Adolfo Bertoni
A la memoria de Luis Rodríguez
(socialista -y fraybentino)
El general Seregni, estando preso por la dictadura cívico militar, protagonizó un hecho aparentemente sencillo, pero maravillosamente valiente también, de profunda hondura democrática y una belleza sin fin. Envió al exilio una tarjeta saludando por el fin del año 1980, en la que “se ve a Don Quijote dibujado” por él; “y adentro, de su puño y letra” junto con sus mejores augurios agregaba: “con la seguridad de que me mantengo -al entrar en los 65 años de vida y en el 1981 del calendario- tan firme como nuestro Señor Don Quijote, en el empeño de combatir contra los molinos de la reacción y la injusticia”.1
Hoy, casi cuarenta y cinco años después de aquel gesto contundente -y para usar una palabra de moda- se requiere tal vez más que nunca aquel “talante” serena y firmemente radical, de raigambre cervantina. Desde esta perspectiva, y a la luz de aquella coherencia que nos enseñaban Seregni y Don Quijote, quiero señalar humildemente una convicción: creo que tan importante como “pensar en la mañana siguiente” de la que con sabiduría nos habló también el General, es necesario en ciertas circunstancias “pensar en la noche anterior…”. En este caso la noche anterior a la asunción del gobierno.
Noche en la que imagino a Yamandú Orsi, a los integrantes de su elenco gobernante -y muy especialmente a los dirigentes de su fuerza política el Frente Amplio- repasando rápidamente sus promesas de campaña, el Programa de gobierno propuesto… y cuánto de lo comprometido irán a poder concretarlo en hechos reales y tangibles. (De hecho, todos ellos han comenzado a rendir examen desde el 1° de marzo -y es a partir de ese día que le veremos las patas a la sota del cambio prometido hasta la noche del 28 de febrero).
¿Hay injusticia en el Uruguay actual y, además, hay en marcha una “reacción” contra el avance popular?
Quienes leen Claridad no necesitan que ande explicando mi posición sobre algunos puntos centrales del sistema “de seguridad social”2 que tenemos. Juntos luchamos por poner en la Constitución de la República algunos puntos fundamentales que referían al objetivo principal de la seguridad social, es decir: a la redistribución de la riqueza. Lamentablemente -al menos por ahora- eso no será posible, no tendrán rango constitucional como queríamos, y por lo tanto se trata hoy de seguir desplegando nuestra lucha (aún más y mejor, de otras maneras distintas, y en las nuevas condiciones), para tratar de acercarnos cuanto antes a lo que queríamos alcanzar, para que sean parte inevitable de una ley o leyes futuras (junto con otros puntos muy importantes que no estaban en la papeleta, como, por ejemplo, una radical mejora del sistema “de cuidados”, casi inexistente en la realidad).
En cualquier caso, debemos partir de un diagnóstico mínimo sobre la realidad que nos impuso el gobierno de la Coalición llamada Republicana: 1) la ley 20.130 fue y es -en lo sustancial- un significativo retroceso (al punto que todo el FA votó en contra de ella), y 2) es indudable que con ella se fortaleció como nunca antes el régimen de capitalización individual y con él a las AFAP.
Por otra parte, el FA llegó al triunfo a partir de un programa claro sobre el tema, que se puede compartir mucho, poco o nada, pero que sin dudas existe y abarca casi todos los aspectos de la seguridad social y la protección social. Teniendo en cuenta lo anterior, uno no le puede pedir al FA, a Fernando Pereira ni a Orsi que hagan algo a lo que no se comprometieron, pero sí podemos exigirles el más estricto y firme cumplimiento del Programa de gobierno propuesto para el período 2025/2030 bajo el título de “Tiempos de esperanza, tiempos de la gente”3.
En simultáneo con esa exigencia, debemos ser muy claros en expresar nuestra resistencia a la “reacción” en contra del avance popular, denunciándola primero… y no siendo en ningún momento funcional a sus intereses. No hacerlo sería, me parece, traicionar el mandato claramente expresado por una importante mayoría “de la gente”, que promovió el regreso del FA al gobierno y le dio la presidencia a Yamandú.
