¿Qué nos dejo el Congreso del PIT-CNT?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Escribe: Gabriel Portillo  Ex-dirigente de AUTE. Coordinador del Frente Sindical León Duarte. Integrante de la dirección del PVP.

 

 

Este congreso, comparado con los dos anteriores, tuvo la virtud (no reconocida) de contar con la existencia de varios documentos que interpretan e intentan explicar la realidad, abriendo una perspectiva. Es una virtud, porque ayuda a la discusión política, como también demuestra que algo cambió en las bases del movimiento obrero. Crecen y se juntan corrientes hasta ahora fragmentadas, que todavía deben consolidarse, e intentan disputar -no sólo en el terreno cotidiano sindical, como hasta ahora- sino en el terreno político-sindical, al abordar la realidad a otro nivel a través de una mirada distinta sobre balance, diagnóstico y perspectiva, mediante documentos que no se corresponden con las posiciones político-sindicales de las mayorías que conducen.

Otro dato, no menor, es la conformación de la nueva corriente, Gerardo Cuestas, que consolida y formaliza una simbiosis -que venía funcionando desde el congreso anterior- entre el PCU y “Articulación”. Estas dos corrientes conforman la mayoría del PIT-CNT en el sentido de llevar adelante una política que privilegia la necesidad de “votar bien”, es decir: una política atada al desarrollo electoral como eje central de acción, sujetando el movimiento obrero a la reproducción de las posiciones del partido de Gobierno.

Esto implica omitir la necesidad de la discusión, en el marco de la coyuntura existente y acorde a los desafíos que existen hoy para los trabajadores. Esta concepción se vio reflejada en la propuesta inicial, que no preveía le creación de comisiones de trabajo durante el desarrollo del congreso, pero finalmente se arribó a un acuerdo, nombrándose dos comisiones: Autoconstrucción y Balance y Perspectiva, quedando demostrado que era necesaria una instancia previa de debate y no solamente la preocupación de cómo quedaba compuesta la dirección del movimiento obrero.

 

Las valoraciones o caracterizaciones respecto a la acción de los gobiernos progresistas del Frente Amplio (FA) y el accionar del movimiento obrero, organizado en respuestas y propuestas a las distintas políticas que se han venido implantando en el país, fueron los ejes principales de las polémicas. Esto se expresa en dos concepciones que, a su vez, se vieron con claridad a partir de los documentos presentados. En ellos, la concepción de la mayoría afirma la existencia de dos proyectos de país con el movimiento obrero adscrito a una de ellas.  Esto simplifica y reduce la discusión, es decir, serían otros quienes construyen un proyecto para los trabajadores y no los trabajadores mismos, que estarían a la espera de que aparezca un proyecto que los contemple. La propia idea de cuándo hacer el congreso prefiguró un debate que quedó oculto y que tenía como colofón los problemas de reproducción electoral del partido de gobierno.

 

Nuestra mirada, coincidiendo con los documentos presentados por el “grupo de los 8” y el de COFE, es la necesaria independencia de clase frente a un partido de gobierno que no representa al conjunto de los trabajadores -aunque bien sabemos que no es lo mismo que tener un gobierno abiertamente neoliberal que sea representante político directo de la oligarquía y de las organizaciones empresariales- pues tiene contradicciones propias en su lógica de administración del capitalismo dependiente, por lo que, adscribirse a sus políticas genera confusión en los trabajadores en cuanto al objetivo de construir una sociedad sin explotados ni explotadores. Todo esto incide en la discusión referida al diagnóstico de la situación de crisis que atravesamos, las dificultades que deberán afrontar los trabajadores y las propuestas del gobierno y las cámaras empresariales y, a partir de esto, cómo se debería mover y preparar el movimiento obrero para  enfrentar la ofensiva patronal en curso.

 

Un nudo histórico es la discusión sobre la cantidad de integrantes de la Mesa Representativa, que contiene concepciones distintas en torno a la democracia sindical. La propuesta inicial de la mayoría era reducir la mesa a 33 sindicatos, lo cual encierra un debate sobre el papel de la misma, su importancia y, por desprendimiento, un debate sobre el papel del Secretariado Ejecutivo al que se toma como la máxima dirección del movimiento obrero, quitándole protagonismo la Mesa Representativa y por ende a los sindicatos. Es esta concepción, con la que discrepamos, la que se expresa públicamente denominando al Pit-Cnt como “Central” mientras que, para nosotros es, como dicen los estatutos fundacionales, una “Convención de Sindicatos”.

Finalmente, se concretó una lista única para la Mesa Representativa y Secretariado Ejecutivo, donde el número de sindicatos a la mesa representativa fue decisivo para alivianar el debate, quedando en 43 sindicatos. El Secretariado se termina conformando a partir de ceder un lugar por parte de los compañeros del espacio de 8 sindicatos, ya que, si sacamos las cuentas frías, le corresponderían dos integrantes en el mismo.

En la votación de los documentos quedó claro que existía, efectivamente, una minoría importante apoyando las posturas por fuera del espacio PCU-“Articulación”.

Si la única expresión de unidad es el consenso en la integración de la Mesa Representativa, ¿qué dejamos para cuando -como sucedió en más de una ocasión, prevista en los estatutos, se termina presentando más de una lista? La unidad del movimiento obrero no se pone a prueba únicamente por llegar o no a una lista de consenso para la Mesa Representativa. La importancia superlativa que se le da al Secretariado,  y que es en definitiva la discusión subyacente, desnuda en realidad que “la dirección” del movimiento obrero es el Secretariado. Esto encierra, como ya dijimos, una concepción en la  construcción del movimiento.  

En términos generales, aunque en el congreso - tanto en las comisiones como en la plenaria- hubo discusión sobre los distintos aspectos ya mencionados, cuando vemos el comportamiento de algunas direcciones sindicales, a nuestro juicio el caso de la FUS es el más significativo, con las denuncias de las minorías, por la forma en que se limitó la participación de éstas en el congreso, recortando su legitima representación. Entendemos que las discrepancias no son  bien tratada, y que hay una estigmatización del disenso.

Veremos si lo que se discutió y lo que se terminó votando, tiene su correlato en la práctica concreta en torno a la democracia sindical, a las luchas que están planteadas contra el ajuste, por una rendición de cuentas que contemple los reclamos en materia de educación, salud y vivienda con una imprescindible comisión de conflicto que sirva para potenciar y unificar las luchas en un marco de agotamiento del modelo progresista. Es en el desarrollo de las luchas donde verdaderamente se concreta la unidad de la clase obrera. 

También es justo decir que el nuevo impulso opositor tendrá que demostrar en la acción lo sostenido en los documentos presentados, para no terminar como hemos visto otras veces, licuándose en propuestas y demandas sectoriales.  

Con un arranque complejo y con esta forma de culminación del Congreso, aún así, creemos que los resultados son positivos, ya que ayudan a encarar el trabajo colectivo y le dan una perspectiva a quienes creemos que la independencia de clase es un tema clave en esta etapa, frente a las vacilaciones de un Gobierno y un partido de gobierno sin iniciativa política. *