Gonzalo Civila entrevistado por Garabed Arakelian y Eduardo Aparicio

Concibe la lucha política como una expresión de la lucha social que no quiere mimetizarse con la política tradicional 

 

- De acuerdo a lo divulgado, su candidatura para presidir el Frente Amplio surgió de los sectores que convergieron en el apoyo a Carolina Cosse para la elección departamental en Montevideo. Antes, o a partir de esa convergencia,  ¿había pensado ser candidato a la Presidencia del FA?

- La propuesta surgió de referentes de sectores con los que venimos compartiendo un camino, básicamente de grupos con los que en el proceso electoral departamental tuvimos acuerdos y opciones comunes. Previamente la posibilidad me había sido planteada por otros compañeros y compañeras, básicamente militantes de base, de sectores e independientes. Hasta tanto la propuesta no tomó una dimensión mayor, y con un calendario de elecciones diferente al actual, no había valorado seriamente el tema con el debate colectivo que además exige una decisión de este tipo. No había pensado antes en ser candidato en esta elección y no surgió ni de mi ni del PS ninguna iniciativa ni movimiento al respecto. El escenario actual, la necesidad de garantizar la diversidad y de expresar una mirada crítica, autocrítica y removedora respecto a la actual realidad del Frente Amplio, junto con el proceso colectivo al que se sumaron también sectores que integraron la alianza Frente Futuro en el 2019 y el apoyo ampliamente mayoritario y de escala nacional a esta opción dentro del propio PS, nos convenció de transitar este camino.

-La aceptación de la candidatura para alcanzar la presidencia del Frente Amplio, ¿en qué manera traduce una línea política iniciada por la corriente llamada ”ortodoxa” dentro del PS?

La candidatura será tal sólo si el Plenario y el Congreso del Frente lo resuelven así, mientras tanto es una precandidatura. Creo que más que la mirada de una corriente traduce las opciones de un Partido Socialista que ha transformado su línea política, pero también -y con el mismo nivel de importancia- de otros partidos y grupos, algunos históricos como el propio PS, el PVP y la Corriente de Izquierda, otros más nuevos y con propuestas convergentes y transformadoras como Casa Grande, La Amplia, Congreso Frenteamplista, el Movimiento Cambió Frenteamplista. Esta línea no surge para una elección, venimos discrepando -en la orgánica del FA, en la bancadas parlamentarias, en algunas instancias vinculadas al movimiento social-  con formas que entendemos como excesivamente cupulares, poco participativas, y desde nuestro punto de vista bastante vacilantes, y las queremos transformar. La línea es construir una fuerza que retomando sus raíces relance su proyecto político, apostando a cambios de raíz, una fuerza paritaria, descentralizadora, antiburocrática, abierta a la diversidad y la novedad generacional. Para nosotros y nosotras la línea de acumulación no pasa por repetir escenarios anteriores y que en su momento fueron muy valederos, vinculados al proyecto progresista, sino por construir en base a ideas valientes, audaces, a la gestación de poder popular, y a la apertura real de una política contrahegemónica a un montón de actores colectivos y a ciudadanas y ciudadanos que hoy se sienten por fuera de la política partidaria.

-¿Cómo viven dirigentes y militantes socialistas  la percepción de que marchan “a contrapelo”, integrando un espacio que, todo indica, no será el mayoritario?  y además, por esa razón, algunas críticas que objetan su candidatura aluden al costo político que tendría un resultado negativo, ¿qué respuesta tiene el PS ante esa posibilidad, si es que la ha contemplado?