¿Qué posturas ganaron entre los votantes del Frente Amplio y qué dijo (y no dijo) la voluntad ciudadana general?
En octubre, junto con las nacionales, se dio una verdadera “elección interna” dentro del FA acerca de las posturas a defender en materia de seguridad social. Como ya lo señalara el compañero Jorge Notaro (brillante como siempre en su humildad), quienes se opusieron al plebiscito dentro del FA fueron claramente derrotados: más del 70% de los votos frenteamplistas fueron a favor de la iniciativa popular que promovíamos, siendo esto especialmente notorio entre los votantes del MPP.
Por lo tanto, como en cualquier accionar democrático, uno tiene todo el derecho de exigir también el respeto a esa expresión libremente expresada en las urnas, que claramente desoyó a los mandatos y recomendaciones de una mayoría de la cúpula dirigente. (Es decir, mientras esos dirigentes decían “vamos por aquí”, la mayoría de sus votantes les dijo “epa compañeros, no atropellen, despacito, por las piedras: por ahí no… nosotros queremos ir por acá”).
En simultáneo con esa elección, una mayoría de los ciudadanos y ciudadanas de todos los partidos no quiso -por las razones que sean- que los componentes de nuestra iniciativa quedaran escritos en la Constitución. En cualquier caso, ya lo he escrito creo que claramente en Búsqueda un par de veces, nadie puede decir -como lo está diciendo agresivamente ahora Javier García- que el pueblo “laudó a favor de la ley 20.130”, o, como dicen otros incluso dentro del FA, que lo que se votó implica un apoyo a las AFAP. Decir eso es una barbaridad sin fundamentos, que, si se analiza sin anteojeras afines al poder, no resiste el menor de los análisis.
Entonces, si volvemos a los conceptos del General del Pueblo, nos encontramos con que Javier García y otros que están en una postura igual o similar, encabezan lo que podemos llamar sin temor a equivocarnos, la “reacción” antipopular más furibunda y descarnada de los últimos tiempos, a caballo de algunos silencios que terminan siendo, lo quieran o no, cómplices. ¿O me estoy equivocando?
Las primeras acciones del gobierno en seguridad social
Comenzó bien, con dos anuncios auspiciosos: Rodrigo Arim tendrá que ver con el Diálogo Social (D.S.) y lo conducirá además el compañero Hugo Bai, cuyos conocimientos en la materia son abundantes. Pero luego, lamentablemente, con meridiana claridad, el gobierno de Orsi optó por premiar a los perdedores dentro de esa interna de la que hablamos (Vallcorba como subsecretario de Economía, Jimena Pardo nada menos que como presidenta del BPS y dos directoras y un director más que también se opusieron a la iniciativa popular4).
Por supuesto el ministro de Economía Gabriel Oddone también estuvo entre los que perdieron ya que fue firmante del documento de los 111, aunque en su caso, con razón, puede decirse que su nombramiento fue reiteradamente anunciado por Orsi en los últimos meses y hasta el último día de su campaña electoral, por lo que nadie pudo llamarse a engaño.
El D.S. sería, presumiblemente muy distinto al de la Comisión de Expertos que tuvo a Saldain a la cabeza, que fue muy “abierta” pero estuvo absolutamente flechada desde un primer momento.
Acerca del cumplimiento del Programa
No puedo dejar de contar en este punto una conmovedora experiencia que viví junto con Seregni, algún tiempo después de su retiro de la presidencia del Frente Amplio, en el local del Centro de Estudios Estratégicos 1815 en su local de la calle Colonia casi Barrios Amorín. En una reunión mano a mano que tuvimos, de alrededor de una hora de duración y hablando de las actitudes de algún dirigente del FA, me dijo más o menos lo siguiente: “compañero Bertoni, cuando tenga que opinar sobre la conducta política de algún dirigente -no mezcle lo personal- primero lea bien el Programa comprometido… y después fíjese cuánto lo cumple ese compañero… Con eso no precisa más nada”.
