De “reculié”, la pifia es muy probable…

 

Garabed Arakelian

El título pertenece a la jerga de los jugadores de billar y describe una acción que consiste en “picar” la bola de manera que ésta retrocede girando sobre sí misma. Es decir: va para atrás. En buen español se dice que recula.

En cuanto a la pifia -pifiar, pifiada- también es del mismo ámbito, aunque de uso más extendido y se dice del golpe fallido, la tacada mal dada que no se concreta en la intención deseada. La pifia es no alcanzar el resultado que se busca por falta de destreza o habilidades necesarias, o el mal uso de ellas en caso de existir, recurriendo a procedimientos y prácticas inadecuadas. Dicho de otro modo: haciendo lo que no se debe hacer, cumpliendo mal o, si se quiere: incumpliendo.

Como se advierte fácilmente, el abanico de posibles fallas en esta compleja tarea de organizar y dirigir la acción política, para las fuerzas que se proclaman de izquierda, tiene sus complejidades pues los requisitos y las exigencias son mayores.

Hay quienes lo han sintetizado de manera admirable afirmando que se debe hacer lo que se dice y promete. Así de sencillo. Cuando eso no se cumple se recurre a recursos de diversa índole: las acciones no corresponden con lo prometido e, incluso sin mediar promesas, con lo que se espera. Como lo esperan y reclaman los frenteamplistas y quienes no lo son, los votantes del FA y quienes no lo votan. Todos tienen derecho a esperar respuestas. Y las esperan. Cuando no llegan, o no son las esperadas, se instala el desconcierto y el “son todos iguales, no esperen nada diferente”.

El “reculié”, podrá parecer vistoso y utilizarse como una demostración de habilidad superior, pero no es la esencia del juego y no infunde certezas.

A la luz de estas explicaciones analicemos algunas acciones, decisiones y actitudes del novel gobierno frenteamplista que, a nuestro juicio está recurriendo a esa modalidad de desempeño similar al “reculié”.

El reciente triunfo electoral del Frente Amplio no fue cómodo ni holgado como los frenteamplistas esperaban e incluso el oficialismo de derecha suponía. Son señales preocupantes que no deben pasar inadvertidas para quienes tienen responsabilidades de conducción.

En esa línea se ha instalado un optimismo declinante que pregona la superioridad absoluta del FA en Montevideo y se traduce en una militancia obstinada, tenaz, heroica muchas veces pero que no tiene el eco esperado. Algunos dirigentes, con buen tino, están pensando que no se trata solamente de mayor o menor esfuerzo militante, que algo falla y que quizás la respuesta elaborada no sea la adecuada o lo que la masa, no solo la frenteamplista, está esperando. Si así fuere se estaría cometiendo una falta muy grave que no es solo la soberbia como algunos diagnostican, sino la respuesta equivocada, la insistencia en el error. Y de ahí el desencanto, el fastidio y la falta de confianza. En última instancia el desencuentro con la gente, la historia y el futuro. El actual presidente de la república estuvo en Israel, en Tel Aviv y en Jerusalem, y que además de pasear se entrevistó con representantes de empresas dedicadas al negocio del agua.

También se supo que, entre cirios y abalorios, nuestro presidente participó de ceremonias religiosas judías, tradicionales es cierto, y también de actos religiosos judeo-cristianos sin que el genocidio en Gaza, con sus miles de asesinados, particularmente niños convertidos en víctimas preferenciales del sionismo, hiciera mella en su devoción religiosa. Está claro que padeció el momentáneo olvido de que es el presidente de un país laico. ¿Será olvido y será momentáneo? No se sabe, pero la tacada se dio y quizás haya sido una pifia.

Al acto de su asunción, el presidente Yamandú Orsi invitó a varios gobernantes de países amigos para que participaran de la ceremonia. Entre ellos algunos que resultaron ser desagradables para el mandatario saliente, que, en el momento de cursar la invitación, tenía la absurda potestad de aceptar o negar la misma. Parecería que fuera su fiesta personal y fue efectivo pues ejerció la censura y negó la invitación del Frente Amplio y su candidato.

Se supo que poco antes de asumir su cargo el triunfante quería extender esas invitaciones, por las razones que fuera. Pero lo cierto es que no se le cursó invitación de acuerdo con el manual de procedimiento de quienes debían abandonar posiciones de gobierno, como si aún fueran gobierno. Y no hubo protesta ni reclamo, ni acciones restauradoras del ejercicio de autoridad, ni pedido de disculpas a quienes sufrieron el desprecio. Ni un gesto de rebeldía para dejar en claro que el nuevo gobierno no aceptaba tutelajes. Como un acuerdo entre amigos. Solo silencio que pareció complaciente. El “reculié” funcionó.

Entre tanto una “Oficina de Innovación”, algo semejante a un recurso de utilería, establecida en Jerusalem por la administración Lacalle, sigue abierta y parece inmune a reclamos y protestas. Una instalación que levantó suspicacias y críticas cuya explicación asumió el nuevo gobierno. No debía hacerlo pero el “reculié” funcionó.

Dos jerarcas designados que levantan resistencia son: Oddone, ministro de Economía cuyo nombramiento constituyó, anticipadamente, el primer acto de gobierno, incluso antes de que este comenzara a funcionar. Pareció un requisito a cumplir más que una resolución soberana de un gobierno electo. Su primer mensaje fue para asegurar la permanencia y continuidad de las AFAP. Y la señora Jimena Pardo, firmante del grupo de los 111 que se manifestaron en contra del plebiscito popular, de reconocida trayectoria en el ámbito privado, fue colocada en la presidencia del Banco de Previsión Social. Su designación fue recibida con rechazos y denuncias nada menores por instituciones y personas vinculadas a esa área. Oddone y Pardo son dos ejemplos de un estilo que parece no tener o guardar las mínimas referencias con reclamos ciudadanos pero son dos ejemplos de tiros en “reculié”.

Por otro lado, pero no ajeno, y no menos crucial, se levanta un clamor popular reclamando detener la firma del contrato con la empresa israelí que intenta gestionar las aguas del Río de la Plata. Para hablar del Agua y de la soberanía, y de los contratos secretos, se le ha pedido una entrevista al presidente Orsi, pero este aún no ha respondido. Ocupado está, sin duda, y sería bueno poder hacer la lista de buenas tacadas para superar estas pifias lamentables.