A la embestida baguala del conglomerado polícromo que está en el gobierno el FA contrapone la tímida flor de la “oposición responsable”

 

Por: Garabed Arakelian 

Van corriendo los días, las semanas y los meses y el tiempo de autocrítica en el FA y en las fuerzas de izquierda se va alejando junto con la posibilidad de llevarla a cabo con la tranquilidad y profundidad necesarias. Sin duda que el gobierno polícromo y la pandemia ayudan para ello, y ante el reclamo se dirá y se dice ya:”¿y ahora vamos a trenzarnos en una discusión interna con todo el caos que nos rodea?”.  Sin duda que parece una reflexión sabia, pero es el eterno renunciamiento de lo importante frente a lo urgente. Y esa postergación, que implica acumulación de errores que no se revisan y se van dando por aceptables, porque “es lo que hay”, terminan por configurar la táctica ejecutada que se reitera y se instala como estilo de praxis habitual. El saldo deja que desear.

En ese marco de actuación llama la atención la premura con que algunos dirigentes del Frente Amplio salieron a decir de manera coincidente que el Frente iba a hacer “oposición responsable”. Fueron en su momento, inmediatamente después de las elecciones,  manifestaciones inesperadas e innecesarias. Ante esa actitud presurosa e inconsulta que no se ha desmentido ni rectificado, se tornan imprescindibles algunas preguntas: 1) ¿Dónde, Cuándo, Quiénes, resolvieron eso?; 2)¿Cuál es el contenido de “oposición responsable”, cuáles son sus límites o sus alcances?; 3)¿Es iniciativa del Frente Amplio o responde a un pedido (¿o imposición?) del oficialismo?; 4) Cuándo y en qué escenario se dio esa transacción o acuerdo?; 5) ¿Por qué no está informada la militancia del FA y por qué no se les dio participación en esa toma de decisión y su puesta en práctica sin acuerdo inicial?. Lamentablemente todas las respuestas serán negativas.

Continuando con la inercia adoptada, intercalando alguna pedaleada para mantener el desplazamiento pero sin modificar el curso,  la dirigencia frenteamplista considera que sigue en período de campaña electoral y con el pretexto de la premura continua tomando decisiones por sí y ante sí, sin darse cuenta que la organización a cuyo frente está viene de una terrible derrota política consecuencia de la cual es el desastre electoral. 

Existe una costumbre que no es cortesía sino imperativo de vida, según la cual los jefes o los gerentes, ante la derrota de su campaña o ejercicio, lo que hacen es poner sus puestos a disposición de la organización que confió en ellos. Nada de eso ha sucedido acá entre nosotros y, más aún, los mariscales vencidos continúan tomando decisiones inconsultas que a través de los medios de comunicación hacen llegar a las bases. 

¿No habrá llegado el momento de sacarse las chapas del pecho y los adornos de las hombreras para ir hasta donde está la verdadera fuerza del FA y preguntar “¿cómo la ven?” o ¿“qué les parece que debemos hacer”?. Después de un fracaso, los créditos se achican o desaparecen. Y la confianza y la delegación de poderes son créditos que otorga la militancia. Generalmente a quienes no dan la talla no se les renueva esa confianza porque se supone que cometerán los mismos errores y mantendrán la misma incapacidad, salvo que medien explicaciones aceptables y condiciones que las justifiquen. En nuestro caso no se conocen.

Ahora bien: La dirigencia del FA  ¿cree sinceramente que sigue gozando de tanto crédito como para hacer compromisos del estilo “oposición responsable” sin consulta alguna?. Por supuesto que no y más aún cuando ese slogan provoca desconfianza, porque en ningún momento lo dijo o planteó el oficialismo, fue iniciativa del FA, poniéndose las maneas sin que tuviera necesidad ni exigencia del opuesto. Es una actitud que justifica una adjetivación fuerte.  

Como se desprende de este planteo, la posición del Frente descansa en la seguridad de que esa “oposición responsable”, ofrecida benévolamente sin que se pidiera contrapartida al gobierno polícromo debería ser aceptada pues ella encierra, más que un eslogan publicitario, una oferta, una propuesta política de convivencia pacífica. Pero, ¿desde cuándo los perdedores ponen las condiciones? Esa propuesta tiene toda la forma y el contenido de un  pedido de clemencia: somos buenos, no vamos a hacer daño, nos vamos a entender,  etc. etc. Rescatando viejas prácticas de los partidos  tradicionales, es una forma de decir: “acá no hay vencidos ni vencedores”. Pero ni eso, pues en esta ocasión los ganadores  dicen: “ganamos nosotros y hacemos lo que queremos hacer”.

Entrar en el terreno que está reclamando la gente del FA -los encuadrados y los silvestres- va a ser muy doloroso y requerirá de coraje para plantear los temas y mano firme para avanzar ante los remolinos que se formarán. Hay dirigentes veteranos y con experiencia que lo intuyen y quizás por ello le saquen el cuerpo a la autocrítica. Si ella se hubiera llevado a cabo, tal como se esperaba, poco después de la elección, seguramente el tema principal habría sido el análisis de los factores que llevaron a la derrota electoral: actitudes, comportamientos, relaciones  entre organizaciones y entre personas y entre estos y las organizaciones, la comunicación, la propaganda, el empleo de las finanzas, etc. etc.. Pero hoy, eso pasará a segundo plano, porque sin preparación, sin haber estructurado planes de contingencia para responder a la embestida baguala que ya se está soportando, el FA solo tiene en la mano, de manera ingenua y romántica, la modesta flor de la “oposición responsable.  Evidentemente –no sé quienes ni porqué - han confundido la lucha política  con algo similar al festival de Woodstock, olvidando que a lucha política es lucha de clases y la derecha, la oligarquía, demostró que sabe qué es eso y no tiene conmiseración  alguna. Con apenas 60 días de gobierno allí están las cifras de los desempleados, de los que hace un mes que tienen dificultades para comer y dar de comer a su familia, los que se han quedado sin casa y perdida la esperanza de construirla con su esfuerzo cooperario, y los que teniendo una entrada han perdido vertiginosamente la capacidad adquisitiva ante la carestía desatada. Y la pérdida de libertades. Y la violencia  de los aparatos represivos y la obsecuencia cipaya ante los poderes regionales desmereciendo la hermandad latinoamericana.

Frente a esto ninguna respuesta que tenga por lo menos la misma intensidad como para detener ese avance furioso. La dirigencia ha resuelto que la lucha, esta vez personificada en la Ley de Urgente Consideración (LUC) será exclusivamente en el Parlamento y preparan  propuestas de contraofensiva que entienden serán buenas y que por lo tanto gozarán del beneplácito del conglomerado multicolor. Vanas esperanzas: este gobierno cívico-militar ya tiene su programa.

Seguramente estas líneas causarán disgusto en algunos y quizás haya quienes se ofusquen, pero estamos preparados, les responderemos que estamos haciendo oposición responsable.