Es bueno recordarlo siempre, y con particular atención en momentos como los actuales. ¿Qué dice el Programa del FA exactamente? ¿Hasta dónde llega en relación con nuestras reivindicaciones? ¿Acumulamos si se lleva estrictamente a la práctica? Para considerar este punto es necesario ver también la resolución del Plenario Nacional del 14 de octubre pasado que es parte integrante del Programa (aunque alarguen un poco la nota es fundamental recordarlo).
Sumados, rezan textualmente que “en el D.S. se busca una reforma integral, como respuesta a la ley regresiva aprobada por el gobierno y no en contraposición con el proceso de reforma constitucional promovido por organizaciones sociales y políticas” (es decir que los puntos que levantamos en el plebiscito, en lo pertinente, deberían ser puntos a incorporar al Diálogo (y no a excluirlos de él). Se agrega además que se “implementará una solución para los trabajadores/as que se afiliaron a las AFAP sin estar obligados y en determinadas condiciones que fueron cambiadas en las leyes 20.130 y 20.209, perjudicando a miles de ellos”.
Luego el punto más conocido afirma que se compromete a “generar las condiciones para el acceso a la jubilación a los 60 años de edad, manteniendo los estímulos y la capacitación necesaria para que quienes quieran seguir trabajando puedan hacerlo”. Asimismo, de manera contundente se expresa que se va a impulsar (es decir, agrego yo, que se hará hincapié, que se buscará, que se insistirá y que se hará todo lo posible para que exista) “un sistema de seguridad social con tres pilares: solidario (no contributivo), de reparto intergeneracional (contributivo) y de ahorro (no lucrativo)”.
Ampliando aún más se resolvió que “a tales efectos, se considerará la conformación de un sólido pilar básico solidario, que garantice la cobertura universal a través de subsidios para las personas de menores ingresos. Este pilar -insisto- “debe estar complementado por un pilar principal contributivo público de reparto y un pilar complementario de ahorro no lucrativo, capitalizado y con un rol fundamental del Estado en su administración, supervisión y organización, más sencillo de entender”.
Finalmente, sobre estos aspectos se culmina diciendo que “en todos los casos, se establecerán garantías expresas para las personas e instituciones, respetándose el principio de la debida gradualidad de los cambios (…)”.
¿Queda claro? ¿Hay alguna duda? No, ¿verdad? ¿Entonces por qué hay dirigentes, y gobernantes, que parecen no haber leído el programa? Obviamente, ninguno de ellos pasaría la prueba de fidelidad militante tan sencilla en la que insistía el compañero Seregni.
Las “cosas” de Gabriel Oddone
Aclaro que nunca lo he tratado personalmente. Me crucé con él en la última Marcha del silencio del 20 de mayo; tengo conocidos que respeto que me han hablado bien de él como persona y creo, además, luego de seguirlo en sus ciclos del programa radial “No toquen nada”, que es un técnico sólido (aunque discrepo en no pocos aspectos) … pero quiero y debo hablar de su actuación pública de los últimos meses.
Algunos compañeros y compañeras me han manifestado su preocupación por algunas de sus declaraciones registradas por distintos medios. Por ejemplo, dijo en Búsqueda que en el D.S. “hay cosas (sic) que no van a ser objeto de la discusión”, “porque eso estuvo laudado en el plebiscito”. Intentó aclarar que esos puntos “de la forma en la que estaba planteado en el plebiscito, de manera taxativa: no”. (Pero luego reconoció que “los temas de fondo que estaban planteados” sí se van a analizar. “Lo que la discusión tendrá que establecer es que hubo un resultado en relación a la forma en que se sugería atacar algunos de los problemas en el plebiscito”). Obviamente, todos sabemos que ninguno de ellos irá a quedar escrito en la Constitución.
Pero para aclarar mejor vale especialmente recordar lo que dijo también después del plebiscito de octubre y antes del ballotage, cuando afirmó que el resultado (y el casi millón de votos detrás) “obliga al próximo gobierno a tratarlos. Yo no creo que (gane quien gane la elección) pueda ignorar que un 40% de la población votó a favor de una papeleta proponiendo cambios importantes”.
