Como te cuento una cosa… 69

Los textos que se viene publicando en las páginas de Claridad, son una selección de las crónicas del libro «Como te cuento una cosa…» con recopilación de temas escuchados, o leídos en distintos medios de nuestro país, en los últimos 60 años, o más…, incluyendo también vivencias de nuestra familia.

Nuestros primeros contactos, de gurises, con lo cultural y social, que forman nuestros valores y nuestra idiosincrasia, son a través de nuestros padres.

Rescato de mi memoria, algunos de los dichos, los versos y los consejos que escuché de mi familia durante mi infancia. Como se sabe, muchos de ellos son, como dijimos ya anteriormente, importados de Europa y mayoritariamente «made in Spain».

Esta frase, que escuché en el camino y suscribo, sintetiza lo que pienso de mis mayores, y de los mismos en general:

«Un viejo es aquel que tiene todas las respuestas y a quien nadie se las pregunta».

Y también la que sigue, que, por aquello de que «El diablo sabe por diablo, pero más sabe por viejo», da la razón a aquella otra frase, (creo que rumana): «El país que no tenga viejos, debería importarlos»

 

Decía mi padre

«El mate, ¿una costumbre gringa?»

Mi padre era muy sano en su humor. Tal vez su formación cristiana autodi­dacta —porque no recuerdo ninguna vinculación de sus padres con la igle­sia, sino todo lo contrario— hizo que nunca dijera malas palabras y fuera muy formal y didáctico en su forma de hablarnos. Fue periodista, escribió para Radio Zorrilla de San Martín, de Tacuarembó, y Piedra Alta, de Florida, y también ejerció como periodista e informativista en las radios Carve y La Voz del Aire. También lo hizo en Radio Imparcial, donde hacía el guion de un programa de tangos.

Su pasión por la lectura lo convirtió en un hombre muy informado. Pese a haber cursado, por problemas económicos de su familia, solo hasta pri­mero de liceo, llegó a trabajar como editorialista de BP Color, en Monte­video, y hasta a editar algún libro. De él heredamos esta costumbre de los dichos —los «sanos», por supuesto—. Tenía uno que solía repetir mucho: «Y bueno, como dijo el Espíritu Santo, y en parte tenía razón…». También le gustaban muchos los juegos de palabras y los chistes vinculados con ellas. Un día, nos preguntó:

—¿Saben por qué los ingleses al mate le dicen «Yes, Brown» parlantes?

—No, ¿por qué?

—Tradúzcanlo.

«Agarraste para el lado de los tomates»

Según me contó mi padre, los tomates son muy propensos a contraer en­fermedades propias de su especie, por lo tanto, solían ser plantados lejos de los otros sembrados. Así que el dicho viene a significar algo así como: «Ir para un lado lejos de los otros». A su vez, se lo asocia con malinterpretar algo de forma intencional, y se usa también en nuestro país, con picardía, y vinculándolo a alguna anécdota «subida de tono».

No me des manija

Este dicho, o «Dale manija que arranca», se decía hace años cuando existía una alternativa manual para hacer arrancar un automóvil. Cuando el auto tenía problemas con la batería, se le colocaba una manija por delante al motor, a la que se la hacía girar con fuerza (se le «daba manija»), para ha­cerlo arrancar manualmente.

Esto me hizo acordar a otro dicho que tenía mi padre, que lo usaba mu­chas veces. Se reía medio socarronamente de su «maldad» al decirlo: «Para hacer correr a un loco, hacerle creer que es ligero».

«Consejo: no hagas sebo»

Cuando en 1966 me ofrecieron un trabajo en el interior del país, decidí abandonar, o postergar, mis estudios y tener una experiencia laboral. Era todo un desafío a los 19 años irme de la casa paterna y hacer camino solo, con todas las consecuencias que ello conllevaba: valerme por mí mismo, lavarme la ropa, resolver la comida, etcétera. Mis padres me apoyaron en la decisión. Mi padre me dio varios consejos, entre ellos este, sobre «no hacer sebo», que recordé toda la vida: «Es el mismo esfuerzo, trabajar, que hacer como que uno trabaja». Cuando le pregunté qué era hacer sebo, me contó que cuando se hace el sebo para fabricar jabones, hay que controlar la gra­sa mientras se cocina, durante algunas horas, y esperar y esperar, o sea, no hacer nada durante ese tiempo.

¿Líricos o sucios?

De niños, a mis hermanos y a mí nos hacía mucha gracia esta relación, como de un pericón, que nos decía el viejo. Recuerdo también a mi madre, que se molestaba cuando él la recitaba y le decía: «No les digas esas chanchadas a los gurises»:

Mujer:

Yo soy como esos lirios esbeltos y yertos, que crecen en la tumba de los muertos.

Hombre:

Y yo soy como esas pelotitas redondas y chatas que salen en los dedos de las patas.

¡Otra cosa es con guitarra!

Siendo yo chico, le oía recitar estos versos a mi padre, que les daba una en­tonación como de broma:

Vinieron los sarracenos

y nos molieron a palos,

que Dios ayuda a los malos,

cuando son más que los buenos.

