Eduardo Aparicio
Diez semanas tan solo nos separan de la elección donde la papeleta blanca por el SI a la Enmienda Constitucional, en asuntos vinculados con la Seguridad Social, será sometida a la consideración del cuerpo electoral. Es poco tiempo, la batalla no se ha presentado todavía en toda su amplitud e intensidad.
A esta altura resulta más que vidente para muchos que el PLEBISCITO se trata de una causa y una cruzada militante, de gran valor, que nos reclama un gran compromiso e ingentes esfuerzos desde posiciones de desventaja. Para nosotros, su justeza, pertinencia y relevancia están fuera de cuestión.
La victoria es posible y tiene dos planos íntimamente ligados, pero que a su vez implican diferenciaciones entre sí; obtener la incorporación de los tres 3 principios básicos en nuestra Carta Magna, y construir una correlación de fuerzas que arraigue y consolide ideas fuerza fundamentales para profundizar la lucha por una Seguridad Social, en clave de Derechos Humanos, de solidaridad, abriendo el camino para escindirla de la noción y la dinámica del lucro. Es un combate al que acudimos con un cuchillo armado de doble filo: democrático y humanista.
La defensa y promoción del Plebiscito se enfrenta a fuerzas e intereses de gran porte, que logran combinaciones y complementariedades, virtuosas, potentes. Mencionaremos algunos de ellos. El capital financiero y sus testaferros, entre quienes revisten las cámaras y gremios de los empresarios, los grandes medios de comunicación, buena parte de la academia que procura proyectar sus argumentos de autoridad, los políticos de los partidos burgueses, a los que con bríos diferentes acompañan muchos integrantes del elenco de políticos autoproclamados progresistas.
Además, como la papeleta se somete al escrutinio ciudadano al mismo tiempo que las elecciones de noviembre, lo electoral y el electoralismo tiñen todo el proceso y tenderá a ahogar la prédica por el plebiscito en el barro de la campaña. Con fuerza aparecen los cálculos, los juegos de velar posiciones, de esconderse tras el esmeril del vidrio para disimular posicionamientos.
Un elemento que une a los opositores a la iniciativa plebiscitaria, es la defensa del statu quo, lo hacen en grados diferentes y desde perspectivas de clase y trayectorias políticas que dan lugar a matices, pero que al final no dejan de conformar un bloque que no escamotea ni ahorra ningún recurso para debilitar, ningunear esta iniciativa nacida y sostenida por el movimiento social y que cuenta con apoyos relevantes en la izquierda política.
Desde un inicio las encuestas -que deben ser tomadas tan solo como una referencia en el diagnóstico de la situación y no como una verdad absoluta- indican márgenes de aprobación al SI que no son para nada desdeñables (48%), las últimas lo confirman, mostrando siempre una cierta transversalidad, la decisión de apoyo, no siempre totalmente coincidente con la opción partidaria (en una elección que es a la vez presidencial y parlamentaria). Pero sobre todo muestran porcentajes importantes de ciudadanos que todavía no han decidido (indefinidos), 23%, si ponen o dejan de poner la papeleta en el sobre, entre los cuales se puede inferir son muchos que se expresan así por desconocimiento y falta de información.
En ese espacio que hay que conquistar, a través del convencimiento y la persuasión, está la clave del éxito. Acometer esa tarea implica la necesidad de superar una serie de realidades, que en buena parte son limitaciones y restricciones.
Enumeremos algunas de ellas, a saber:
- Reforzar la dirección política de la campaña desde el movimiento social Comisión AFIRMA (comando), logrando articular la diversidad de actores de naturaleza diferente, con historiales y definiciones políticas distintas. Algo que no es fácil, que requiere cintura, amplitud, superación de todo reflejo sectario, dejar atrás los perfilismos y sobre todo una gran dosis de conducción y orientación. Porque de lo que se trata es de hacer converger con eficacia a los actores sociales y las organizaciones políticas, siempre en el entendido que la conducción y dirección de la campaña recae en el movimiento social.
- La materialidad de la campaña, más que sabido es que se cuenta con recursos escasos, porque el Plebiscito es una causa plebeya, entonces tiene la fuerza argumental y movilizadora de los plebeyos reflejada en convicción y garra, pero no tiene dinero. Esta limitación hay que mitigarla apelando al arsenal de generación de medios y recursos que caracterizan la movilización, al despliegue de las organizaciones populares.
