de largo plazo, de ruptura con el capitalismo y el orden burgués sobre el que se erige. En lo inmediato se rescata la noción de la vida digna, y se levantan una serie de propuestas que pueden ser consideradas como medidas de transición, entre la insoslayable resistencia a la ofensiva burguesa y los objetivos de largo plazo.
De la copiosa llegada de propuestas al Congreso, provenientes de todo el país, es posible advertir una coincidencia mayoritaria entre ellas, lo cual, sin duda van a actuar en la etapa de adopción de lineamientos bien definidos para el desarrollo de una estrategia de acumulación de fuerzas en todos los planos: dentro del FA construyendo “un cuarto eje” y en el amplio abanico del campo social, con una presencia activa y decidida de los socialistas, impulsando auto-organización y movilización.
También se desprende del contenido de estos documentos la predisposición a adoptar una política de alianzas estratégicas, que trascienda las ingenierías electorales calculistas. Si bien las elecciones son “para ganar”, los socialista vienen demostrando que no vale hacerlo de cualquier manera: se presentaron a la disputa de la presidencia del Frente Amplio sabiendo que iban a ser minoría pero marcaron así una identidad bien definida, articulada con el perfil de sus aliados. Esta política corrige una deriva electoralista que se había apoderado de este histórico partido en las últimas décadas.
El papel que los socialistas, tal como se advierte por las palabras de su actuales dirigentes, asignan a la movilización social, autónoma e independiente pero convergente y fundida en una perspectiva de cambios tiene requisitos que se deben cumplir transitando por ellos. Esto, en la actualidad pasa por fortalecer el movimiento sindical, el cooperativismo, los movimientos feministas, estudiantiles, las expresiones organizadas de todas la minorías: todo lo cual aporta al doble proceso de ampliación y consolidación de una Intersocial con la convicción y la expectativa, expresada de distintos modos, y las intervenciones señaladas, que la movilización desde abajo, debe desembocar en un Congreso del Pueblo que levante un programa de cambios y soluciones.
El proyecto emergente de este último Congreso será puesto a prueba en el proceso de posicionamiento del movimiento social y del Frente Amplio ante la reforma de la Seguridad Social -fundamentalmente jubilaciones y pensiones- impulsada desde los sectores conservadores incrustados y sostenedores del actual gobierno.
En las filas del frenteamplismo hay diferencias y divergencias en la apreciación de aspectos medulares de la Seguridad Social, como ser la presencia del lucro, dado por la existencia de las Afaps. Donde el rechazo a éstas es más firme y está presente en el corazón de las definiciones del movimiento sindical, tal como lo ratificó en términos declarativos el último Congreso del PIT-CNT .
Esta cuestión da lugar a que surjan diferencias dentro del FA, que se dilucidarán en una interna que se anuncia difícil, de su desenlace depende el cómo será el relacionamiento con el movimiento social Sin dejar pasar la existencia de pronunciamientos en la izquierda política, entre los cuales figuran el de los socialistas (con Declaraciones del CC, Documentos y Resoluciones del 50° Congreso).
Guillemor Chifflet -referente del socialismo uruguayo,- cuyo nombre llevó este último congreso de los socialistas-, cuando en 1995 el FA se pronunció contra las AFAPs desempeño un papel fundamental en el posicionamiento frenteamplista que en aquel entonces contó con la oposición de los mismos que hoy las defienden en sus filas:, entonces con su proverbial lucidez y mucha razón dijo “…no se puede maquillar a Frankeistein”. Sobran los elementos para pensar que en la actualidad muchos quieren impulsar una táctica de reducción de daños de la reforma, la misma que condujo a que no se impugnaran los artículos sobre la CESS en la Ley de Urgente consideración, reducción de daños que tiene mucho de tratamiento cosmético en la Seguridad Social, volviendo a la figura aleccionante expuesta por Chifflet, de quien, sostienen muchos socialistas de larga data, no solo hay que quedarse con la mera evocación de su personalidad, sino rescatar lo esencial de su práctica y acción..
Una apretada síntesis, permite concluir finalmente, que dos grandes desafíos aguardan a los socialistas en estos tiempos de cambios por los cuales transitan: 1) mantener con firmeza el timón para asegurar el nuevo rumbo que han elegido; 2) por todos los medios provocar una gran revolución organizativa en un proceso de autoconstrucción que tenga por corolario ampliar su bases social, lo que será un factor clave y decisivo para ampliar las adhesiones electorales, algo que no deja de ser relevante.