En diálogo con Fernando y otros dirigentes. 5 palabras para firmar por el plebiscito

 

Adolfo Bertoni *

Cada vez más en la política uruguaya están faltando quienes llamen a las cosas por sus auténticos nombres. Así, casi nadie ha denunciado lo que debería rompernos los ojos: la ley que “reformó la seguridad social” fue y es un acontecimiento hecho descaradamente a traición. Realmente, como lo enseña el diccionario, fue diseñada y aprobada alevosamente, faltando a la lealtad y a la confianza que deberían ser la base de una sociedad verdadera y profundamente democrática.

Por eso hace falta repetir y recordar más allá del cansancio que en las elecciones del 2019 ni Lacalle Pou ni Daniel Martínez hablaron en momento alguno de aumentar la edad jubilatoria. Repetir que tampoco escuchamos de sus bocas que plantearan modificaciones reaccionarias en materia jubilatoria y pensionaria, y mucho menos que esas modificaciones iban a significar severos recortes en el régimen de pensiones por viudez además del hecho de tener que trabajar más y aportar más para terminar cobrando menos como jubilados o jubiladas.

Sí: la “reforma” aprobada no fue ni es leal con los votantes ni fue tampoco fiel a los discursos pre electorales. (Dicho en otras palabras: al ser hecha a traición las calificaciones de engaño, felonía, falsía, vileza o infamia, le vienen como anillo al dedo. Una verdadera ingratitud con la buena fe de las uruguayas y uruguayos que eligieron el actual gobierno y parlamento hace cinco años).

Por lo tanto, también podemos decir que esta “reforma” vigente desde el año pasado constituyó y sigue constituyendo un fraude por cuanto ha sido y es “una acción contraria a la verdad y a la rectitud”, perjudicando enormemente a las personas contra quienes se comete.

 

Las dudas de algunos dirigentes y sectores

Tal vez sea bueno recordar que luego de la aprobación de la Ley de Urgente Consideración (LUC) -mientras en el PIT-CNT se discutía la necesidad de someter unos cuantos artículos ad Referendum de la ciudadanía- el entonces compañero Presidente de la Convención trabajadora decía que tenía “enormes dudas” porque las “condiciones eran muy débiles” para emprender el proceso de recolección de firmas. Sin embargo, la vida terminó pasándole por arriba y se obtuvieron cientos de miles de ellas, superando ampliamente el número necesario.

Ahora, frente al actual proceso de volver a obtener las firmas que hacen falta para plebiscitar una Reforma Constitucional que cambie cuatro o cinco ejes fundamentales del sistema jubilatorio y pensionario, Fernando ha dicho, sin especificar, que “tiene muchas razones para no firmar… y algunas razones para firmar”. Ante ello, y con el mayor de los respetos, creo que es necesario un simple recordatorio de tiempos no tan lejanos, hecho a vuelo de pájaro, para concluir que alcanza y sobra con una sola razón para que el compañero estampe su firma al pie de la papeleta… si es que pretendemos ser fieles a algunas de las señas de identidad que caracterizan a nuestra generación: la de quienes ingresamos a la lucha social y política como parte de la resistencia a la dictadura.

 

Mucho más que una frase para quedar bien

Para quienes tuvimos que soportar un nefasto gobierno dictatorial, con la ausencia de las libertades fundamentales, alcanzó una consigna de 5 palabras para que fuera una de las principales banderas de nuestra lucha permanente. Fue por esas 5 palabras que nos esforzamos y corrimos distintos riesgos para decidir qué sistema político querían nuestros compatriotas que reinara en el Uruguay, cuáles partidos políticos querían que existieran, también para que expresaran si era necesaria la defensa y promoción permanente de los derechos humanos, si querían que existieran sindicatos y gremios (y podríamos seguir con una larga lista de reivindicaciones y necesidades para una mejor convivencia democrática).

Esas 5 palabras podrían ser perfectamente un gran resumen de las causas y motivos de la lucha de cientos de miles de uruguayas y uruguayos de todas las orientaciones partidarias. Si no hubiéramos luchado y corrido riesgos para que esas 5 palabras fueran nuestro santo y seña generacional, es más que probable que a muchísimos de nosotros, sencillos varones y mujeres del pueblo, se nos hubiera caído la cara de vergüenza.

Sí: casi todo lo que hicimos fue sencillamente para que el pueblo decidiera. Hay muy pocas razones más nobles que esta. Sería muy bueno que no nos olvidáramos de ella cuando se trata nada más y nada menos de resolver en conjunto, libre y soberanamente, qué caminos queremos que recorran nuestras jubilaciones y pensiones, así como las de nuestros hijos e hijas, nietos y nietas.

Sería muy bueno, estimado Fernando y otros compañeros y compañeras, que fuéramos consecuentes con algo tan importante que debería haber marcado nuestras vidas para siempre. ¿O me equivoco? Firmar para que nuestro pueblo decida es probablemente una obligación moral y creo que deberíamos actuar en consecuencia. Ojalá todos y todas lo comprendiéramos.

 

Algunas palabras ante la ofensiva contraria al plebiscito

Lo que ocurre es que, mientras algunas compañeras y compañeros dudan sobre si firmar o no cuando faltan pocas semanas para el vencimiento del plazo, los beneficiados por el statu quo, los propagandistas pagos de la ley votada y de las injusticias del llamado Régimen Mixto, no paran de defender a capa y espada la existencia de las AFAP como si se tratara de la salud de algunos de sus familiares, y han agudizado sus ataques a una sencilla iniciativa popular que solamente busca colocar a la justicia social como un valor en nuestra sociedad, aumentando un poco las jubilaciones y pensiones mínimas, estableciendo los 60 años como edad para el retiro (sin afectar en absoluto la libertad de cada una de las trabajadoras y trabajadores de seguir en actividad hasta cuando lo deseen), eliminando un régimen verdaderamente perverso como el de las AFAP que lucran con los aportes del pueblo trabajador y paga “rentas vitalicias” absolutamente insuficientes, recuperando además si ganamos el plebiscito más de 1300 millones de dólares para las arcas del BPS, pagando jubilaciones que habrán de superar los valores de las “dos jubilaciones” que supuestamente paga el régimen vigente, y las que se pagarán con el que empezó a existir desde el año pasado.

Estos personajes y organizaciones desaforadas temen enormemente que les afectemos sus intereses contantes y sonantes y no cesarán en su prédica hasta que llegue el último domingo de octubre. En todo caso, dependerá de la militancia de miles explicando lo que busca nuestra papeleta para que sea la voz del pueblo la que marque el camino a seguir en esta materia, gane quien gane las próximas elecciones, y será el nuevo gobierno y el futuro parlamento los que decidan -con la necesaria participación de los sectores sociales y la más consecuente vigilancia popular- cuáles serán las jubilaciones y pensiones futuras, viéndose obligados a respetar el mandato que surja de las urnas.

Así las cosas, entonces, agotemos todas nuestras fuerzas para superar largamente el número de firmas requeridas para hacer realidad el plebiscito, y preparémonos unitariamente para alcanzar nuestros objetivos en octubre. ¿Quién nos dice que la conciencia colectiva no es capaz de lograr lo que se propone? ¿Qué nos impide luchar hasta que la victoria sea la causa de una enorme alegría para quienes habitamos en esta querida tierra, que así será más solidaria y justa?

 

*Ex presidente de ATSS