- Organización. Debemos extender y consolidar una organización que tenga en cuenta a todos los actores, que conlleve lógicas de sincronización y complementariedad. Aquí hay que armar un combinado de liga del interior, para enfrentar a un equipo profesional. El diferencial que puede hacernos pegar el salto, tiene que estar en el buen manejo de los aspectos estratégicos y su concreción en medidas tácticas, recogidas en un PLAN DE ACCIÓN, comprensible y que sin mayores explicaciones la militancia pueda comprender y hacer suyo.
- La contundencia argumental, para lo cual se cuentan con insumos importantes provenientes del trabajo de reflexión y elaboración de los técnicos que en distintos ámbitos apoyan la iniciativa, debe ser acompañada de una discusión e intercambio permanente entre la militancia, desde un espíritu crítico y constructivo, ya que lo que prima en este tramo final de la campaña, es la acción decidida cargada de audacia.
Temple militante existe, no sobra, hay que ir al encuentro del mismo, facilitarle su encausamiento, generar las condiciones para que se articule, sabiendo que motivación y convicción constituyen en estas circunstancias una fuerza impactante e inteligente, para que se despliegue.
No se puede obviar cómo incide en su militancia la libertad de acción decida por el Frente Amplio también para esta etapa de la campaña. Ya que un número importante de frenteamplistas manifiestan que no votaran por el SI y otro contingente significativo no lo ha decidido. La libertad de acción es el recurso al cual apeló el FA, para eludir, o disimular diferencias profundas de óptica y posicionamiento, de visión estratégica y de principios, procurando por este medio controlar los efectos negativos de las posturas encontradas, en el desempeño electoral. Pero la libertad de acción, en ningún caso o lectura que se haga de ella, puede implicar renunciar a dar la batalla de ideas, al ejercicio de la libertad de opinión. Las definiciones de las dirigencias que deciden no ensobrar pueden y deben ser perforadas, si se logra la adhesión de militantes y votantes, que mayoritariamente no siguen a pies juntillas las consignas de sus dirigentes, cuando están convencidos de algo. El acatamiento resultante del ordene y mando queda tan solo circunscripto en los carozos de la militancia orgánica. El trabajo de conquistar la adhesión es importante, cuando el 23% todavía no ha decidido su voto por el plebiscito.
En el marco de la libertad de acción, de las reglas que la regulan en este caso; los partidos y sectores frenteamplistas que acompañan el SI, deberían hacer del tema PLEBISCITO una de las patas de su proselitismo sectorial, en reuniones, actos, mensajes publicitarios. Cómo se paren frente a esto, indicará también los grados de compromiso con el plebiscito.
El reciente pronunciamiento de Carolina Cosse, donde buscó separar el acto de firmar para habilitar el plebiscito de la recolección del voto de apoyo al SI; no cabe duda que suma a las huestes que desde el progresismo conforman la entente que pretende que la iniciativa no prospere. Representa una toma de posición, frente al parte aguas que implica el plebiscito, con sus 3 puntos y en especial con el de la eliminación de las AFAP. Las consecuencias políticas del alineamiento de la formula frenteamplista (Orsi-Cosse), tendrá que ser materia del análisis y balance que se haga con posterioridad a la elección. De todas maneras, es evidente que retroalimenta las distancias entre izquierda política y social, que se expresa en tantos ámbitos. Los partidos que apoyaron la candidatura de Cosse en las internas y que a su vez son partidarios del plebiscito, vienen expresando su posicionamiento ante ese pronunciamiento. El que también sabemos tiene una relativa incidencia sobre la militancia, que asoció esa candidatura en las Elecciones Internas, como una expresión tendencial de una mayor entonación a la Izquierda.
Con sus propias bazas, propaganda artesanal y despliegue territorial, es decir, con y a partir de sus propias fuerzas y métodos, el movimiento popular comprometido en esta batalla, con convicción y determinación, no tenemos dudas que pisará fuerte el pedal del acelerador para encaminarse con su máquina militante y la fuerza de la razón a pelear por el SI el 27 de octubre.