Escribe Hugo Tuyá
Dicen los sabios de la aldea que segundas partes nunca fueron buenas. Algunos memoriosos quizás recuerden una famosa frase en boca del senador Gandini en tiempos de 1999, cuando la fórmula emergida de tiendas blancas en las primarias presidenciales de acuerdo a la reforma electoral de 1996 dio el primer lugar a Luis Alberto Lacalle Herrera. El mencionado senador, sin mencionar directamente sus discrepancias, a instancias de los “moretones” sufridos por el ex presidente y su gobierno desde 1990 a 1994, cuya actuación derivó en un alto precio político para la interna blanca, tuvo la inmediata intuición de predecir el derrumbe del PN si el candidato era precisamente quien tuvo el rol protagónico del partido a partir de 1990, habiendo tomado el timón del PN luego de la muerte de Ferreira Aldunate, aprovechando el inmenso vacío que el otrora caudillo exiliado luego del golpe de Estado había dejado sin sucesor aparente. La legendaria frase decía algo así como: “…si el candidato a presidente es el doctor Lacalle saco un pasaje en el Titanic…”, y colorín colorado… para marzo de 2000 el Partido Colorado bajo la batuta de la dupla Jorge Batlle- Luis Hierro, se convirtió en el segundo mandato consecutivo de las huestes coloradas luego de la segunda presidencia de Sanguinetti (1995-2000), mientras que el PN pasa al tercer lugar detrás del entonces EFPA. De paso, debe mencionarse que a la muerte de Wilson, la mayoría de sus seguidores, con excepciones, hizo las valijas, abandonó POR LA PATRIA, y se sumó a la tropilla del grupo herrerista rodeando la figura de un líder carismático y con apoyo como para otorgar cargos de relevancia en un futuro reparto: aún resuena aquèllo de “blancos baratos” pronunciado por notorios wilsonistas en referencia a personajes del sector herrerista que apoyaron la dictadura y el voto por el SI de 1980.
Pasados 20 años, la historia política vuelve a encumbrar al PN a la presidencia, capitaneado por un heredero de aquel herrerismo controversial y legado de hechos de corrupción que todavía se recuerdan entre síntomas de pánico y vergüenza. Luis Alberto Alejandro Aparicio Lacalle Pou ha vuelto a comandar el Titanic uruguayo que por lo menos hasta el presente ha mantenido la línea de flotación constante fruto de un hecho circunstancial como la pandemia, pero que ha sufrido los primeros embates de varios “icebergs” solitarios que han comenzado a perforar el blindaje sobre el cual se sustenta la sala de máquinas. Bien puede valer la frase de Gandini para estos tiempos de otro Lacalle cuando el “choque” contra el caso Marset y el de Astesiano---por nombrar solo 2 de los más resonantes--- han desnorteado el barco que nos sumiría en un “nirvana” de 5 años inolvidables. Otros obstáculos no menos difíciles han minado el camino del gobierno multicolor que no hacen sino demostrar aquello tan poco científico pero cierto de que “lo que se hereda no se roba”, y el cúmulo de asuntos sospechados de ilegalidad o corrupción no han dejado de incrementarse a escasos 2 años y poco de comenzado el nuevo periodo gubernamental. ¿Será la gestión de este nuevo gobierno blanco otro viaje en el Titanic…? El hoy senador Gandini, muy apegado y defensor de dicha gestión, componente de un movimiento político en extinción desde la muerte del conductor histórico, probablemente se irá a dormir alguna noche con la frase en la memoria o con la idea de que la historia se repite, parodiando y preanunciando otro fracaso político en ciernes.
En nota anterior habíamos sugerido una hipótesis que a la luz de la última encuesta de opinión pública (CIFRA, martes 8 por Teledoce) sobre intención de voto puede tener cierto asidero, por pura evidencia empírica. Tomando cualquier encuesta con pinzas por experiencias muy recientes, decíamos que el resultado del referéndum contra la LUC evidenciaba un corte pronunciado entre visiones de país que haría posible un repunte del F.A. para intentar llegar al ansiado y mítico 47-48 % en primera vuelta y alcanzar mayorías parlamentarias, horizonte crucial e inevitable para comenzar a desandar la hemiplejia neoliberal y recomponer la trama de un proceso de cambios que quedó trunco en 2019. Obviamente que la medición del voto en una escala temporal significa apenas una fotografía de un momento político con características circunstanciales que pueden modificarse al día siguiente. Sin embargo, la propia debilidad del gobierno, sus diferencias internas, los actos fallidos y una corruptela encubierta han abierto nuevos caminos que convendría trillar y sembrar con argumentos. La sostenida y persistente “deconstrucción” de la paramétrica neoliberal que se ha impuesto el F.A. en todo el territorio, puede adicionalmente contribuir a la consolidación de un triunfo trascendente si lo medimos desde las promesas incumplidas, la corrupción creciente en varios niveles de gobierno, y el contraste histórico con las reformas implementadas durante 15 años de gobierno frenteamplista, aunque los tiempos han cambiado y la sociedad genera y asimila nuevos insumos social-culturales en la medida de sus necesidades y frustraciones: a título de mayor cantidad, ollas populares en el momento de mayor expansión de las exportaciones y con precios históricos de retorno, y la puesta en escena de las reformas educativa y de jubilaciones y pensiones, tinglado capital donde puede dirimirse un futuro neoliberal o progresista. Como dato adicional de coyuntura, y apuntando directamente a 2024, es notoria la falta de figuras carismáticas de recambio en ambas colectividades tradicionales a falta de reelección de la primera magistratura.
