Fernando Rosso
El Gobierno arrancó la semana -esta que termina- festejando una serie de tuits del secretario del Tesoro (ministro de Economía de EE.UU.), Scott Bessent, en la que aseguraba estaba dispuesto a hacer “lo que sea necesario” para respaldar a la Argentina, a la que elevó al estatus de aliado estratégico. Habló de distintas variantes de ayuda económica (swap, compras de deuda, efectivo).
El mensaje logró salvar a Milei del naufragio al que se dirigía a toda velocidad la semana anterior en la que terminó quemando reservas (1.100 millones en tres días) para contener el precio de dólar en el medio de una corrida.
Luego, el presidente viajó a EE.UU. y nos dejó una foto de antología por lo patética y por el nivel de cipayismo: una imagen en el que Donald Trump le regala un tuit impreso (en el que escribió cosas parecidas a Bessent) y que Milei recibió con cara de feliz cumpleaños.
En el mismo viaje, el presidente dejó otra foto que también será recordada en los libros de historia: cuando en un acto nunca visto la Asamblea General de la ONU casi en pleno abucheaba y le vaciaba la sala a Benjamín Netanyahu por el genocidio que lleva adelante en Gaza, Milei se saca una foto alegre con el genocida y sus manos manchadas de sangre haciendo el gesto de los pulgares para arriba. La historia no lo absolverá cuando se pregunte ¿Qué estabas haciendo vos cuando se llevaba adelante el primer genocidio del siglo XXI?
Ahora, la “tranquilidad” que trajeron las declaraciones de Bessent y Trump (bajó el dólar, el riesgo país y se subieron las acciones el lunes y martes) duró 48 hs., al promediar la semana, y ante las dudas de cómo sería concretamente la ayuda, de qué monto y en qué tiempos (Bessent habló de que llegaría después de las elecciones) retornó de nuevo la incertidumbre, cayeron las acciones, el riesgo país volvió arriba de los 1000 puntos.
En ese momento, el Gobierno llevó adelante una jugada de casino: retenciones cero para granos y subproductos “hasta el 31 de octubre” o hasta que se declararan USD 7.000 millones en exportaciones, lo que ocurriera primero. En tres días hábiles las cerealeras agotaron el cupo y el Ejecutivo reimplantó las retenciones: 26% para soja, 24,5% para harina y aceite; 9,5% para maíz y trigo. El mismo decreto que abría la puerta, la cerró de golpe. “Shock de dólares”, dijeron; shock de oportunismo fue lo que se vio. Y quedó la estampa perfecta del mileísmo: contabilidad exprés, negocio de corto plazo para los más concentrados. No faltó quien celebrara el “alivio fiscal” al campo. Pero el malestar vino del propio agro: entidades como Carbap señalaron “ganancias extraordinarias” para exportadoras y productores afuera del reparto; mientras, los futuros en Chicago se hundían por la sobreoferta argentina. Resultado: un puente de dólares que duró lo que un suspiro. Es la economía política del parche: se usa el Estado para licuar salarios, para tratar de contener los precios a golpes de intervención y para habilitar rentas relámpago, mientras se lo denuesta en público. Estatismo para arriba, mercado para abajo.
Ahora, nada indica que estos “tuitazos” y estas jugadas de casino en la economía cambien la dinámica del humor social. Las elecciones (en su momento en CABA y luego en PBA) ya habían mostrado un cambio de la base social del Gobierno que no era “transversal”, sino una derecha social estrecha, anclada en los segmentos de mayores ingresos. Pero, ahora, además existe un consenso en la mayoría de las encuestas que muestra una caída de aprobación por debajo del 40% y desaprobación que supera el 50% a nivel nacional.
Fragilidad es la palabra que sobrevuela todo. Fragilidad fiscal que obliga a decretazos de ida y vuelta; fragilidad parlamentaria que estalla cuando la calle se organiza (universidades, salud, jubilados); fragilidad social y fragilidad estratégica: el plan está definitivamente roto. El viernes (ayer) el Gobierno repuso un cepo parcial: quienes compren dólares oficiales no podrán adquirir paralelos (MEP y CCL) por 90 días.
Con las coimas de Karina Milei, el Gobierno quedó enchastrado con los métodos de “la casta”; con estas medidas, Milei se muestra un inútil en el terreno en el que se presentaba como un experto: el manejo de la economía. De la promesa de la “dolarización” al retorno del cepo. Fin.
Ahora, y vale la pena insistir sobre esto: Milei, todas las semanas muestra, no sólo fragilidad, sino que da argumentos y fundamentos para enfrentarlo e intentar parar el saqueo final.
Esta semana fue a arrastrarse ante los EE.UU. para conseguir guita que le de sobrevida a su proyecto acabado y en el mismo acto aumente la hipoteca del país. Porque seamos claros, esto no sería una “ayuda a Milei”, sería una nueva deuda del país. En el mismo viaje se alineó con un genocida que está siendo repudiado en todo.
¿Qué nos responderán los sommeliers de las “correlaciones de fuerza”? ¿Que pretender derrotar este proyecto aquí y ahora es “hacerle el juego”?, ¿que hay que esperar a que rompa todo, termine la obra destructora y bárbara porque así lo marcan los “tiempos institucionales”?
Bueno, el que ante tamaños actos de barbarie, responda eso, no es un estratega responsable que tiene la sabiduría para manejar los tiempos de la política. Es un aliado indirecto de los que necesita este Gobierno y en los hechos, se parece mucho a un cómplice.
*Publicado originalmente el sábado 27 de septiembre, 2025, en La Izquierda Diario.