Escribe: Clara Amorin
Siempre, los 1° de mayo tienen algo de ritual para el movimiento de los trabajadores, sin dejar de ser una expresión de lucha que recoge tradiciones condensa toda una épica proletaria, bajo la cosmovisión internacionalista, para algunos (los que la conocen su letra) se vuelve en una buena ocasión para entonar con fuerza las estrofas de la Internacional pero, sobre todo, hace parte del combate permanente configurado en torno a la emancipación del hombre y la superación de la explotación del hombre por el hombre. En este nuestro rincón oriental son muchos los surcos que atraviesan la movilización, nacional e internacional. Si bien las relaciones internacionales en el Pit-Cnt han sido un escenario diferenciación de posiciones, el caso de Venezuela tal vez sea el más conocido, pero también los efectos para la diplomacia sindical, con su correlato de viajes para dirigentes, constituye un terreno de polémicas y disputas. Ripoll, dirigente de Adeom (Montevideo), ha sostenido que en el logro de los votos necesarios para concretar la denegatoria de su pretensión de ser oradora del acto central, estuvieron en juego los viajes de representación.
Como un verdadero leitmotiv aparece el tema de la independencia del movimiento sindical frente al gobierno progresista. La mayoría del PIT-CNT (Articulación-PC) adhiere y considera que su desenvolvimiento de la estratégica y táctica sindical se ajusta al lema: “independencia si, indiferencia no” frente al gobierno progresista. Al tiempo que subraya que en todos esos años no han vacilado en confrontar con los actores gubernamentales cuando fue necesario para defender los intereses de los trabajadores, y que los índices de conflictividad así lo prueban. Pero desde las filas minoritarias, se sostiene que la independencia ha estado relativizada en los hechos, que la mayoría pone mucha fuerza en construir una mirada y relato sobre los logros alcanzados en el periodo, facilitándole en muchas situaciones las cosas al gobierno.
En este 2019 se han puesto en evidencia enfoques diferentes y contrapuestos, así lo demuestran la definición de la oratoria del mitin. Se optó por un único orador del movimiento sindical, invitando a la intersectorial feminista a compartir la tribuna, como un gesto de mano tendida de los sindicatos a otros movimientos sociales. En Lucha, agrupamiento minoritario, que consistó el 25% de los delegados en el último Congreso, propuso a Valeria Ripoll, de Adeom para que representara a las mujeres trabajadores en lugar de la intersectorial y asegurara la palabra las minorías en los discursos. El planteo fue rechazado recurriendo a la argumentación centrada en la aplicación de principios y criterios del funcionamiento orgánico en clave democrática.
La disidencia sindical afirma a que el acto sin expresión de la minoría se transformara en una manifestación de apoyo al gobierno, en línea con la campaña electoral, donde prima la idea que los logros alcanzados son la obra de los gobiernos progresistas y no de la lucha sistemática y sin tregua de los trabajadores. Se comenta que las sillas blancas donde se instalan los invitados,-en su mayoría ligados a las funciones de gobierno-, representan un símbolo, porque los viejos trabajadores tienen que permanecer de pie, y los gobernantes reciben un tratamiento VIP.Cuando redactamos esta nota, no se conocía aún la postura definitiva de los sectores que conforman En Lucha, que discutían si estar en la tribuna, o si no asistir a la concentración.
La invitación a la intersectorial tiene valor como gesto de amplitud en base a la intencionalidad de tejer alianzas con otros movimientos sociales (nuevos y viejos), pero tal vez enmascare un doble debate no laudado, relativo al papel de la mujer trabajadora en un feminismo de clase, y el de la unidad en la diversidad, donde las voces minoritarias no pueden ser escamoteadas. Dos grandes temas no resueltos y que el PIT-CNT deberá seguir procesando con determinación.
La unidad es otra de las claves del 1° de Mayo, en dos dimensiones, la que atraviesa el PIT CNT y la del reconocimiento de la existencia de otras expresiones sindicales por fuera como la Confederación Gremial y Sindical del Uruguay, que nuevamente realiza un acto en 18 de Julio y Ejido, en paralelo con el de la Plaza Mártires de Chicago. Cierto es que la CGSU, es pequeña, y que su representatividad es poco significativa, y que como expresión organizativa se erigió apartándose de la premisa unitaria que dio lugar al nacimiento de la CNT, su origen está contaminado de una actitud divisionista vinculada a perfilismos políticos de la izquierda no frenteamplista, pero su existencia en un dato de la realidad que no puede desconocerse a la hora de dibujar la cartografía del movimiento sindical del Uruguay de hoy.
