Como te cuento una cosa…

El trabajo que se viene publicando en las páginas de Claridad, son una selección de las crónicas del libro «Como te cuento una cosa…» con temas escuchados, o leídos en distintos medios de nuestro país. Compartimos con nuestros lectores algunos textos y dibujos y de su capítulo: «Jugando de memoria»

 

Jugando de memoria

Los de afuera, ¿son de palo?

Escuché en Canal 5 una anécdota del extraordinario back chileno Elías Ri­cardo Figueroa, quien jugó en Peñarol en la década del sesenta.

Resulta que en una etapa de su vida, ya después de su pasaje por el fútbol uru­guayo y de regreso en su Chile natal, le pidieron como favor que tomara la dirección técnica de un cuadro de fútbol del colegio donde estudiaban sus hijos, para un campeonato estudiantil. La buena actuación de su cuadro hizo que llegaran a la final. Pero el resultado de esta final fue negativo para sus dirigidos. Preocupado por el estado anímico de losjugadores, Figueroa se fue rápido al vestuario a intentar no dramatizar el resultado.

 

Pensó argumentarles que «es solo un juego», etcétera, pero se sorprendió al entrar al vestuario. El ánimo general era distendido y esta­ban todos los niños de buen ánimo, tomando refrescos y comiendo alguna merienda. Todos menos un chico, que estaba llorando desconsolado. Acto seguido entró el padre de ese chico e intenta consolarlo, pero terminó no haciendo otra cosa que llorar junto a él. Entonces Figueroa preguntó a los que estaban escuchándolo: «¿Saben por qué llora ese niño?», y él mismo les contestó: «Porque son uruguayos, y si son uruguayos no pueden perder una final».

 

Ilusionistas de las finanzas

En una nota del diario La República del 20 de setiembre de 2005, se hace referencia a un polémico tema, el importe de lo recaudado por las trans­ferencias de jugadores de fútbol, con este comentario: «Los que están en el tema de las ventas al exterior saben que los números que le pasaron al colega no son verídicos. Como le gusta decir al contador Damiani, los nú­meros no mienten, los que mienten son los que hacen los números».

 

«Bla, bla, bla»

En una entrevista realizada en FM Océano, en 2007, al entrenador Carlos Manta, este relató un diálogo con un directivo de un cuadro grande:

Directivo: «Cómo me gustaría llevarte, si hablaras un poco menos».

Manta: «Si hablara un poco menos, no te gustaría llevarme».

 

Como defensa, un dóberman

Luis Garisto nació como jugador en Racing de Montevideo, aunque tam­bién defendió los colores de Defensor, Sudamérica y Peñarol. En el exterior, pasó por Independiente de Argentina, donde es muy recordado, y también por el Cobreloa de Chile. Luego tuvo una larga etapa de entrenador en Uru­guay, Argentina, México y Chile. En entrevista de 13 a 0 (El Espectador), en 2008, comentó: «Yo siempre digo que de cachorro me tiraron a la cancha, y desde ahí me dicen Perro».

 

Deportivamente incorrecto

Leí esta anécdota en 2009, en la sección «Bestiario criollo» de Montevideo Portal. Allí se narraba una aclaración que le hizo al aire, en CX 22 Radio Uni­versal, Julio César Gard a su compañero de equipo, el doctor Ariel Delbono, dando pie a todos aquellos con un mínimo de malicia en la mente: «Discul­pe, doctor, que lo interrumpa. Era para aclararle que usted dice Buffarini, y el jugador se llama Bafaretti, era solo para eso, la confusión surge porque los dos son bufa…».

 

¡Vení, jugá conmigo!

Le estaban haciendo una entrevista en 13 a 0 (El Espectador) a Ricardo Alar­cón en campaña electoral para su reelección a la presidencia de Nacional. En un pasaje de la entrevista, Alarcón hace este comentario: «Un presiden­te, para ser un buen presidente, puede ser el que menos sabe, pero debe tener la capacidad de rodearse de los que más saben».

 


 

Sale selfie

En 13 a 0 (El Espectador), comentó Santiago Díaz, en referencia a un parti­do en el que el golero había estado muy desatento en un tiro al arco: «Y sí, qué querés, si el golero se tiró con las manos en los bolsillos».

