Escribe: Garabed Arakelian
Cuando “todos son iguales” y “todo vale”, es difícil discernir y tomar decisiones pues el tema es entre lo real y lo aparente, la verdad y la imitación. Hay muchos que, honestamente, a pocos días de las elecciones se debaten en la duda ante esas posibilidades.
¿Y cuál es, ese cruce de caminos? Pues para los frenteamplistas, es entre seguir votando al Frente y no hacerlo, u optar por otras alternativas para demostrar su disconformidad.
Sin duda que la decisión es difícil. Sobre todo para los politizados, los filosóficamente convencidos y una amplia gama de desencantados, y por eso fastidiados, enojados, que incluso dubitan entre el silencio y la denuncia.
También es cierto que muchos de estos desencantados observan la oferta electoral y piensan que el Frente es, pese a todo, el menos malo. Otros no superan su enojo y quieren expresarlo con la abstención o el voto en blanco o el voto anulado.
Piensan, con rabia contenida, que eso le abre el camino a la derecha recalcitrante, a los modelos ya en aplicación en derredor del Uruguay y cuyos resultados se comprueban y entienden, con razón, que eso significa el avance del militarismo, que es abrirle el paso a las diversas formas de penetración del imperialismo, y que implica un retroceso de largas décadas. En fin, que es la pérdida de libertad y soberanía y la eliminación de toda forma de protesta y lucha contra esos atropellos.
Y por eso, con bronca, apretando los dientes, optan por conservar lo obtenido, que existe y es mucho sin duda, y proyectan, sin hacer lugar a la indiferencia, y a la comodidad atrayente de la paz y la conciliación, por un horizonte de lucha, reclamos y protestas. Conscientes de que no son iguales unos y otros, derecha e izquierda, y que se deben agotar todos los caminos.
Por eso, todos aquellos que votaron, se movilizaron y luchan por más y mejor Frente, por más profundización y avances en los logros en beneficio de las clases populares, hoy mantienen su voto “condicionado” para asegurar un cuarto gobierno.
Eso significa que, a la luz de los resultados de la próxima elección, dentro del Frente las relaciones de poder en todos los ámbitos, seguramente cambiarán y serán menos flexibles y más exigentes
En definitiva ese parece que será el clima imperante para quienes, a pesar de todo, haciendo de tripas corazón, hartos y fastidiados y pese a las frustraciones trabajarán para concretar un nuevo triunfo del Frente Amplio. Tendrán derecho a reclamar que la casa esté limpia, y quienes ensucian queden afuera y que se discuta si “cualquier monedita sirve”.
El banderazo no fue solo un mensaje para la oposición también lo fue para la interna, obra de los conducidos convertidos en conductores, obliga desde ya a los conductores a aceptar la condición de conducidos ante los reclamos de quienes son los constructores del Frente Amplio y del Uruguay futuro. Habrá que revisar el concepto y el contenido de la palabra Unidad.
Esa será la característica del voto mayoritario de quienes pese a todo no se van y no niegan el voto, pero la actitud ya no será de confianza. Para recuperarla habrá que trabajar muchos desde ya, para asegura ese triunfo que esta vez parece tan esquivo.