Entrevista realizada por: Eduardo Aparicio
¿Tú eres de la idea que el plebiscito es el “primer paso” en el diálogo social?
Sí, por supuesto, es el primer paso para enmarcar claramente que el diálogo para la reforma de la seguridad social tiene límites estructurales muy precisos, no existirán más las AFAP, no habrá lucro privado, no habrá ahorro individual con destino jubilatorio. También consagra derechos vitales como lo es el poder jubilarse a los 60 años de edad y 30 años de servicio y a tener un ingreso mínimo de jubilación o pensión igual al salario mínimo nacional.
Si se aprueba la reforma constitucional del Art. 67, el diálogo social comienza con todas las garantías de que se respetará al máximo que la Seguridad Social es un Derecho Humano Fundamental no susceptible de lucro. Si no se aprueba la reforma, es absolutamente improbable que eso suceda, dado que el Frente Amplio no eliminó las AFAP en 15 años de gobierno y, actualmente, una parte significativa de dicha fuerza política está en contra del plebiscito. En resumen, el plebiscito no es solamente el primer paso del diálogo social, es la condición necesaria para que haya una reforma en profundidad del sistema de seguridad social.
¿Hay elementos que puedan hacer pensar que tras la idea del diálogo social, subyace una voluntad conciliadora entre intereses, económicos, políticos contrapuestos que tienen una matriz de clase?
El diálogo social es fundamental e imprescindible, más allá de las razones y/o intereses de quienes lo contraponen al plebiscito, hay que convocar a todas las fuerzas sociales y políticas a debatir sobre un nuevo sistema de seguridad social basado en los principios rectores de: universalidad, solidaridad social intergeneracional e intrageneracional, integralidad, participación social, afiliación obligatoria y suficiencia de las prestaciones.
Obviamente, las clases dominantes, representadas por la coalición multicolor que gobierna el país, son totalmente contrarios a esos principios como lo demuestra la ley 20.130, que amplía la privatización del sistema y reduce la responsabilidad del Estado.
¿Hay algún tema que quieras destacar para el diálogo social que crees tan imprescindible?
Sí, es necesario atender las desigualdades de género en el sistema de seguridad social, derivado claramente de su participación limitada en el mercado de trabajo. En efecto, las mujeres tienen más bajas tasas de empleo y un promedio de horas trabajadas menor que los hombres, a la vez que tienen mayor cantidad de horas dedicadas a tareas domésticas y de cuidados.
Esto luego se refleja en el momento del retiro en situaciones desventajosas en lo que hace a la cobertura y la suficiencia de las prestaciones obtenidas. Lo cual es consecuencia de que la densidad promedio de cotización de las mujeres es menor que la de los hombres. Igual sucede con las remuneraciones. Un estudio del Banco de Previsión Social de 2022 mostraba que las mujeres dependientes en promedio mensual ganaban 35 mil pesos y los hombres 45 mil. A su vez, eran cotizantes, aproximadamente, 730 mil hombres y solo 680 mil mujeres. Los años de cotización son muchos más bajos en los quintiles de menores ingresos. Las desigualdades de género existentes en la etapa activa se trasladan directamente hacia la etapa de retiro y se agudizan a medida que los ingresos son menores.