Por Jorge Notaro
La opción entre Gonzalo Civila, Fernando Pereira o Ivonne Passada no es sólo la elección de la persona con mayor aptitud para presidir el Frente Amplio (FA). En cada candidatura convergen distintas organizaciones y su importancia relativa será fundamental en el futuro.
La candidatura de Carolina Cosse a la IMM logró una promisoria convergencia de organizaciones que se definen como socialistas. Gonzalo Civila logró casi lo mismo, excepto el apoyo del PCU, las organizaciones que lo apoyan formaron un espacio de coordinación de la actividad política con proyección en la lucha sindical y apoyan a Gabriela Iribarren para la presidencia frenteamplista de la departamental de Montevideo.
Es equivocado discutir si los que apoyamos la candidatura de Civila y de Iribarren somos más de izquierda. En primer lugar porque la categoría “izquierda” es cualitativa, como en la disyuntiva de Hamlet se trata de ser o no ser, no existe un más o un menos. Segundo, todas las organizaciones del FA se autoperciben de izquierda y por lo tanto la discusión derivaría en demostrar que algunas de éstas no lo son, y eso impide centrarse en las propuestas propias y lleva a un debate abstracto, confuso y estéril. Tercero, porque la categoría izquierda está bastardeada, cualquiera se autodefine así, utilizarla no contribuye a definir un proyecto político. Es tan confusa que como señaló bien Fernando Pereira, “que me expliquen qué es ser de izquierda actualmente”
La diferencia relevante del bloque que apoya a Civila con el resto de las organizaciones que integran el FA es el carácter socialista y el énfasis debería ponerse en la construcción del CAMINO AL SOCIALISMO, con propuestas concretas sobre qué hacer mañana en el FA y qué proponer al país, con ésta perspectiva y un plazo incierto que no forma parte de ningún cronograma, que no forma parte del discurso ni se declama. La línea divisoria en el FA pasa entre los que luchan por superar el capitalismo y quienes consideran imposible lograrlo; en la segunda posición se ubica el populismo del MPP y los social liberales como Bergara, Astori y Rubio (que no es lo mismo que Arana o Brenta).
Para la construcción de ese camino, entre las propuestas concretas está presente promover el protagonismo de las bases con democracia interna y participación en las decisiones importantes. Por ejemplo, en caso de llegar al gobierno, el Congreso debería evaluar la gestión al año y a los tres años, revisar las prioridades programáticas para los años siguientes y pedir la renuncia de ministros si lo considera necesario. Las prioridades deberán tener en cuenta las reivindicaciones de los movimientos sociales que se expresan en el Congreso del Pueblo y en las organizaciones que forman parte de la Intersocial. En las decisiones será necesario impulsar un modelo económico para crecer menos y distribuir más, con mayor selectividad de los estímulos y de las inversiones extrajeras; consumir más sano, con medidas más efectivas que los discursos en foros internacionales y considerando la protección del medio ambiente.
Las exoneraciones de impuestos que se otorgan a los proyectos de inversión por la llamada Ley de Promoción de Inversiones , como no incluye líneas de crédito a largo plazo y bajo interés, sólo fueron utilizados por los grandes capitales y sobre todo por el capital extranjero. En tres oportunidades los Congresos del FA en los que se definía el programa discutió cambios, en la tercera oportunidad se logró una mayoría que aprobó hacer modificaciones, pero fueron vetadas por el candidato a la presidencia Dr. Tabaré Vázquez junto con otros cambios. La modificación de los estímulos también fue propuesta por el PIT – CNT, así como por el movimiento “Un solo Uruguay” , ya que la ley sólo se refiere a los contribuyentes del Impuesto a Ia Renta de las Actividades Económicas, por lo que deja afuera a los productores agropecuarios familiares así como a pequeñas y medianas empresas . Se da la paradoja que en un panel organizado por la Universidad ORT, el consultor del BID Alberto Barreix se burlara de esta política de inversiones diciendo “llenar de incentivos tributarios a la in versión está acabado. Cuando tenés demasiados incentivos, es que no tenés un plan de inversión”; y tiene razón, los gobiernos del FA se negaron a diseñar un plan de inversión, dejando al mercado esa tarea.
La reforma tributaria aprobada en 2006 fue promovida por Asamblea Uruguay, el Encuentro Progresista y el Nuevo Espacio; estas dos últimas organizaciones no integraban el FA en las elecciones de 2004, pocos meses después pidieron la incorporación y fueron aceptadas, formando el Frente Liber Seregni (FLS). Esta metamorfosis o tal vez travestismo político en pocos meses, es un fenómeno tan sorprendente que alguno de los pocos cientistas políticos no colonizados podría investigar.
El FLS sin superar el 30% de los votos del FA logró imponer su modelo económico desde la reforma tributaria de 2006 hasta el ajuste recesivo de 2015 – 2019. Cuando se debatía la reforma un grupo de legisladores se reunía para proponer modificaciones al proyecto del Poder Ejecutivo; lo integraban entre otros Héctor Tajam, Alberto Couriel, Eduardo Lorier y Eduardo Brenta, representando más de dos tercios de los votos del FA. No lograron ningún cambio relevante y el argumento final de Astori fue que la reforma era un proceso, al principio había que asegurar la recaudación y después se podría tener en cuenta alguna de las propuestas del grupo de legisladores. Pero el fundamento no se mantuvo, poco tiempo después no se podían cambiar las reglas de juego para el capital, pero se cambiaron para los trabajadores que pagan el IRPF que fue en aumento así como el total pagado a la DGI. Se llegó al absurdo de que la franja de mayores ingresos del trabajo paga un 35% de impuesto y los ingresos del capital cuando se distribuyen utilidades para 30.5% y si no distribuye paga 25%.
El ajuste recesivo que implementó el gobierno del FA en el período 2015 – 2019 se manifestó en la caída del PIB, el aumento del desempleo, la reducción del número de personas con trabajo, la reducción de la inversión pública, la congelación de salarios y el aumento del número de personas pobres. El documento de propuestas del CNT presentado al FA ni siquiera fue respondido.(ver http://www.cuestaduarte.org.uy/investigacion/economia/otros-documentos/item/509-propuestas-del-pit-cnt-presentadas-al-fa)
De modo que puede decirse con certeza que el FA llegó a la recta final electoral en 2019 con un proceso de deterioro de los resultados económicos y sociales.Bergara y Lorenzo, con colaboración de Masoller y Polgar, se abusaron de la ignorancia de Astori, Vázquez y Mujica. Les vendieron las recomendaciones del FMI y de las agencias calificadoras de riesgo como lo mejor para el país, aseguraron la rentabilidad y la seguridad del capital y mientras hubo algo para repartir, la lucha sindical logró aumentos del salario real, y con ello aumentó la capacidad de compra de las pasividades y como resultado final se redujo el número de personas pobres.
Si la coalición socialista no se fortalece, la hegemonía en el FA seguirá siendo del populismo del MPP, que hace tiempo enterró la consigna de “lucha por la liberación y el socialismo”, seducido por los adoradores del mercado reorganizados como Convocatoria Progresista Seregnista. La coalición socialista será la garantía del cumplimiento del programa si se niega a votar las propuestas que no formen parte del mismo.
Para recuperar al FA de 1971, antiimperialista y antioligárquico como lo establece el artículo 1 de su estatuto, participativo y combativo como lo exige cualquier proyecto de cambio, es imprescindible consolidar una corriente que se proponga construir el camino al socialismo, una senda que no está trazada hacia un destino que no está escrito.