- Los resultados se sabrán el 5 de diciembre pero claro que hemos analizado la disparidad de fuerzas y asumimos que nuestra mirada crítica al menos a nivel de direcciones hasta ahora ha sido minoritaria, lo cual es antes que nada nuestra responsabilidad. Pero las cosas no se transforman con oportunismo, negociando algún lugar o autopreservándose. La realidad se transforma en movimiento y dando el debate. No nos sentiríamos bien con el Frente Amplio y con el frenteamplismo que desde abajo reclama cambios si hiciéramos la opción egoísta de no correr el riesgo. Lo nuestro no es el triunfalismo ni la idea de pelear las ganadas. Siempre hemos expresado a las y los perdedores de la historia, esa es nuestra razón de ser. Si bien esta es una elección no resuelta y si nos toca asumir la candidatura trabajaremos para que esta opción sea querida y valorada por la mayoría del pueblo frenteamplista, la entendemos como parte de un proceso de debate que no encaramos con mentalidad electoralista. Esto también nos parece una clave de la autocrítica. El Congreso es un hito, la elección otro, y vendrán más. Lo que es seguro es que si renunciamos a dar esta discusión ahora es muy difícil que la misma se dé en el futuro inmediato y las luchas contra la desigualdad y la injusticia nos exigen un cambio profundo en el Frente porque se trata de volver al gobierno pero con un objetivo: sostener un proceso de transformación social profunda con la gente y aprendiendo de nuestros propios aciertos y de nuestros propios errores. Hay que articular el abajo que es quien lo hará posible.

-Se puede valorar que con esta candidatura el PS está provocando una inflexión en la política de alianzas que él mismo practica desde hace muchos años  Más allá de los resultados que se puedan cosechar en esta elección, ¿qué se espera rescatar desde el punto de vista político?

-La política de alianzas del PS cambió ya en 2019 cuando creamos junto con varios de los grupos con los que volvemos a coincidir ahora un espacio al que llamamos Frente Futuro. Nosotros no pensamos las alianzas como bloques estancos ni como opciones contra otros, las pensamos como espacios de construcción colectiva y colaborativa. Tampoco vemos a los aliados como actores secundarios, tienen el mismo valor que nosotros y sus miradas aportan cada una desde su singularidad. Venimos haciendo opciones de ideas y no meras opciones de poder, y queremos sostenerlas en el tiempo para fortalecer la diversidad del FA, la expresión nítida de una mirada socialista, y la afirmación de una corriente de pensamiento y acción de la que formamos parte pero que nos trasciende y que concibe a la lucha política como una expresión de la lucha social, que no quiere mimetizarse con la política tradicional y que quiere cambios sociales profundos construidos con métodos participativos y radicalmente democráticos. Lo que le da sentido a nuestras alianzas no es el adentro de una interna, sino el afuera, los motivos por los que existimos como opción política. Asumimos también nuestras propias debilidades, nuestros déficit que son muchos, y tenemos vocación de construir con otros.

- El espacio que comienza a tomar forma, ¿circunscribe su accionar a la vida del FA o también se proyecta a otras expresiones de la lucha política y social?

- Estamos muy cómodos construyendo este espacio porque las coincidencias trascienden lo institucional y la interna del FA. Hay coincidencias estratégicas y también metodológicas en el movimiento social por ejemplo. Ojalá puedan consolidarse y expresarse en distintos planos, eso sería lo más coherente con nuestra concepción de la política.

- Finalmente, ¿se siente animado y dispuesto para desplegar una intensa actividad proselitista en el Interior, donde a veces imperan otros códigos y  formas de hacer política?

- No lo veo como proselitismo sino como un ejercicio de debate y construcción colectiva. Me siento convencido y animado, con la alegría profunda de optar por lo que consideramos justo más que por lo que consideramos conveniente. Eso de por sí es un hecho político relevante. Creo que las sociedades demandan cambios urgentes a los partidos políticos y estoy convencido que la política contrahegemónica es más necesaria que nunca, y que requiere valentía, que siempre es colectiva. Siento también que la media de la militancia y del pueblo frenteamplista está más adelante que la síntesis que estamos logrando, y que si ese movimiento no logra expresarse en una opción construida en sus propias entrañas, hay que ayudar y animarse. Me siento uno más de ese movimiento. También sé que todas estas ideas y esperanzas las expresaremos respetando a los demás compañeros, con humildad, sin creernos vanguardia ni pensar que somos más que nadie o que tenemos el patrimonio de las cualidades o virtudes que queremos cultivar en la fuerza política. El de hoy es un desafío democrático de expresión de la diversidad para que se construyan mejores síntesis y consensos de mayor calidad, que se nutran del debate y que no lo obturen.