Eduardo Aparicio
Con la presentación de la papeleta ante la Corte Electoral (14 de setiembre 2023), se culminó una primera etapa, de un proceso que tiene todavía otra por quemar. En esta, la inicial, podemos identificar distintos momentos. El punta pie inicial, dado por el sindicato de los trabajadores del BPS (ATSS), con fuertes y sólidos fundamentos reunidos al amparo de su trayectoria, combinado con la valentía y la osadía imprescindible para encarar semejante empresa, perspicacia que entre otras cosas dio lugar al único proyecto estructurado alternativo de reforma de la seguridad, avanzado antes del inicio de las discusiones reformistas. Participación en la creación del MONDES, acompañada por sectores de la izquierda no frentista (UP) y despliegue de las acciones de información y sensibilización a lo largo y ancho del país, con escasos medios. Tanto ATSS como el MONDES sufrieron un ninguneo y desconocimiento sistemático por parte de las cúpulas dirigentes políticas y sindicales, logrando el reconocimiento formal de los postulados en ATSS en noviembre de 2021 en el Congreso del PIT-CNT, resolución que en los comienzos no superó el estadio de “saludo a la bandera”, así como la obtención temprana del respaldo de FUCVAM en junio de 2021, primera organización social de envergadura que se pronunció en el país. Para luego, después de la aprobación de la Ley 20130; instalar el tema con fuerza a nivel sindical, e indicar cómo proseguir la lucha contra la andanada conservadora en materia de Seguridad Social. No se puede dejar de reiterar que en el campo político el pronunciamiento contundente del Partido Socialista en el mes de junio, confirmatorio de una posición histórica, que estuvo presente en las resoluciones adoptadas en julio del 2022 en su 50 Congreso Ordinario, antes que se produjera la decisión sindical, siendo el primero dentro del frenteamplismo en hacerlo, luego seguido por otros. La paulatina convergencia de opiniones sindicales que culmina con el frente de los 16 sindicatos, que el 10 de agosto hicieron aprobar el camino del plebiscito en base al trípode de ATSS: edad, eliminación de las AFAP, equiparación de prestaciones mínimas con el Salario Mínimo Nacional (SMN).
Imagen de la entrega de firmas 14.09.23
Esta primera etapa ha estado surcada de dificultades, particularmente provenientes de un fuego cruzado, enemigo y amigo, donde ambos aparecen apuntando a la misma diana de tiro, sumándose las críticas, objeciones de los exponentes conservadores de toda laya, a la de algunos referentes del “progresismo”. Claro está que no negamos que en las filas del movimiento popular, por supuesto que caben las dudas y la formulación de diferentes opciones tácticas. Ahora, los desencuentros que se evidencian en el momento presente en esta materia, superan lo meramente táctico, para incursionar en el terreno de diferencias conceptuales y estratégicas. Los representantes del privilegio y de los poseedores, hacen y harán su trabajo, de defensa del statu quo y de las opciones que favorecen, benefician los intereses de clases que expresan y de las que son gerentes. Mientras, entre los sectores progresistas, que pueden considerarse dentro del campo popular, lo que prima es una adaptación a las condiciones del sistema, un minimalismo de postulados, una aceptación de políticas paliativas (ver artículo de V.H. Abelando), a hacer dentro de lo posible, de lo inmediato, con espíritu pragmático y mucha resignación a actuar en los espacios residuales y marginales que proporciona el sistema.
Recurrir a la democracia directa, es una buena definición, enraizada en lo sustantivo de una visión participativa de la democracia, de su ensanchamiento inclusivo de la dimensión social, económica, cultural que la misma debe tener y que desde la izquierda hay que impulsar. Nunca está de más recurrir a ella, y no se deben generar falsas oposiciones con otras alternativas, como la de la comparecencia electoral con pretensiones de cambio y desplazamiento del contubernio conservador que nos gobierna.
El plebiscito no plantea una reforma de la seguridad social, que tendrá que tener lugar en el tiempo y el espacio político con posterioridad a octubre del 2024, lo que hace es insertar en la Constitución postulados fundamentales en materia de seguridad social, que complementan y amplían otros que ya existen. Es un camino idóneo; sin la enmienda de 1989, la pobreza campearía entre los pasivos.
Sin duda que para lograr una inevitable ulterior reforma, que tal vez catalice un nuevo gobierno del FA, -serán necesarios los diálogos sociales, en los cuales estará contemplado el desespero dialoguista que algunos profesan como leitmotiv, y no escaparán a las negociaciones-, ésta deberá ser propulsada por la movilización activa y sobre todo será una muestra de la cristalización de correlaciones de fuerzas, que no son solo políticas ciudadanas, sino de clases; como corresponde a la vida, funcionamiento de una sociedad fundada en su existencia. Los pactos políticos que recogen las constituciones, son expresiones de momentos históricos y de esas pugnas y disputas; por eso en este caso resulta más que oportuno y pertinente propiciar el camino de la enmienda constitucional, en el marco de una perspectiva de izquierda que busque transformaciones, y empuje a las fuerzas populares en su realización. Les dejamos a todos quienes se asimilan a visiones asépticas y talismánicas de lo constitucional, que carguen con sus puntos de vistas, sus mentalidad y estilo, que surgen de haber sido cooptados.
