Otras  amarguras de Febrero

Por Jorge  Ramada

El paso del tiempo se va llevando cada vez con más frecuencia a queridos compañeros de los que iniciamos la militancia en las décadas del 60-70. Se suman dolores, pero aceptamos que es la ley de la vida.

Pero ahora de golpe, en pocos días se han ido, entre otros, tres compañeros a los que me unieron con más fuerza distintos momentos de militancia. Por eso esta nota parte de lo subjetivo, de vivencias y recuerdos, más que de lo político o ideológico.

 

Primero fue Xenia, la querida Xenia, compañera de los últimos días del Bebe, con quien compartimos la caída en aquella terrible noche de setiembre del 72; con ella compartí también preparativos de algunos de los homenajes al Bebe, charlas sobre diversos temas y algunos encuentros en la chacra en que había ido a vivir. Siempre de buen ánimo, siempre preocupada por el pobrerío rural, comprometida con el Movimiento por la Tierra que el Bebe había impulsado al salir de la cárcel.

Luego fue el Bicho, con quien compartí durante tres años una celda en el penal de Libertad: compartimos lecturas, manualidades, ajedreces, opiniones y discusiones. Nuestros encuentros fueron esporádicos en los últimos tiempos, aunque siempre fue receptivo a planteos que hiciéramos sobre problemas concretos.

Y ahora el Tambero, a quien recuerdo como expositor muy crítico en los tiempos de la revista Hervidero, con quien también me encontré en los homenajes al Bebe, para luego seguir manteniendo cruces de ideas e informaciones, coincidiendo o discrepando, pero siempre con la mirada puesta en un horizonte revolucionario.

 

No hubo honores para Xenia y el Tambero, para ella incluso un excesivo silencio de muchos quienes informan a la población y de buena parte de la izquierda. Pero los tres mantuvieron, cada cual a su manera, con pensamiento y hechos, su compromiso con las luchas de los explotados y excluidos. El corazón de Xenia junto a los pobres del campo; la militancia del Bicho hasta el último día por la derogación parcial de la LUC; los libros, artículos y polémicas del Tambero cuestionando los renunciamientos de cierta izquierda.

Por eso en estas breves líneas no me interesa ahondar en coincidencias o diferencias con posturas políticas o ideológicas de unos y otros. Me interesa marcar que con ellos, además de las luchas que compartimos antes, compartimos ahora, entre otras cosas –y seguramente desde diferentes enfoques– la juntada de firmas, la marcha conjunta a Montevideo de trabajadores del campo y la ciudad, la campaña por el SÍ contra la LUC.

Hechos que unieron, aunque hubiera diferencias en las palabras, puentes tendidos para luchar en conjunto contra el enemigo común: la derecha oligárquica, los dueños del poder real, el amasijo político que hoy se ha subido al gobierno del país.

La unidad en los hechos no significa renunciar a convicciones, las palabras diferentes no deberían contribuir a separar, sino a mantener unidad en la contradicción. La verdad revelada no existe, la práctica irá marcando aciertos y errores, pero sin perder de vista un objetivo irrenunciable que es terminar con la explotación y dominación de unos seres humanos por otros.

Unidad para no transar y puentes tendidos para sumar voluntades, como señalara el Bebe; compromiso con los “más infelices” que defendiera Artigas.

Las amarguras duelen, cuesta asimilarlas, pero nos llaman a seguir la lucha de los que se fueron, para que en estos últimos tramos de nuestras vidas podamos contribuir –en la medida de nuestras fuerzas– a fortalecer a las nuevas generaciones llamadas a cumplir con los sueños a los que no pudimos llegar.