 

Dos menos uno = uno

Comentó el profesor Ricardo Piñeyrúa en 13 a 0 (El Espectador): «Como dijo Damiani, la mejor comisión es cuando son dos y uno no va».

 

Década del diez (de los 2000)

Dame cuatro números más

Me contó Alejo, mi amigo colombiano, quien actualmente vive en Barce­lona, una anécdota de nuestro Lucho Suárez. En 2013, Suárez jugaba en el Liverpool inglés con el jamaiquino Raheem Sterling, nacionalizado británi­co, quién a su vez jugó en la selección inglesa. Resulta que una entrevista a este jugador que leyó Alejo en el Times, este pudo corroborar el compro­miso que tenía el Pistolero con el Liverpool. Asegura el extremo izquierdo que desde aquel día vio de otra manera al goleador uruguayo.

Contó Sterling en aquella nota: «Nunca olvidaré el partido en el que Luis Suárez tenía el tobillo notoriamente hinchado. Cualquier otro fútbolista hu­biera dicho: “No, definitivamente no es mi día”. Pero Suárez se inyectó, se infiltró y jugó. Su tobillo era como una pelota. Tuvo que utilizar los botines de Steven Gerrard, que eran como dos números más grandes. ¿Qué hizo Suárez en el partido? Marcó un hat-trick. Nadie más hubiera podido hacer eso».

 

Con el pito cargado

En el programa Segunda pelota (FM Océano), en referencia a la fama de «arreglos» en algunos partidos del fútbol paraguayo, contaron esta anéc­dota. Ya pasados muchos minutos de la hora en que debía finalizar el par­tido, el juez cobró un penal inexistente y se dio la siguiente situación. El golero se acercó a quien iba a tirar el penal y le dijo: «Yo me tiro a la de­recha, tiralo a la izquierda». A lo que el otro jugador contestó: «Vos tirate adonde quieras, que yo lo voy a tirar afuera». Se aproximó el referí y le dijo bajito: «Si lo errás, te lo hago tirar quinientas veces».

 

Descolgando el cielo, orgullo de identidad

En el micro «Es cierto que…» del programa Sonríe, emitido por Canal 12, entrevistaron a Diego Lugano.

Pregunta Cecilia Bonino: «¿Es cierto que en el 2004 en el vestuario del Estadio Centenario contra Paraguay, Darío Ro­dríguez te observó por dejar la camiseta celeste en el suelo?».

Diego Luga­no responde: «No fue un rezongo, fue una lección. Era mi primer partido en la selección. Estábamos como séptimos u octavos en ese momento en que yo debutaba. Hacía 42 años que no le ganábamos a Paraguay en Mon­tevideo. Ya el empate nos dejaba afuera ocho fechas antes de terminar la eliminatoria. ¡Teníamos una presión! Imaginate, la gente iba al estadio para putearnos. Y en el entretiempo de ese mi primer partido me saqué la cami­seta y la pongo en piso, normal, ¿no?, para ponerme la otra. Y en ese clima de tensión, porque lo importante es ver ese clima de presión, que ellos que eran más veteranos tenían. Yo después con el tiempo entendí lo que me di­jeron:

“Canario, la Celeste en el suelo nunca”. Yo los miré y dije “¡opa!”. Tenían razón, esos gestos trasmiten cosas y te quedan marcados. Son men­sajes profundos. Desde ese partido remontamos y llegamos al repechaje con Australia».

 

Escala sismológica de Richter

Cuentan en 13 a 0 (El Espectador) que dijo un técnico de un cuadro del inte­rior del país, después de que su equipo perdiera: «Y estábamos bien para­dos, el problema fue cuando nos comenzamos a mover».

 

Por lo menos que laven el pijama

El cuadro francés PSG, en 2018, nuevamente quedó eliminado de la Cham­pions League, esta vez por el Real Madrid. En el informativo de Canal 10, Roberto Moar hizo este comentario: «El PSG es un cuadro de pijama, solo gana en casa».

