En Ucrania también se juega el patio trasero del imperio: atentti

Por Garabed Arakelian

La guerra es condenable y debe ser condenada, denunciada y repudiada, siempre. Porque es muerte y destrucción. Porque la carne y la sangre la ponen siempre los pueblos. Pero, lamentablemente no es fácil desentrañar los problemas de la guerra.

Además, los intereses en juego aplican el principio de “si no estás conmigo, eres mi enemigo”. Y esto significa que, te guste o no, debes integrarte al club de la mentira y la hipocresía.

La charanga yanky y pro oligárquica no se ruboriza en vestir los viejos disfraces de carnavales lejanos. Aún les sirve hablar de la URSS y del comunismo porque provoca reacciones de rechazo contra algo que no existe pero conviene usar.

Tal como lo fueron las dos guerras mundiales, este conflicto es también entre países del sistema capitalista y corresponden a una etapa del desarrollo de la fase imperialista. La lucha es entre ellos para ver quién tiene más poder sobre el resto. No importa preguntarse ¿qué sentido tiene esto? La guerra es el alma y la esencia del sistema capitalista.

¿Podemos cerrar los ojos, olvidar y no ver lo que sucedió con Yugoeslavia, Libia, Irak, Afghanistan y tantos otros de una interminable lista en la que no pueden faltar Siria y Palestina. Y unos cuantos pueblos y países de África por supuesto?

Si los mapas sirven es bueno mirarlos y ver dónde y cómo se han movido las fronteras qué países se han despedazado y a instancias de quienes.

Con eso, quizás podamos conjeturar sobre la base de los intereses particulares que Rusia es un país lejano que no está olfateando nuestra orillas. No es una garantía ya que con mayor alegría y despreocupación  le hemos abierto ancho cauce a la presencia China.

Oportunamente di opinión sobre la posible acción de Rusia conjeturando que no se iba a empantanar en una guerra prolongada que diera tiempo para organizarse a los grupos nazis de Ucrania. Y también evitar verse obligado a reprimir dentro de sus fronteras las manifestaciones antibélicas y otras de apoyo al pueblo de Ucrania. En ese sentido han aparecido algunas leves pistas al alentar a las Fuerza Armadas a destituir al presidente, y al mismo tiempo proponer negociaciones. Y, parecería que no lo hace por tener una posición de debilidad. Son solo señales.

Correrá agua aún y seguramente sangre inocente hasta que Rusia y su Federación establezcan los límites de cercanía a las armas de la OTAN. Parecería que ha permitido hasta donde le era posible. Si Ucrania pasara a formar parte de la OTAN, el punto más lejano de su territorio estaría a 5-7 minutos de tardanza para un proyectil rumbo a Moscú u alguna otra ciudad importante de Rusia y la réplica sería imposible. Es un argumento que han usado  con frecuencia desde la OTAN y desde el Pentágono para justificar sus acciones.

Y ahora para cerrar nuestro planteo se debe reconocer que en este juego de ajedrez quien sacrifica algunos de sus trebejos o en ausencia de reglas de juego recurre al compromiso mafioso de “tu me dai una cosa a me e ío te doy una cosa a té” espera la señal correspondiente dentro de ese código.

El patio trasero del imperio yanqui, en el que estamos nosotros, aún tiene espacio y riqueza, y probabilidades de filosofar y hacer en cuanto a la seguridad del imperio. No es de descartar que como reciprocidad haya intentos de apretar nuestras entrañas. Y me estoy refiriendo al Uruguay. Veremos