No supe nunca cómo habían llegado a él, pero como él era muy lector, supongo que los sacó de algún libro. Investigando sobre la historia de esas frases, me enteré que, por supuesto, es de origen español, nació allá por el año 711 y fue un dicho popular durante siglos. Los sarracenos serían los moros, o sea, musulmanes, y el término deriva de una palabra árabe que significa «orientales». Los versos aluden a las luchas que en España se lla­maron Reconquista. Viviendo con mi familia en la madre patria, los escuché como imagen de referencia en polémicas radiales. También allá, por el año 2003, le escuché mencionar este verso al argentino Alejandro Dolina, en su programa La venganza será terrible, o sea que especulo que llegó a América con las distintas formas de colonización cultural españolas.

 

«No se puede atar los perros con chorizos»

Me decía el viejo cuando yo hacía algo con una confianza desmedida y, a su vez, él pensaba que estaba mal planteado.

«Versos del viejo Irala»

Estos versos y consejos se los escuchaba recitar a mi padre. Según él me contaba, eran una inspiración del argentino Alberto Vacareza, a partir del estilo y el personaje del Martín Fierro «El viejo Vizcacha». Sus versos están escritos, justamente, en lo que se denominan sextinas o estrofas hernan­dianas. Vacareza también fue autor, según pude descubrir años después, de algunos de los tangos que escuché y admiré en la voz de Julio Sosa: Ara­ca corazón y Otario que andás penando. Pero lo más importante es la ense­ñanza de este consejo, que vi aplicar a mi padre durante su vida:

Nunca peliés por peliar,

sin notivo valedor,

pero al que ofenda tu honor

parale el pasmo enseguida:

«Toda ofensa consentida

trai otra ofensa mayor».

El que las hace las paga o «el calavera no chilla»

Averiguando sobre el origen del dicho, supe que debe tener más de cien años. A mí me lo decía mi padre cuando protestaba al levantarme los lunes de mañana para ir al liceo (1962, más o menos). En una oportunidad la usé como ejemplo en un escrito de Literatura y la profesora me bajó la nota, por ser una frase, según me dijo: «muy prosaica». Me fui a quejar con ella, no la convencí, pero respondió: «Me gusta que pelees por tus ideas».

Te lo voy a decir: «A calzón quitado»

Esta frase se la escuchaba a mi padre, pero comprobé en España, que es de origen de ese país. De acuerdo con la versión que él me dio, se refiere a cuando en las escuelas de España se castigaba a los niños enviándolos a la dirección y bajándoles los pantalones y la ropa interior para pegarles con una vara. Ellos después comentaban entre sus pares: «me retaron a calzón quitado». En Uruguay le damos un valor diferente, más bien la vinculamos con «una verdad cruda». En cambio, en España tiene una valoración más parecida a la de la frase «La letra con sangre entra». Existe una pintura de Goya que deja testimonio de aquellos castigos y, según se especula, fue una crí­tica al sistema educativo de su época.

 

Zancadillas en la escritura

Cuando yo le ponía muchos «peros» a mi padre cuando me pedía que hicie­ra algo, él contestaba con este dicho: «Vos por “hache” o por “be” siempre ponés alguna excusa». Consultándolo años después sobre esa expresión, me dijo que las letras «hache» y «be» son las que generan más dudas al es­cribir y con las que uno tiende más a cometer faltas ortográficas.

Experiencia: madre de todas las ciencias

«El que se quemó con leche, ve una vaca y llora».

«Te la dieron como a un tonto, pegadita con saliva»

Así decía el tango Barajando, que cantaba Gardel. Ese trozo de la letra se lo oía decir a mi padre, incluso entonando la música. Lo usaba en algunas ocasiones cuando sospechaba que él, o alguien más, había sido engañado. Literalmente, me contó que estaba referida a la trampa de pegar cartas con saliva al dar una mano en el juego de naipes.

«No me des la lata»

Eso me decía el viejo cuando le insistía con algún pedido que ya me había negado antes.

«No hay duro que no se ablande, ni arisco que no se amanse»

Lo decía el viejo cuando alguien dejaba una posición que había sostenido firmemente sobre algo.

De loco, todos tenemos un poco

Es una frase de mi abuelo Carlos (1897-1952), vaya uno a saber cuántos años tiene. Se la escuché decir a mi padre, que siempre hacía la aclaración:

«Como decía papá, malo, malo es que se le aparezca un muerto a un loco, después quiere que se siga apareciendo».

Ni muy muy, ni tan tan

La frase «ni chicha ni limonada» se comenzó a usar para comparar dos be­bidas con una tercera. La frase completa sería: «No es tan fuerte como la chicha ni tan suave como la limonada». Es medio incierta la nacionalidad de la comparación, ya que la chicha es una bebida americana (con alcohol destilado del maíz), en cambio, la limonada parece ser de origen español (mezcla de limón, azúcar y vino blanco).

Como no se me ocurrió antes…

Como dijo Juan Zorrilla de San Martín, «lo importante no es tener muchas ideas, sino la idea oportuna en cada caso».

 

Oficio de techador

Dijo mi padre, hace mu­chos años, «si a la mujer de uno, se le mete en la cabeza que te tienes que tirar de un techo, mejor andá buscando un techo bajo».

Visita inesperada

Lo decía el viejo cuando llegaba alguien de confianza a nuestra casa: «Cayó piedra sin llover».

Venía con mucha «polenta»

«Viene de sombrero remangado como para tomar leche en balde».

Más fácil que la tabla del uno

«Cómo será el arroyito que el chancho lo cruza al trote».

¿Tas seguro de lo que decís?

«Si te digo que es Carnaval, vos sacá el pomo y empezá a mojar».