 

Homenaje póstumo

En entrevista al exjugador de Nacional Richard Canguro Porta, en el progra­ma Tuya y mía (El Espectador), le preguntan sobre una anécdota ocurrida en un clásico del 2012, en el que Porta sufrió un desvanecimiento al chocar con Rodrigo Mora, jugador de Peñarol. Ese clásico fue ganado por Nacional por tres goles contra dos. Los goles tricolores fueron marcados por Porta el primero y los otros dos por Facundo Píriz y Álvaro Recoba.

Los clásicos son vividos por los jugadores con una pasión y responsabi­lidad distinta a los de otros partidos, por la presión que van juntando en la semana previa.

Ese choque con Mora fue en un córner en el que los dos sal­taron a cabecear y Mora pegó con el hombro en la cabeza de Porta. Porta cayó y quedó desvanecido.

Entró el médico tricolor a atenderlo y se produjo el tradicional amonto­namiento de jugadores rodeando al caído, a ver qué le había ocurrido y cuál era la entidad de la lesión. El médico afirmó que no podía seguir jugando y ocurre entonces el siguiente diálogo entre el médico y el jugador de Nacio­nal Alexander Cacique Medina, quien no podía dejar su adrenalina de lado:

Medina: «Dale, Canguro, levantate que hay que ganar».

Médico: «En estas condiciones no puede jugar de ningún modo…».

Medina: «Sí, puede, hay que ganar de todas formas…».

Médico: «No, no puede, ¿y si se muere?».

Medina: «¡Yo que sé! Le ponemos su nombre a una tribuna…».

 

1992

Mirando con las orejas

Estaba en Sayago siguiendo a Racing en el Parque Roberto y, al mismo tiempo escuchaba con los audífonos a Cacho Barizoni en CX 10, que relata­ba un partido de Wanderers y Nacional en el Estadio Centenario. Se produ­jo un ataque de Nacional y comentó Barizoni una incidencia en la que Delly Valdez saltó muy prolijo a cabecear y el juez le cobró faul. Desde Radio Con­tinente, el Cacho comentó: «No sé qué le cobró, el panameño saltó limpito, el juez le debe haber cobrado mal aliento, tal vez».

1993

Peñarol se ubicaba muy abajo en la tabla de posiciones del campeonato lo­cal y los diálogos irónicos hacia el tradicional adversario estaban a la orden del día. Escuché este comentario en la tribuna Colombes del Estadio Cente­nario: «A los manyas les dicen episiotomía, cuatro puntos por allá abajo».

1996

Los que estaban delante de mí en el estadio Luis Tróccoli comentaban el partido que había perdido Cerro sobre la hora ante Peñarol: «Lo que te des­anima es que, jugamos como nunca y perdimos como siempre».

1997

Fuimos con Vicente al estadio Domingo Burgueño Miguel, a ver un partido amistoso entre dos cuadros uruguayos. El partido se había picado y alguien de la tribuna le gritó a unos de los jugadores, alentándolo para que marcara más fuerte: «Dale en la cabeza que no renguea». Ese dicho es viejo, pero Vicente, que iba poco a ver fútbol, no lo conocía y se rio como media hora, y a cada rato se acordaba y se seguía riendo.

1999

En una tribuna del Estadio Centenario, mayoritariamente con hinchas de Nacional y con las orejas abiertas, escuché este diálogo: «Dicen que el manya es pueblo, y están equivocados, porque además de manyas son colorados».

En otra oportunidad, sentado en la Olímpica, comencé a hablar con la persona que tenía al lado, quien, según me dijo, había sido árbitro de fútbol hacía ya algunos años. Comentando una jugada de un partido de la fecha anterior, de fallo muy dudoso, salió el tema de los «arreglos», a lo cual este exjuez me dijo: «Mirá, en este país se puede “arreglar” cualquier partido, menos los clásicos, ahí sí que no hay tutía».

2006

En el Parque Roberto escuché una de esas frases repetidas en los estadios. Una persona que estaba sentada detrás de nosotros no paraba de hablar y comentar todo en voz muy fuerte: «¿Qué le cobraste, juez?, ¿“estorbo” le cobraste? Lo que pasa es que están bravísimos los jueces, la semana pasa­da le cobraron handa un alcanza pelotas».

También en el Parque Roberto, haciendo referencia a la selección uru­guaya, escuché este comentario de un vecino de asiento en la tribuna: «Uruguay pierde los partidos que pierden todos, pero gana los que no gana nadie».