Son otras también las formas de comunicación masiva que se emplean para la agenda política y que en tiempos no muy lejanos se manifestaban primordialmente por la TV. Los discursos de personajes encumbrados o conocidos aparecen inmediatamente en los medios digitales en espacios donde hasta hace pocos años los cruces dialécticos entre candidatos atravesaban las ondas de radio o televisión. Las redes sociales han revolucionado la metodología de la comunicación incorporando opiniones y debates donde insólitamente el cerno del problema se oscurece por el cruce exasperado de internautas desconocidos e irascibles o por trolls prefabricados por especialistas para generar desinformación. Hábilmente, voceros del gobierno que funcionan como tiradores de élite en distintos temas álgidos para el prestigio propio, utilizan la televisión y las redes sociales para blindar los agujeros que se agrandan a medida que surgen nuevos datos sobre hechos de corrupción y que abarcan episodios de seguridad nacional. Acorralados por la premura de brindar datos positivos, uno de los métodos de distorsión consiste en tergiversar estadísticas para darlas por verdaderas y por elevación generar una crítica a leyes o medidas tomadas por el F.A.: la llamada “pos verdad”, funcional a la estrategia de manipular datos que mejoren la imagen y performance multicolor. La dura crítica de la actividad sindical o social se reviste de maniobra ideológica a través de la deslegitimación o estigmatización del poder popular desde la base. No hay mejor ejemplo que el de la Coordinadora de ollas populares: sea mediante el ninguneo y la sospecha sobre el grupo en su accionar, así como en marcar las diferencias de clase avalando indirectamente la punibilidad sobre aquellos en los que recae la duda de “expropiar” los objetivos de las ollas a cuenta del Estado. Se fogonea en la opinión pública la división y se toma como chivo expiatorio a los sectores más golpeados por la pandemia, la informalidad, y la falta de empleo digno. Por otro lado, a ejemplo de países cercanos como el Brasil de Bolsonaro o la “grieta” argentina, se separa simbólicamente a los ciudadanos en “nosotros” y/o “ellos” reafirmando la postura de búsqueda de un enemigo interno para ampliarla en la grilla mediática cotidiana cooptando aliados entre la ciudadanía escéptica con los gremios.
De hecho, el intento de manipular números y sensibilidades tuvo su momento de fama con Laura Raffo en el programa TODAS LAS VOCES de Canal 4, donde la ex candidata a intendente dio por seguro el argumento que establecía una anomalía en una de las franjas del IRPF, instancia que fue duramente controvertida por uno de los panelistas que la trató literalmente de mentirosa al omitir las deducciones por la cantidad de hijos del innominado titular. Por si las moscas, como contrapartida, y para otear imparcialmente la trayectoria y el comportamiento sin tacha de políticos honrados en su función, es de destacar que tanto el ex intendente Oscar de los Santos, así como Liliam Kechichian/Benjamín Liberoff y el Ministerio de Turismo durante el periodo anterior, fueron exonerados de delito por la fiscalía frente a las acusaciones respectivas de Antía y Cardoso. Mensaje que da en el blanco para ciudadanos que creen que la Política aristotélica es un arte en extinción…
El Titanic, como metáfora del Uruguay de hoy, ha abierto vías donde el agua comenzó a entrar por los cuatro costados, y no habrá forma de calafatear la nave cuando no se tienen los técnicos sensibles a los problemas sociales, y tampoco los cuadros idóneos para administrar una situación de crisis con solvencia: para muestra basta ver un inicio de gobierno con recortes dentro de un territorio con carencias históricas, y la inoperancia gerencial en áreas clave de la administración, en una coyuntura con guarismos económicos y sociales agravados sin solución de continuidad. Algunos representantes del gobierno intentan demostrar que la situación del país en materia de empleo y seguridad es favorable o que los números indican una baja en delitos como el hurto, la rapiña, y el abigeato, -----exceptuando los homicidios----, pero alcanza con mantener una conversación con vecinos del pueblo para aquilatar debidamente el pulso irregular de una coyuntura que no mejora los índices de ingreso y que continúa solventando ollas populares para calmar el hambre de sectores empobrecidos por la pandemia y también por la falta de trabajo decente. Para estos casos complejos el Titanic está a la deriva y su destino señalado es más que probable para 2024, por lo que ya suponemos que el ánimo del senador Gandini no debe ser el mejor y habrá de tener un salvavidas a mano o convencer al capitán y lograr torcer el rumbo del barco. La violencia que nos sacude a diario conlleva un cambio cultural que viene de la mano de una sociedad en pedazos funcionando a distintas velocidades y con valores antagónicos, símbolo de una situación de crisis moral profunda que encuentra su cauce y su representación en asesinatos crueles y relatos de venganza entre facciones. Dos mundos paralelos en pugna.