Semana de Turismo que santifica el consumismo y la adoración al becerro de oro ¿Versión moderna de la esclavitud?

 

Por Garabed Arakelian

La tradicional Semana de Turismo del Uruguay que alberga en serena convivencia a la Semana Santa, la semana Criolla, y una Vuelta Ciclística más algunos festivales folclóricos y otros emprendimientos de diversa naturaleza, forma parte de la idiosincrasia uruguaya.     

Los desplazamientos y la asistencia a diversos mega espectáculos se toman por parte de las autoridades como indicadores de la satisfacción ciudadana y su capacidad económica. Obviamente, el resultado siempre es de signo positivo: la gente está bien, está contenta, tiene para gastar, divertirse, etcétera. En conclusión. dicen, el gobierno está haciendo las cosas bien. Generalmente estas mediciones y sus conclusiones derivadas suelen hacerlas los economistas y  se sabe que la economía, micro o macro, es una ciencia bastante inexacta, fluctuante.

Sin perjuicio de comprobaciones  y observaciones  de carácter económico existe en el tema un poderoso factor subjetivo que ha existido desde siempre. Ese factor es el que promueve la búsqueda de lo divertido como objetivo de vida.

Jorge Majfud, un arquitecto uruguayo que reside en Usa sostiene que antes de  y Principio del formulario

 “para decretar la abolición de la esclavitud tradicional en sus posesiones del Caribe, los ingleses previeron un tipo de esclavitud deseada por los nuevos esclavos. El 10 de junio de 1833, un miembro del Parliament, Rigby Watson, lo había resumido en términos muy claros: “Para hacerlos trabajar y crearles el gusto por los lujos y las comodidades, primero se les debe enseñar, poco a poco, a desear aquellos objetos que pueden alcanzarse mediante el trabajo. Existe un progreso que va desde la posesión de lo necesario hasta el deseo de los lujos; una vez alcanzados estos lujos, se volverán necesidades en todas las clases sociales. Este es el tipo de progreso por el que deben pasar los negros, y este es el tipo de educación al que deben estar sujetos”.

En 1885 el senador Henry Dawes de Massachusetts, reconocido como un experto en cuestiones indígenas, informó sobre su última visita a los territorios cheroqui que iban quedando. Según este informe, “no había una familia en toda esa nación que no tuviera un hogar propio. No había pobres ni la nación debía un dólar a nadie. Los cheroquis construyeron su propia capital y sus escuelas y sus hospitales. Sin embargo, el defecto del sistema es evidente. Han llegado tan lejos como pueden, porque son dueños de sus tierras comunales… Entre ellos no hay egoísmo, algo que está en la base de la civilización. Hasta que este pueblo no decida aceptar que sus tierras deben ser divididas entre sus ciudadanos para que cada uno pueda poseer la tierra que cultiva, no harán muchos progresos…”

Naturalmente, la opinión de los administradores del éxito ajeno prevalecerá y las tierras cheroquis serán divididas y generosamente ofrecidas a sus habitantes en forma de propiedad privada. Exactamente la misma receta de privatizaciones continuó el Dictador Porfirio Díaz en México contra el sistema de producción comunal y para copiar el éxito estadounidense, logrando el mérito de dejar sin tierras al ochenta por ciento de la población rural, lo que terminaría muchos años después en la Revolución Mexicana.”, termina Majfud redondeando su párrafo.

 En nuestro país - y seguramente no somos los únicos de América Latina- se ha venido consolidando ese pensamiento que existió y se manifestó durante los gobiernos del FA.

Los éxitos económicos, el creer que se tiene riqueza cuando se accede a posesiones, entretenimientos y enseres que son de las clases pudientes y sentirse igualados a ellas, crea la ilusión de pertenecer a las mismas y se pasa a imitar sus comportamientos introduciéndose en el modelo consumista.

¿Cómo crear anticuerpos para impedir que al pueblo le roben su alma y le lleven a adorar otros dioses? es una tarea de esclarecimiento de conciencia que las organizaciones políticas progresistas y de izquierda deben en encarar sin más tardanza. Quizá por allí se llegue a entender algún retroceso político.