La creciente desigualdad tiene como respuesta el aumento de la movilización popular

Por Gabriel Portillo

El paro del pasado 15 de setiembre fue una excelente jornada de paro activo, de barriadas, actos y actividades a nivel nacional, con una gran adhesión y capacidad de despliegue militante. Circularon las fotos de diversas partes de Montevideo y del resto del país siempre llenas de gente formando parte de la jornada. 

Además, este paro tiene como antecedente bien reciente la movilización estudiantil y docente, disruptiva y espontánea, frente a la imposición autoritaria de una reforma educativa plenamente regresiva.

También, a fines de agosto, se desarrolló una impresionante movida generada por la convocatoria de la Coordinadora Popular y Solidaria de Ollas, encuentro que significó un salto en calidad no solo organizativo sino también una puesta a punto y un encuentro de quienes están militando en el territorio sosteniendo esas tareas.

Es en este contexto de movilización, organización y reclamos, es que se desarrolló EL paro general nacional de 24 horas que se expresó en el marco de un amplio crecimiento de la  penuria económica y de restricciones  a los derechos. En síntesis bien gráfica digamos que se sufre  la rebaja salarial, en tanto esta no acompaña el alza del costo de vida como lo marca el aumento  de los precios por encima de la inflación en los componentes de la canasta que consumen las grandes mayorías. Ante esto los trabajadores no nos quedamos quietos y esperando, pasivamente,  a la ofensiva generalizada que también incluye la reforma de la Seguridad Social cuyo resultado también va a castigar a los ya castigados de abajo.

Es lícito preguntar si la posibilidad de que sean aquellos que más tienen y más ganan, los que más aporten, a los efectos de paliar el tan mentado déficit de la seguridad social, nunca se va a manejar. No nos referimos a los que más salario tienen, sino a quienes más acumulan en bancos, en el sistema financiero y en el exterior. No la invierten, no generan trabajo, no aumentan salarios, acumulan riqueza, especulan con ella y aumentan sus ganancias. Mientas algunos especulan y sacan cuentas electorales con la posible reforma, el movimiento sindical sale a responder y defender los derechos de los trabajadores que esta reforma pretende socavar, como ya sucedió en el 96.

Una de las cosas que hemos vivido y aprendido, es que el neoliberalismo tiene que ver con el desmantelamiento del Estado social y productivo, con la privatización de los servicios públicos transformándolos en mercancía, con la desregulación de las relaciones laborales, los impuestos regresivos y las políticas antisindicales. Hay quienes ven al Estado como un facilitador de los negocios privados pero el Estado no está por fuera de las relaciones de clase, no tiene un papel neutral en la ofensiva contra el trabajo.

Frente a esta situación, la respuesta del Pit-Cnt con un paro general de 24hs se había tornado imprescindible. A esa situación se debe sumar el relanzamiento de la Intersocial, que tuvo lugar en la Sala Maggiolo de la UDELAR, acordando una plataforma común, y las bases para la unidad de acción con la cual se irá  construyendo en conjunto la convocatoria para un gran Congreso del Pueblo como respuesta al modelo de país excluyente y concentrador, o sea para frenar la ofensiva del capital contra el trabajo.

Está cada vez más claro que el crecimiento del país se lo llevan unos pocos. Esos pocos están parados sobre la rebaja de salarios, sobre el recorte de la inversión pública. ¡Debería ser inadmisible que se recorte presupuesto para la salud, no solo no se invierte, no solo no se mejoran las condiciones ni se mantienen, sino que se recortan 57 millones de dólares del presupuesto para ASSE, como si allí la plata y los recursos sobraran! El presupuesto de la ANEP se recorta en 100 millones de dólares. Como si en los liceos sobraran materiales, salones y recursos didácticos,  pedagógicos y sociales, sobrarán. Y esto se da frente al aumento de los depósitos bancarios que crecieron en casi 10.000 millones de dólares desde 2020, “la evolución más rápida desde que hay registro”, según informan los compañeros de AEBU que dan cuenta de “un proceso de acumulación” de los grandes capitales.

