Por Eduardo Aparicio
Existe una extendida coincidencia acerca de que el objetivo central y convocante del referéndum que tuvo lugar el 27M,o sea la derogación parcial de 135 artículos del conjunto que constituye la LUC, no se alcanzó. La aceptación de que estamos frente a una derrota es un asunto más dividido. Analistas y activistas en algunos casos se han inclinado hacia fórmulas de resultados mitigados: no se alcanzó la derogación pero se lograron y se pusieron de manifiestos otras cosas, tales como la capacidad y la voluntad movilizadora, y hasta el estoicismo militante que permitió dar una batalla en franca inferioridad de condiciones.
Hacemos parte de quienes estiman que hay que ubicar el desenlace que arrojó la consulta popular como una derrota, que es algo diferente a un fracaso político. Nunca es bueno escamotear, o maquillar, las derrotas, estas deben ser reconocidas para poder seguir adelante y sobreponerse. Calibrar, metabolizar y reconocer derrotas representa un ejercicio doloroso, importante; a 49 años de distancia tenemos presente el fin de la Huelga General del 73, la falta de un balance en profundidad que siempre se rehusó a ser dado, sin eufemismos, primero en caliente y después con “récul” (distancia), donde el reconocimiento de la derrota resulta clave, y conjunta o posteriormente, la disimulación de la misma dio lugar y ayudó a consolidar orientaciones equivocadas para encarar la resistencia.
La LUC es una pieza maestra de una maquinaria conservadora, regresiva, que las derechas quieren imponer a través de sus personeros políticos. Auténticos gerentes de la burguesía los poseedores del capital han construido una clara y neta hoja deL ruta, impregnada con posturas de clase.
En contrapartida las fuerzas populares están llamadas a contrarrestar esta ofensiva, a construir barreras y a dar, en primera instancia, una lucha de naturaleza defensiva, con vocación de mutarla en ofensiva.
La instalación del enfrentamiento a la LUC no fue “una changa fácil”: hubo que persuadir, convencer e imponerse, tanto en las filas del movimiento social como en el seno de la izquierda política ya que las posiciones dubitativas pesaban.
La “oposición responsable”, la política parlamentaria de reducción de daños, pesó mucho y ayudó a construir el corral de ramas que luego hubo que romper. Un impedimento, un estorbo levantado, paradójicamente, al brindar el voto favorable a los 2/3 de la LUC seguida luego con intensos forcejeos y debates por la organización de la lucha para ir por la derogación de artículos votados en los recintos parlamentarios. Sobrevoló esta discusión el deseo de subordinar la orientación del movimiento social a los designios de la dirigencia política y en particular de los parlamentarios progresistas. Pero esto no funcionó, porque la tenacidad de los impulsores de la recolección de firmas se impuso, y el motor y la conducción estuvieron en el movimiento social. A partir de la intersocial se dieron los primeros pasos, y sobre la intersocial se construyó la Comisión del SI. Fue un proceso que no escapó a tensiones y conflictos, que llevaron a quiebres y alejamientos en la participación amplia y efectiva de las fuerzas sociales. Amplitud, carta clave para darle fuerza y galvanizar al movimiento como bien lo testimonia, por ejemplo, el éxito alcanzando en Paysandú, donde se funciono en clave de intersocial amplia, diversa y unitaria. Los actores políticos, procuraron imponer su visibilidad, su discurso, sus reflejos, su impronta, con una marcada inclinación a politizarlos en términos de gobierno-oposición, crítica y defensa de los gobiernos progresista, sin darle oportunidad de incidir con sus intervenciones en debates y apariciones públicas a los actores sociales que estaban en mejores condiciones para salir de ese brete, sin estar ligados orgánicamente a las claudicaciones y contradicciones de los tres gobiernos del FA. Además, los aparatos político-partidarios del progresismo se caracterizan por siempre permear una perspectiva electoral, o mejor, electoralista, y confunden los procesos profundos, moleculares de acumulación de fuerzas, con el simple robustecimiento de las bases electorales e interponen, por sobre todo, en su afán de recuperar el gobierno la permanente consideración de sus posibilidades para los comicios de 2024.
