Garabed Arakelian
“Tenemos que abrirnos, no hay otro remedio,/es un caso serio tu modo de amar.
Tenemos que abrirnos, amistosamente, no es vida decente broncar y broncar.
Tenemos que abrirnos, hemos terminado /las que has aguantado te las pagaré
con buenos recuerdos, diré que sos buena,/que es grande mi pena, pero que le vachaché.”1
La derecha tiene bastante aliviada su tarea de frenar y, si puede, de aplastar a la oposición, ya que esta se halla ocupada en superar la progresiva lucha interna que viene minando su fortaleza.
En el Frente Amplio la transformación o la pérdida, paulatina y sostenida, de la estructura ideológica, impacta por debajo de su línea de flotación. Eso crea confusión y desánimo en quienes permanecen en sus filas, en tanto que, para aquellos que quieren alejarse y necesitan argumentos, se genera un estado de irritación y descontento que sirve de justificación para el abandono de la lucha. Y esto trae sus consecuencias en la militancia y de ellas se quejan, públicamente, los dirigentes del FA que no atinan a encontrar respuestas, pero sí se animan a reprender fraternalmente a la militancia, exigiéndole mayor empuje.
Pero el tironeo en términos de definición ideológica y de las posiciones a sostener en consecuencia, no son discusión bizantina. Es lucha dura y pura. Puestos a regatear, los leguleyos reclaman documentación que respalde ciertas definiciones que acrediten la condición de “izquierda” por oposición clara y definida frente a la derecha, y es entonces que se constata la carencia de esa documentación. “No hay definición contra el sistema”, proclaman satisfechos.
Los memoriosos y los curiosos recordarán que el lema partidario Frente Amplio siempre se presentó con un aditivo que era justificado por la conveniencia electoral: “esto suma”, decían, pero nunca, nunca, se habló de la contraparte preguntando cuánto costaría. Sumaba votos a costa de perder la esencia. Algo así como venderle el alma al diablo.
De modo que reciben un cadenazo en los dientes quienes argumentan, inútilmente, acerca de las definiciones de izquierda por parte del Frente Amplio.
A su vez, responden con serena sonrisa los defensores del artilugio transformador, pidiendo que se presenten elementos probatorios y de paso recuerdan que nunca hubo una definición oficial en ese sentido.
Quienes quieran y puedan hacerlo deberán hurgar en la historia no oficial del FA para tener argumentos, puesto que, mientras tuvo ese pulso de liberación popular, el Frente confió en el estado del alma de su militancia. Cuando la burocracia llegó al gobierno y de allí pasó a ocupar también posiciones de dirección partidaria poniendo a éstas al servicio de aquéllas, se desvirtuó su acción política transformadora y el partido político creado para llevarla adelante se convirtió en una pieza más del sistema.
Por eso, desde su seno surgen voces y argumentos, inimaginables en los tiempos fundacionales, que defienden el lucro privado como patrimonio del pueblo, que reducen el potencial reivindicativo de las masas poniendo reparos a esas aspiraciones y lo hacen con los mismos argumentos que la derecha.
Digamos, con un breve ejemplo, que así como Pacheco, la dictadura y otros etcéteras inoculaban el miedo con argumentos de niños robados y cosas por el estilo, estos desde la “izquierda” promueven el miedo anunciando debacles bíblicas si se toca el estatus de las por ellos bienqueridas AFAP.
Y así, presurosos, atropellándose, los técnicos asesores recurren a los manuales y argumentos de los organismos internacionales para avisar que eso no se debe hacer. Y lo dicen públicamente, para que se sepa fuera del ámbito al que los obliga su contrato.
Resulta entonces que con esta tesitura desde la izquierda, quienes deberían esmerarse en buscar y encontrar argumentos que justifiquen la realización del plebiscito, se les da introducción a los argumentos que utiliza la derecha.
Esgrimen un solo argumento diferente: anuncian que cuando gane el Frente y ellos navegando en esa ola, allí sí, desde el gobierno, van a introducir las modificaciones que el pueblo quiere asegurar desde ya con este plebiscito. Deberá ganar el Frente, deberá hacerlo con mayorías como para imponer esa decisión. Dudosas posibilidades con este estado de organización que se promueve.
Pero la argucia malevolente tiene otros fundamentos. En último caso: “libertad de acción , y quedamos en paz” dicen orondos. Otra trampa para ir deshilachando la debilitada unidad. En el futuro próximo, y ya con cargos en el parlamento , con este antecedente de trabajar “por la libre”, el Frente será un conjunto de grupos , o individuos, insolventes políticamente, a disposición del mejor postor.
Parecería que solo la vacunación preventiva de la ideología, acertada, aceptable o no, pero ideología al fin, es la garantía que se le puede dar al pueblo que clama por una conducción firme para enfrentar el avance de la derecha.
Este plebiscito sobre la seguridad social es un “parteaguas” fenomenal que, en tres párrafos escuetos, claros y directos, pone en entredicho toda la verborragia populachera y pretendidamente democrática de quienes defienden, en último término, el statu quo vigente y a aquéllos quienes defienden la reforma.
1 Tango de Acuña e Irusta que canta Carlos Gardel. 1933.