No es la inseguridad, es la corrupción

Garabed Arakelian

Recientes encuestas de diversas empresas han coincidido, en términos generales, en señalar la falta de seguridad como el problema que más preocupa y aflige a la población. Basados en ese dato han determinado que, lo que más se reclama de las autoridades es superar el nivel de inseguridad que se padece. ¿Cómo hacerlo? La respuesta es contundente: ese es un tema para los técnicos y ellos se encargarán de arbitrar soluciones. Tal como lo hacen hasta ahora. Punto y a la línea.

En el reclamo y en la identificación del problema más acuciante coinciden oficialismo y oposición. De modo que no queda margen para la duda: ese es el problema mayor.

Ahora hagamos un paréntesis y busquemos un ejemplo: una epidemia de gripe que se manifiesta con fiebre intensa. Bajar la fiebre de aquellos que resultan afectados por la enfermedad se convierte en objetivo importante y principal y en ese afán se deja de lado la causa. Es decir: no se combate la gripe sino una de sus manifestaciones.

Denunciar la inseguridad como el mal mayor es ignorar la causa que provoca la enfermedad. Es cubrir, ocultar, disimular, la raíz del problema que es la Corrupción.

Al no advertir esto, que no es un problema de matices, la oposición le hace el juego al oficialismo. ¿Consciente o inconscientemente? Habrá que estar atento.

Pero lo cierto es que al oficialismo le conviene hablar de la inseguridad, que se recibe y analiza como un tema genérico y entonces se convierte en algo participativo, en causas y efectos, donde tanto unos como otros, son parte del problema y de la solución. Sin duda, es llamativo que la oposición se brinde tan generosamente a compartir las características negativas de este gobierno. Si no es en defensa de sus intereses, debería al menos, en honor a la verdad, hacer alguna puntualizaciones.

Y en esta triquiñuela, jugarreta, o como se la quiera llamar, el gobierno se ha mostrado más hábil que la oposición, porque no se habla de un aspecto que involucra a determinas personas o grupo de ellas, el tema se convierte en un problema de aflicción social. Y no es ni siquiera de la coalición que gobierna. Resultado: todos temerosos y reclamando soluciones en ese campo de la seguridad. Pero de la gripe nadie habla al igual que de la corrupción.

Porque si se habla de esto último sin duda que se pondrá sobre el tapete los casos de corrupción y quienes han sido y son protagonistas de los mismos. Es obvio que al gobierno no le conviene hablar de corrupción y en cambio sí diluir el tema en un término genérico de “inseguridad”.

Cuando comenzaron a difundirse, hace pocos meses, los porcentajes de votantes y se veía una superioridad del FA las agencias comenzaron a preguntar si no se veía con temor el avance de la oposición. Y, aunque no se mencionara, eso relacionaba el temor, la inseguridad, con el avance de la oposición. Obvio, no se consultaba acerca de los niveles de corrupción.

Descubrir el flanco débil del adversario sirve porque es allí donde se debe focalizar el ataque y no cabe duda que la corrupción es el punto débil del gobierno y es, por esa misma razón, el tema que retira de la atención pública. De la decisión popular dependerá que lo logre.