Daniel Ximénez 1
Nosotros también estamos favor del diálogo social sobre la seguridad social, no está ahí la diferencia dentro del FA. Pero nosotros queremos un diálogo realmente social, participativo, no sólo entre dirigentes o expertos, y ese diálogo ya empezó en la campaña de recolección de firmas, que convocó e involucró a la mitad de la población del país, y 430.900 firmas, a pesar de que no fue impulsada por todos.
Acá no caben especulaciones electorales. El FA no va a dejar de ganar las elecciones por este debate. Todo lo contrario, lo va a acercar a una nueva victoria, como ya ocurrió con otros plebiscitos, que ganados o perdidos, provocaron avances en la conciencia, la organización y la movilización popular que prepararon el terreno de grandes victorias electorales de nuestro FA: la conquista de la Intendencia de Montevideo en 1989, luego de la derrota del voto verde; la conquista del gobierno nacional luego del también muy debatido pero victorioso plebiscito por ANCAP en 2004; o la renovación del gobierno en 2009 a pesar del saboteado y derrotado, por muy poquito, voto rosado contra la impunidad. La participación popular y la lucha siempre suman. Ya deberíamos haberlo aprendido. La campaña por la reforma constitucional de la Seguridad Social, se logre o no, anunciará una nueva gran victoria frenteamplista, ya van a ver. No lo hacemos por eso, pero lo decimos para que se queden tranquilos.
El diálogo social por la seguridad social ya empezó. Lo impuso la gente. Lo protagoniza la gente. Y eso ya de por sí es algo muy bueno. La participación popular fortalece la democracia y eleva la calidad del debate político. La cuestión no es si se da o no, ya se está dando. Hay políticos que creen que pueden administrar la realidad, decidir qué ocurre y qué no, acomodar los escenarios de acuerdo a su gusto y conveniencia, que no confían en la sabiduría del pueblo. El debate político ya está instalado, les guste o no, lo instaló la gente, y lo peor que podrá hacer el FA es rehuirlo.
No nos debilita mostrar diferencias. Lo que nos debilitaría, ante los ojos del pueblo, es mostrar que no podemos manejar esas diferencias en unidad; o peor aún, que no tenemos la convicción para defender nuestras ideas cuando hay que hacerlo. La gente está harta de los políticos que especulan, que cuidan lo que dicen, que la alejan de las decisiones. Quieren políticos y dirigentes, que digan lo que piensan, que se jueguen, y cumplan.
Y yendo a los contenidos. Nos preguntamos, ¿es tan equivocado, tan inaceptable, lo que proponemos en esta reforma como para no poder ponernos mínimamente de acuerdo? ¿Nos vamos a dividir por 5 años de la edad jubilatoria? ¿No podemos tolerar que el mínimo jubilatorio no sea inferior al Salario Mínimo Nacional? ¿Colapsará el sistema y se derrumbará la economía si terminamos con la estafa inútil de las AFAP, como ya se hizo en la mayoría de los países que las ensayaron? No lo creo.
Lo quieran o no algunos dirigentes, el gran diálogo por la seguridad social ya empezó.
1 Sociólogo y miembro del Comité Central del PVP.