Por Garabed Arakelian
La sorpresa fue un factor común en el Congreso Ordinario número 50 que llevó adelante el Partido Socialista los días 2 y 3 de junio (2022). Sorpresa para quienes obtuvieron respaldo y también para aquellos que no lo consiguieron.
Por la “Afirmativa”, por la “Negativa”, “Abstenciones”, sin monotonía pese a la reiteración, las votaciones fueron confirmando el consenso mayoritario, abrumador, con diferencias de cinco, o siete, a uno. Y así se fue marcando la aprobación a las rendiciones de cuenta de las distintas secretarías, a la gestión de la Secretaría General y a todas las demás iniciativas ofrecidas por Propuesta Socialista, la corriente mayoritaria representada por las listas 4 y 5.
Pero no es este el único enfoque que amerita un comentario del evento. El mismo se mostró rico en la interna con una práctica democrática: casi 600 delegados de todos el país y la integración previa en la discusión de documentos e iniciativas, de unas dos mil personas, constituyen una señal importante de participación. Pero además, el Congreso aprobó un documento que aportó, desde el punto de vista de su contenido: análisis y autocrítica, propuesta hacia el futuro y reafirmación doctrinaria. Algo que ya no es habitual, particularmente en la izquierda, aunque lo fue en décadas anteriores.
La dirección partidaria presentó al Congreso no solo un informe final de su gestión desde el punto de vista administrativo y también financiero -aprobado este último por unanimidad- sino que además puso a consideración del órgano superior un documento de “pre-síntesis sobre orientaciones y estrategias” en el marco de un documento integral, de enfoque holístico, desde el punto de vista político que, sugestivamente, encabezaba la pregunta: “Y después del progresismo ¿qué?. Una interrogante que provocó reacciones de crítica y rechazo del sector minoritario.
Se trata de un material importante, que fue aprobado con un respaldo mayoritario superior a los dos tercios, y que se convertirá, seguramente, en guía del accionar de la militancia socialista. Este resultado no es ocasional sino producto de muchos años de postergaciones y sustitución de los principios socialistas, una verdadera rebaja ideológica, sufrida en beneficio de postulados y políticas presentadas como progresistas. Convertirse en “partido de gobierno” fue a costa de perder el perfil socialista, señalaron algunos expositores que dieron el fuerte respaldo por el retorno a los principios. Este estado, producto de la acumulación durante años de postergaciones y desencuentros con la esencia del sentir socialista, fue reiteradamente reclamado por los expositores, conformaba un “estado del alma” latente, que esperaba la ocasión para manifestarse e hizo eclosión en esta oportunidad.
Entre las novedades que plantea el documento mencionado, resaltan la propuesta de una Reforma Constitucional, la revisión de la Seguridad Social entre otros temas no menos importantes contenidos en una lista de “20 propuestas socialistas para una vida digna”. Un punto que atrae la atención por su novedad y su potencia movilizadora es el “concepto de vida digna” que este Congreso introduce dentro de su partido y también por desborde dentro del Frente Amplio. Es un concepto que merece estudio, que tiene valores potentes para incorporarlos al quehacer político.
La dignidad se constituye en un “valor agregado” comparable al de la “calidad”. para incorporar a las movilizaciones y reclamos de toda índole. Sin duda formará parte de postulados y conquistas de las luchas sociales lograr Que la dignidad se haga costumbre. Sin duda, será una buena costumbre.