La proeza de la recolección de firmasprimero y la obtención del 47 % de votos por la papeleta del SI, son una genuina e inequívoca expresión de la movilización por abajo. Quedó demostrado que con objetivos claros y con cierta direccionalidad es posible movilizar y que sin movilización no hay política de izquierda. En este marco siempre surgen las tensiones entre el empuje de abajo, con algunas de las cúpulas que quieren hacer política sin movilización, o con movilización a “tren controlado”, imbuidas y armadas con esa voluntad de crecer sin confrontación, o con una confrontación parcial y educada. La oposición a las propuestas conservadora tiene arraigo en nuestro tejido social y es algo más que la categoría esgrimida por los analistas y politólogos de un país dividido. La cosa es más compleja y simple a la vez.
La lectura que invitamos hacer, es interpretar las correlación de fuerzas que emerge, en término de clases y fuerzas motrices, desde la cual rápidamente constatamos que los jóvenes, buena parte de las clases sub alternas del medio urbano, constituyeron en término de movilización y adhesión la columna vertebral del SI. Los balances a establecer tienen que despojarse de la tentación simplista de transpolar, lo vivido y construido entorno al referéndum a escenarios electorales. Las expresiones por el SI (los votos), no son calco de la adhesión al FA, en cambio los enojos con el Frente, sus políticas y dirigentes siguen ocupando un lugar en las filas populares. Las rupturas entre izquierda social y política no están soldadas, el divorcio persiste y la reconciliación no se logra tan solo con el desarrollo de la imponente movilización registrada. Lo ocurrido y vivido sobre el paro del 8 de marzo, son expresión y testimonio de esta afirmación.
Desde Claridad nos hemos embanderados desde el 2020, con la defensa de la Seguridad Social, y por eso apoyamos sin ambages el proyecto de ATSS y la conformación del Movimiento de Defensa. En el tramo final de la campaña por el SI, nuestro compañero de redacción, Luis Vignolo, puso de manifiesto y en evidencia los alcances del artículo 285y asistimos a un párate, desde filas progresistas, afirmando que esta disposición no comprometía la integración total del capital estatal en República Afap abriendo la fuerza a la participación privada en la misma; el tema era opinable y merecía ser levantado en términos de movilización, de pedagogía política, de concientización, pero no de freno. En cambio, algunos optaron por ese acendrado reflejo del ordeno y mando, del alineamiento prepotente desde posiciones de supuesta autoridad. No haber puesto este y otros temas en el eje de la campaña constituyó un error que no se justifica, pero se explica por los problemas de conducción política que sin duda vivió y traslució el accionar de la Comisión del Si.
Los discursos de la noche del 27 son otra muestra de los gestos de reconocimiento de lo que acabamos de afirmar: el resultado, el público que rodeaba la tribuna y la oratoria de algunos compañeros, desarticularon en ese momento, los llamados o la imploración dialoguista Pero la línea persiste, como también está latente en el ámbito parlamentario el ir por la “reducción de daños” en materia de Seguridad Social . Ejemplo de esto es el no haber incorporado el capítulo Seguridad Social de la Luc entre los artículos a impugnar y en el movimiento social, lo constituye el dejar de lado el apoyo al proyecto de ATSS, Seguridad Social en clave de Derechos, no lucrativas, pública, solidaria, sin AFAPs, para sustituirlo por otros.
En el 1º de mayo la defensa de la seguridad social figura en la plataforma, pero la vocería del tema no está en manos de los trabajadores de la seguridad social. También resultara palmaria y elocuente la ausencia de entre los oradores de uno de los pilares de la lucha contra la LUC,como lo es FUCVAM, y tamién de la FEUU y la s expresiones feministas.
En el movimiento sindical, vocación y arrebatos dialoguistas se entrelazan con una política de achique de una alianza amplia, vertebrada por el movimiento socialy “el abajo que se mueve” generará nuevos escenarios.