(Por otra parte, sorpresivamente ha señalado que al hablar del regreso a los 60 años para el retiro “va a haber otros parámetros que van a ser revisados”, como la tasa de reemplazo. Es decir que, para un buen entendedor, parece estar pensando en volver a los 60 pero bajando el monto de la jubilación a cobrar en el inicio de la pasividad -cosa que por supuesto no dice el programa ni dijo nunca Orsi mientras estaba en campaña. Si se confirmara esta razonable interpretación: ¿cómo habría que adjetivar una decisión de esa naturaleza? (A propósito: casi no he escuchado voces que le salgan al cruce en este punto álgido).
Por otro lado, sostuvo que la opinión del gobierno sobre las AFAP es que continúen “en manos de profesionales que hacen una gestión independiente de cualquier otra motivación que no sea asistir a la generación de recursos para las personas que se van a jubilar, esa tarea se va a mantener exactamente en las condiciones que está ahora. Todas las otras cosas que hacen las AFAP serán objeto de una discusión”. Aunque el debate en este aspecto en verdad debería ser otro (es decir: el valor de las “rentas vitalicias” que paga el régimen de AFAP, y a quiénes favorece y a cuantos más perjudica), vale preguntar si ¿acaso el BPS no tiene profesionalidad o no puede llegar a desarrollarla? ¿no la demostró entre el 95 y principios del 96 cuando muchos decían que no iba a poder hacer el Registro de la Historia Laboral por no estar capacitado?
Además, cuando habla de no tener “cualquier otra motivación”, ¿se está olvidando acaso que la primera motivación de las AFAP, su razón de existencia, es precisamente el lucrar (¡sí: lucrar: del latín lucrum, lucri, beneficio!) con los aportes de quienes viven de su trabajo?
La raíz del problema …y una vía para solucionarlo
Creo sinceramente que Gabriel está diciendo cosas de las que está sinceramente convencido (y por supuesto jamás seré yo quien le cuestione ese derecho, sino que lo defenderé siempre), y otras que deben haberse conversado y se conversan al más alto nivel del Poder Ejecutivo (Orsi, Pacha Sánchez, acaso Juan Castillo…). Si estoy en lo cierto, entonces más que cargar las tintas sobre Oddone debemos orientar nuestro pedido de explicaciones a ese Poder del Estado en su conjunto, estar a lo que él nos diga… y actuar en consecuencia.
Así, la verdadera postura y los verdaderos aspectos a discutir en el D.S. los conoceremos una vez que se convoque y se ponga a consideración el “documento” del que ha hablado Hugo Bai. Sin embargo, ha habido varias idas y venidas que nos muestran que no van a ser pocas las dificultades que vamos a tener para alcanzar lo que yo creo que debemos reclamar con fundamentos plenos en esta primera etapa, es decir, el más cabal cumplimiento del Programa de gobierno que el FA nos propuso para que lo votáramos.
Y eso incluye: a) una definición clara del retorno a los 60 años de edad para el retiro voluntario (sin rebajas del monto jubilatorio en ningún caso); b) un compromiso serio, y si es posible un cronograma, que establezca lo más rápidamente posible el aumento de las jubilaciones, pensiones y pensiones a la vejez e invalidez hasta alcanzar, por lo menos el valor de un Salario Mínimo Nacional por persona5; c) dos aspectos vinculados al Régimen de AFAP: primero e inmediatamente se puede establecer la Libertad para cada trabajador o trabajadora para que abandone a su AFAP -si ese es su deseo, y sin más trámite- y vuelva al Régimen solidario del BPS; segundo: el inicio de un proceso que culmine con la verdadera eliminación del lucro cumpliendo a rajatabla lo dicho expresamente en el Programa que la mayoría de la población acompañó; y d) el análisis urgente de nuevas fuentes de ingresos y la revisión de algunas exoneraciones al Capital, especialmente al grande.