No estamos frente a simples diferencias entre izquierda social y la izquierda política, ya que dentro de en cada una de ellas hay quienes se oponen al camino plebiscitario (en un reflejo transversal); pero más allá de la valoración del camino, las diferencias estriban en elementos y aspectos conceptuales que explican sus actitudes y definiciones. ¿Cuáles son estos? No otros que la defensa de las AFAP, del ahorro individual, asignarle un carácter ineluctable a la dimensión demográfica en las problemáticas de la Seguridad Social; amputando por autodecisión y convicción, toda expectativa y pretensión de más y mejores gravámenes al capital para su sustentabilidad y sostenibilidad de una Seguridad Social más justa. Ceden graciosamente a la consideración que las reformas paramétricas tienen y deben alcanzar el aumento de los años trabajados, abandonando la aspiración de la emancipación de los trabajadores de la esclavitud asalariada que es parcialmente alcanzable por la vía del retiro, y que sigue nutriendo entre quienes abrazamos humanismo y socialismo
El trípode de principios que se plasma en la papeleta, -muy bien elaborada desde el punto de vista técnico y político, debemos reafirmarlo-, constituyen la mayor confrontación con el modelo neoliberal impulsada desde el campo popular en las últimas cuatro décadas, entre otras cosas porque plantea la consagración principios de alto valor humanitario y de sensibilidad social (solidaridad, suficiencia en material de Seguridad Social) y porque interviene sobre aspectos del lucro y de la dinámica del capital financiero, imponiéndole limitaciones y restricciones.
En el movimiento social y sindical se impone la máxima unidad de acción, para llevar adelante medidas que fueron adoptadas en forma absolutamente democrática, por supuesto, reconociendo y reafirmando que la disidencia siempre en necesaria y por ende bienvenida, pero no menos lo es el respeto de los caminos elegidos mayoritariamente, lo que hace parte de la dialéctica unitaria y de su auténtica conjugación. A pesar de nubarrones que han poblado el horizonte, esto parece estar asegurado. Sabemos que se requieren voluntades y materialidad para que la movilización llegue a buen puerto y se alcance el 10% de firmas del padrón electoral, que habilite la consulta. La tarea no es fácil, pero las cosas están encaminadas, y el tesón y la lucidez militante lo harán posible.
Todo indica que el Frente Amplio irá por el camino de la libertad de acción, ya que es imposible un pronunciamiento que englobe las dos posiciones. Especialmente porque después de aprobada la Ley 20130 en su seno se exhiben diferencias profundas y la “síntesis” no aparece como posible y viable. Diferencias que no hacen más que expresar las contradicciones propias de la naturaleza policlasista del FA y de su cada vez mayor vocación electoral-gubernamental. Todo objetivo se subordina a la reconquista del gobierno, acelerándose en muchos de los sectores que lo integran una muy fuerte y visible asimilación al sistema, en términos conceptuales e ideológicos, abordaje desde lo técnico en un campo no neutral. Sintéticamente, hoy una parte no puede imponerle a la otra sus puntos de vista, en tanto ninguna aceptará graciosamente verse encorsetada por la otra. La libertad de acción, no puede cobijar la idea del NO DEBATE sobre los aspectos contenidos en la papeleta, que son materia de discordia; entonces el dilema y desafío para la coalición-movimiento, es cómo encauzar a lo largo de los próximos meses un debate político, que no quedara constreñido en la interna, como ya ha quedado demostrado en la campaña electoral. Cómo administrar los disensos reduciendo los impactos sobre su actuación pública. El camino de superación del intríngulis planteado pasa necesariamente por arbitrar ciertos grados de manejo y regulación del debate; el desenlace de esta cuestión todavía aparece incierto, teniendo en cuenta el carácter de la gran interrogante a resolver.
La hora actual está marcada, por activar, formar músculo militante para una pronta y exitosa recolección de firmas. El tiempo no sobra, a la espera de las definiciones y en la concreción de los acuerdos se nos han ido muchas semanas. Fundamental resulta proveer a la fuerza militante que existe, constituida por el movimiento sindical, la intersocial, los sectores políticos que la apoyan y el gran reservorio conformado por las bases del FA, de un equipamiento argumental sólido. Defender la papeleta no es difícil, pero en virtud de los penales que hay que atajar, tenemos que pertrechar muy bien a la militancia, superar los encares reduccionistas, la improvisación, ser simples y consistentes, es decir construir solidez argumental. Para lo cual es necesario reconocer que nada es blanco y negro, se debe trabajar en y sobre la escala de los grises, sabiendo desarrollar los antídotos a los argumentos efectistas, que infunden temores, desconfianzas y suspicacias. Esta es una gran tarea, a acometer en lo inmediato, por las organizaciones sociales y políticas, teniendo la capacidad en el marco de la necesaria e indiscutible independencia y autonomía para impulsar sinergias.