A pesar de las grietas y diferencias ya se han producido casos concretos y pequeños de unidad de accesión entre sindicalistas del PIT-CNT y de la CGSU, a manera de ejemplo cabe mencionar el Ministerio de Industria y Energía (MIEN), donde sus trabajadores sostienen un diferendo con las jerarquías, que se arrastra y origina en la gestión de la ahora pre-candidata del FA Carolina Cose, los trabajadores de esta cartera ministerial han cerrado filas y llevan una lucha en común, entre ambos espacios sindicales. Aquello de la unidad para luchar parecería sigue teniendo vigencia y tal vez la tendencia sea a su extensión y profundización.
Son variados y múltiples los frentes abiertos a nivel de las luchas y conflictos. En el sector público hay un cuestionamiento, especialmente por parte de COFE, al escamoteo gubernamental de la negociación colectiva en el sector publico. A su vez el caso del MTOP parece paradigmático, en el mismo los sindicatos acusan a Víctor Rossi ministro estrella del gobierno y ex dirigente sindical, de desconocer la negociación y ningunear a la organización sindical. A todo esto se le suma la política de tercerizaciones que se aplica desde el gobierno, principalmente a nivel de los entes y empresas públicas. La temática tercerizaciones finalmente se ha hecho un lugar en las preocupaciones y el quehacer del PIT-CNT.
Montevideo Gas, servicio público de gas por cañería, de propiedad estatal, concedido a una multinacional de origen brasileño, vive un conflicto mayor, donde están en juego los puestos de trabajo y la prestación del propio servicio. La patronal apuesta al achique y la retirada. Los combativos trabajadores de la UAOG, luego de negociar después del conflicto del 2018, y ante una nueva ofensiva patronal decidieron aplicar el “control obrero”, pero una decisión judicial la impide. Y esto es un ejemplo de cómo se judicializa el conflicto social, pero la determinación de los trabajadores sigue intacta y con una alta participación en la movilización se muestran dispuestos a dar la lucha. Pero la última palabra la tiene el gobierno, quien estaría en condiciones de “retirarle” la concesión a Petrobras, pero por el momento esta medida no está en su repertorio, que tiene una oportunidad de mostrar que se le puede marcar la cancha a las multinacionales, que en su accionar, por momento impúdicamente, se muestran como capaces de hacer lo que quieren.
Tampoco le podemos restar importancia a la “pulseada” por el control, obrero, medida que combina la ocupación como extensión del derecho de huelga, con la realización de actos de conducción y dirección empresarial, donde se estaría reafirmando las capacidad de autogestionarlas y de control político de los trabajadores sobre las empresas. El empresariado en función de sus intereses y de su propiedad de los medios de producción, no puede tolerarlo. En el recurso a la justicia se evidencia el sentido de clase de la misma. Se impone seguir de cerca y tomar partido en esta pulseada y debate sobre el control obrero, donde la izquierda política y social no debe de mirar hacia el costado.
En el sector privado empresas nacionales y extranjeras juegan a colocar contra las cuerdas al gobierno, utilizando de rehenes a los trabajadores por medio de la afectación de los puestos de trabajos. Dos casos emblemáticos aparecen: el de Caputto, empresa que entró en concurso, caracterizada por mantener una política muy dura frente a sus trabajadores, con los que sostiene importante y viejas deudas de rubros salariales y que logró, por vía de una ley, asirse a un salvavidas que le permitirá seguir produciendo y así, si logra beneficios, entrar a pagar a trabajadores y proveedores. Un chantaje, con ciertos parecidos es el que ejerce la multinacional Colgate, que tomó la decisión de deslocalizar la producción, llevando la elaboración de sus productos a México.
Otra empresa “faro”, la química Isuza, productora de fertilizante, plantea a sus trabajadores la rebaja de sus salarios, como manera para preservar la ocupación.
Entre tanto, en Conaprole, donde el año pasado se salió del conflicto con una clausula de paz, los trabajadores están en lucha, los empleadores los acusan de no cumplir con lo pactado.
La lucha por el salario, el empleo de calidad están al orden del día, en el marco de una economía que se estanca y el alto electoral que algunos quieren imprimir.
Pero en el menú también figuran los temas democráticos, los reclamos de verdad, memoria y justicia y la lucha contra la impunidad, que se han reforzado frente a la mayor crisis que en la materia ha sufrido el progresismo con el relevo de dos comandantes en jefe del Ejército, el pasaje a retiro de siete generales y el pedido de renuncia a las jerarquías políticas del Ministerio de Defensa. En contrapartida, posturas y actitud clasista basadas en una independencia real y efectiva, al lado de la unidad para la lucha reconociendo la diversidady alianza con otros movimientos sociales, constituyen las tareas mayores del movimiento sindical.