Las verdaderas reglas de juego
La verdad es que nunca nadie nos regaló nada. Lo que potencialmente podemos avanzar es el resultado de nuestras luchas pasadas, y nada de lo dicho en los últimos párrafos será posible sin más lucha desde ahora en adelante. Quiero decir mucha más lucha: todavía más amplia, todavía más unitaria6, y utilizando todos los medios democráticos a nuestro alcance (desde un muro o una simple campaña por las redes hasta las movilizaciones callejeras más grandes que seamos capaces de realizar). Así podremos avanzar en nuestros objetivos que son justos, que son redistribuidores de la riqueza y, muy especialmente, tienden a extender la verdadera solidaridad en todo el sistema.
¿Estoy siendo demasiado radical? No: simplemente estoy siendo “tan firme como nuestro Señor Don Quijote, en el empeño de combatir contra los molinos de la reacción y la injusticia”. (Para aquellos que gargantean tanto con Seregni, este tema fundamental puede ser una buena oportunidad para homenajearlo y cumplir con lo comprometido hasta el 28 de febrero).
1 Tomado del libro “General Líber Seregni -símbolo de todos los presos políticos uruguayos”. Editado por “Venceremos”, Montevideo, febrero de 1984.
2 En mi modesta opinión, seguimos estando lejos de tenerla, y a lo más que podemos llegar es a decir que nuestro sistema es “un seguro social ´con mejoras´” (con todo lo que ello implica: si no estás en el “seguro” -es decir si no tenés un trabajo formalizado- estás frito y absolutamente por fuera del sistema, abandonado plenamente a las leyes del mercado).
3 Lamentablemente, hace ya un buen tiempo que el FA ha dejado de hablar del pueblo, sustituyéndolo por el indefinido e indefinible concepto de “gente”: ¿qué significa “la gente”? Los Peirano son “gente”, los dueños de las AFAP que lucran con los aportes y ahorros de los trabajadores y trabajadoras también son “gente”, Carrasco el estafador de Conexión Ganadera es “gente” y así tantos otros de la clase dominante que están en la vereda de enfrente del verdadero pueblo, que es el que diariamente saca el país adelante y muchas veces lo sufre. (Obviamente, hablo de nuestros objetivos enemigos y no de quienes puedan tener un buen pasar producto de su formación y su trabajo).
4 La implicancia de estas designaciones la analicé en su momento en Búsqueda, y también fue criticada con fundamentos aquí en el número pasado de Claridad por el compañero Eduardo Aparicio, cuyas valoraciones comparto.
5 En el plebiscito, nuestros opositores desde el FA (los 111) cuestionaban que en nuestra redacción no estaba claro si los aumentos eran por persona o por pasividad… Pues bueno: eso lo pueden aclarar fácilmente en un proyecto de Ley y aprobarlo rápidamente ya que seguramente los dos votos de Salle estarán a favor.
6 En tal sentido, creo que no se puede seguir desconociendo al Movimiento en Defensa de la Seguridad Social (el MONDESS), con sus debilidades y sus fortalezas (como todos). Estoy convencido que es verdaderamente representativo de sectores de nuestra sociedad a los cuales notoriamente no se llega desde las organizaciones habitualmente conocidas. En su nombre estuve en la campaña por el plebiscito en ciudades como Canelones, Paysandú, San José y Libertad, Treinta y Tres, Durazno, Castillos y el Chuy… y no habría hablado con los medios de comunicación de otros varios lugares del interior. No se puede desconocer a luchadoras como Marita Rodríguez o a compañeros como Pepe Borges que estuvieron batallando en muchos otros lugares más -y lo siguen haciendo. Algunos de los pocos muros, nuevos, pintados por la seguridad social que hay en Montevideo, lo han sido por militantes de este Movimiento, bastante más amplio que “una manga de ultras o gente de la Unidad Popular” (de la que, dicho sea de paso, como es público y notorio no formo parte). Además, está integrado por compañeros y compañeras de ATSS y otros sindicatos, y sus acciones son apoyadas por unos cuantos frenteamplistas, votantes de Salle, de la UP, el PT y el PERI por supuesto, o votantes en blanco, e incluso compatriotas de los partidos tradicionales.