¿Cómo es que llegan al gobierno? ¿Cómo es que le ganan al progresismo con una plataforma que ya dejaba ver algunas cosas? Los 66 mil nuevos pobres, más que en 2019, ¿son una consecuencia de la acción divina? El Ministro de Trabajo Pablo Mieres diciendo que el paro general por la carestía “es no entender que el gobierno no tiene ninguna responsabilidad”, ¿cómo no va a tener responsabilidad? Hay que ejercitar la pedagogía política con la gente, no dar por supuesto que la tenemos todas con nosotros, e incorporar el necesario contra relato como parte de la acción política a desarrollar. ¿Realmente logran hacer creer que el aumento del precio de los productos básicos como la carne, el huevo, la leche, el supergás, es algo natural, es algo inevitable, es algo que no se puede cambiar, y que la solución es “hacer la tuya”? ¿Cómo es que aún tiene el gobierno y en particular el presidente un apoyo importante de la población según las encuestas y los análisis de opinión?

El proyecto político y social del conjunto de la burguesía criolla, es decir de los conservadores y de los neoliberales, va más lejos que rebajar el salario para aumentar la tasa de plusvalor y recuperar la tasa de ganancia. Aprovechando la pandemia, la crisis económica fruto de la misma y el debilitamiento relativo del movimiento sindical fruto también de la situación vivida (situación general, aunque desigual según los países) la burguesía trata de modificar de modo duradero las correlaciones de fuerza entre las clases y de institucionalizar esta modificación (por ejemplo, mediante reformas legislativas de las leyes y decretos de negociación colectiva y, una permanente estigmatización de los sindicatos en los medios de comunicación, etc.). En su esencia, esta ofensiva es un intento de desmantelar las conquistas más importantes del movimiento sindical y consolidar una nueva correlación de fuerzas a los efectos de fortalecer y recrear una nueva acumulación de capital de largo plazo.

Si bien sabemos que las causas que pueden explicar estos procesos son multifactoriales, hay que incorporar estos datos al análisis de la realidad, hay que asumir que sea lo que estemos haciendo, no está dando resultados esperados, no estamos logrando desnudar las verdaderas causas de la crisis que afecta a la gente y el vínculo causal con las políticas del gobierno. Obvio que hay una parte que se juega en cuanto o qué se difunde y qué relato se hace de la realidad, a través de los medios masivos de comunicación que llegan a los hogares. Pero solo este aspecto no explica el todo. No alcanza con responder que la propiedad de los medios de comunicación está conformada como ya sabemos por un conjunto de grupos económicos concentrada en pocas manos, esto no es una novedad, ni tampoco el papel que juegan provocando un profundo impacto en la libertad de expresión y la democracia. En todo caso ¿cómo es que no pudimos democratizar los mismos luego de 15 años de gobierno?

Si bien este no es el tema que pretendemos abordar en este artículo, queremos recordar que el neoliberalismo es más que un conjunto de políticas y medidas económicas; es también una herramienta de dominación ideológica que moldea nuestras conductas en todas las dimensiones de la vida, que atraviesan todos los sistemas sociales, económicos, culturales y políticos, del que la izquierda no está salvado. Que ha debilitado valores vinculados a la solidaridad, a la protección social y el Estado, en su contracara promueve un individualismo fundamentalista, meritocrático y mezquino.

Deberemos desarrollar una acción política que sea capaz de recrear nuevos escenarios donde desafiar estos aspectos, retomando los valores solidarios para ir hacia la construcción de una sociedad sin explotados ni explotadores. Hay que evitar que las luchas se desarrollen de manera aisladas. Hay que coordinar las mismas, hay que conectar las peleas de los distintos gremios, así como con las peleas de otros sectores de la sociedad que están resistiendo desde el territorio. Hay que explicar lo que está detrás de la crisis.