El Estado uruguayo cojea

Escribe: Walter Caimí – PACTUM

Desafío en curso. Este año habrá elecciones presidenciales y renovación del parlamento. Antes, las elecciones internas determinarán candidato para representar a los distintos partidos políticos. Todo parece ser normal, que la democracia está vigente. ¿Está vigente la democracia? Serias dudas tengo al respecto.

De existir concurso para ingresar al parlamento en ambas cámaras, sin temor a equivocarme, del 1 al 10 como me gusta decir, 8 no aprobarían su ingreso. Tal situación tiene que ver con las nuevas generaciones que transitan una educación mediocre, pobre. El propio Estado como tal equivoca el camino; obsérvese que no hablo del partido que sustenta el poder de turno, sino de Estado, políticas de Estado. A modo de ejemplo, tomo una fecha patria y me remito a la última: Desembarco de los 33 Orientales, 19 de abril. Pues bien, qué hizo el Estado, irradio el himno patrio el lunes 22 de abril de 2019. Si efectúo una encuesta acerca del día y año que murió José Artigas entre una población de 15 a 25 años, me sobran los dedos de las dos manos para encontrar una certera respuesta. Murió un 23 de Setiembre de 1850. El Estado no percibe o no desea darse cuenta, que, esto también es motivo de educación social.

 

A qué viene toda esta perorata, simple, el nivel educativo y político, ya no está en la divisional A, sino en la C en algunos campos. La tecnología hace que el avance sea vertiginoso, y el mal uso de ella, confunde aún más. Hay un fenómeno importado, léase los términos empleados en las redes sociales:

Flyer: volante en papel impreso.

Selfie: una autofo.

Flower: una flor

Delivery: reparto (a domicilio)

Fake News: noticias falsas

Y así,  innumerables términos importados al castellano. En España, sí en España, el cartel de Pare, está visualizado con un STOP; sí en España leyó bien, ahí dónde la cuna de la lengua española regula el idioma, y del cual Uruguay forma parte a través de la Academia Nacional de Letras. Los sucesos cotidianos tienen una inmediatez tal que superan la reflexión, es decir, evaluar si lo que se procura trasmitir por medio de las redes está correcto o no. Lo mismo sucede con el Estado, lo mismo acontece con  el partido político de turno que no aclara situaciones nebulosas. Tanto se tira de la piola, que en algún momento está rompe y sacude el tablero de la democracia. Uruguay no es la excepción. José Gavazzo, ilustre represor, concede una entrevista al matutino de la Plaza de Cagancha, El País. Este periódico, de circulación nacional, apoyó a la dictadura cívico-militar, al contrario del diario El Día, su contrincante político y periodístico. Es casualidad que el El País tome el pensamiento de Gavazzo, no, no es casualidad. Tampoco lo es ante una inminente fecha como el 20 de Mayo. Los días pasan y nada se aclaró acerca del Secretario de la Presidencia, Miguel Ángel Toma, ¿qué responsabilidad le cupo con las actas que recogen los dichos de Gavazzo? Ud. Lo sabe, yo no. Le pido por favor, infórmeme señor presidente.

Si usted viaja más de 80 veces a un mismo país en un lapso de 4 años con una distancia de 4 mil 477 kilómetros, algo está pasando; la justicia determinará. Preocupa y mucho el resurgimiento de las extremas derechas en Europa; y por casa cómo andamos ¿? Hay que leer entrelíneas. Dudas razonables hay de la connivencia entre nuestro país y Venezuela. Así como, dudas razonables hay entre aquellos ministros de la Suprema Corte de Justicia que quieren dar vuelta la página del pasado reciente. Es un problema enorme el delito, las cárceles ya no dan más. El Estado (usted y yo) no encuentra y no sabe cómo atacar este tema –salvo Novick claro- por el cual Robert  Parrado se volvió experto en temas de seguridad tras su egreso de la policía en 1985. Cuando surge un suceso equis y se cuenta solo la mitad, se falta a la verdad, venga de dónde venga.

Nuestro sistema político está plagado de contradicciones. Es hora de reformar la Constitución en algunas áreas,  como ser, la que regula a los legisladores. El costo del Estado bajaría enormemente con representantes que por lo menos empleen correctamente los verbos.  La iniciativa de la Asociación de la Prensa Uruguaya (APU) en cuanto a noticias falsas por parte de los partidos políticos en poner límites, es saludable y oportuna; no por ello eficaz. Es que el marco jurídico de los socios de la APU está regulado por un manual de ÉTICA que pocos aplican, y mucho menos, las empresas periodísticas. A la gran mayoría de los periodistas y/o comunicadores –que no es lo mismo- no les interesa la ética; excepciones hay. En este estado de situación, las redes sociales son un caldo de cultivo por el mal uso. Acá, también el Estado tiene su cuota aparte. No todo lo que se publicita por la Internet es transparente, y ni que hablar si debe hacer uso de un programa al que nunca aplicó y no sabe cómo escudriñar un sitio web al que nadie le enseñó; como por ejemplo la vacuna de la fiebre amarilla.

Toda esta descripción de diferentes cosas tienen un común denominador: Estado. El Uruguay adolece de políticas de Estado. Sencillamente no las tiene, salvo cuando juega la selección nacional de fútbol. Mudó aquellas prioridades de los años ochenta; las formas de militar, de trabajar son otras. La forma de comunicarnos es whasap, está herramienta sustituyó vernos y observarnos directamente, frente a frente. Ahora la política es vía twitter; no se profundiza, solo se expresa el momento. Es un espiral que políticamente resulta confuso, no hay autocritica ni lo contrario a ello, sino que vuelca deseos y en eso queda. No hay construcción de pensamiento agudo. Es responder a la inmediatez y por este camino, el Estado tiene su rol que no acompasa los tiempos que hoy vivimos. No basta con el Plan Ceibal  de dudosa razonabilidad que creó con interés propio Miguel Brechner y que nunca se despejaron las dudas al respecto, no por el plan en sí mismo, sino, por lo que le generó económicamente al mencionado actor. Al Estado le falta transparencia. Que conste, no estoy acusando ni a Miguel Toma, ni al presidente de la república, ni a Brechner; sí estoy preguntando en forma escrita y por ende en voz alta, debemos transparentar al Estado sin excepciones, incluida la clase obrera, al PIT-CNT. Julio María Sanguinetti, presidente de la república en dos oportunidades, es el único sobreviviente del Pacto del Club Naval; solo él sabe qué se pactó. Se lo llevará a la tumba. Nosotros, el Estado Uruguayo, cerrará un capítulo de sangre aún sin resolver agravado por los dichos de un terrorista de Estado: Gavazzo. Un Estado que tiene las riendas de cómo ejercer el mando con las fuerzas armadas hacia lo interno. Está vigente la Doctrina de la Seguridad Nacional; retomamos la democracia en 1985. Saque sus conclusiones.