La reglamentación sindical en el siglo XXl, fidelidades  desde la derecha y asombros desde la izquierda

 

 

Escribe Garabed Arakelian

No podían pasar inadvertidos y ellos lo sabían; pero el caso demandaba premura y aceptaron el riesgo. Tampoco la decisión daba para complejizar demasiado el tema. Porque no era ni es de extrañar que gente del Pit.Cnt deambule por los pasillos del Palacio Legislativo y se reúna con legisladores de toda laya. Pero la presencia sindical ese lunes 20 de diciembre se detectó de inmediato y se supo que la reunión era con legisladores frenteamplistas: ¿con la bancada entera o con algunos  solamente? ¿Acaso con los integrantes de alguna Comisión en especial? No había respuesta concreta.

El trámite no era el habitual y tenía rasgos de particularidad y al final, cuando legisladores que no estaban convidados a la reunión se sentaron a la mesa, el asunto tomó difusión: no era una delegación oficial del Pit.Cnt. la que estaba allí. En consecuencia  no contaba con esa representatividad y respaldo que implícitamente otorga  la representación oficial y, además, los órganos de dirección que podían haber designado a esa delegación no dieron señales de reconocimiento y dijeron desconocer el asunto.

Se trataba pues, de una “avanzadilla” que, se supo después, no tenía la intención de indagar posiciones que eventualmente pudieran afectar la vida y la organización sindical del país, sino que venía a  sugerir, aconsejar, informar, rogar o pedir que el F.A votara el proyecto de ley de reglamentación sindical que proponía el gobierno.

La argumentación para para esa propuesta, que luego tomó estado público, era no menos extraña que la gestión que se llevaba adelante: se  pedía aceptar el proyecto aludido porque era el “menos malo”, pero sin explicitar cuáles eran esas otras maldades y sin confrontarlas con estas otras “relativas bondades” que auspiciaban. Pese a la carencia de esa legalidad que brindan los formalismos, el pedido de posicionamiento solicitado por este “grupo informal” concitó el apoyo de los sectores mayoritarios del Frente que, de inmediato, se pusieron en campaña para consolidar el respaldo solicitado

Al día siguiente una tensa reunión del Secretariado de la central sindical continuaba desconociendo oficialmente el trámite realizado por algunos de sus componentes y esperaba, entre miradas de soslayo, que algunos de los protagonistas de ese planteo ante la bancada del FA, informara de la gestión realizada. Es cierto que tampoco se les pidió, reclamó o insinuó que dijeran algo, porque ya todo se sabía y quizás se consideró inútil insistir sobre el asunto. De modo que oficialmente el Pit.Cnt no hizo gestión alguna para la aprobación de dicha ley.

Entre tanto, el referido proyecto comenzaba una azarosa andadura que tensó de inmediato las costuras de la organización. Los sectores que suman mayoría recurriendo a esa condición expresaron que hacían suyas las posturas y los argumentos que les había anticipado la informal avanzadilla sindical, pero se encontraron con una firme oposición de las minorías que rechazaban de plano el proyecto, reclamando se le dijera cuáles era los “otros proyectos” y en qué aspectos era éste el “menos malo” añadiendo que no solo no votarían sino que llevarían ese rechazo a otros planos.

Como respuesta, quienes estaban dispuestos a votar el proyecto del oficialismo echaron mano al argumento de la unidad y de la disciplina y no se mostraron dispuestos a conceder o aceptar el libre albedrío o el dejar en libertad para que cada legislador o cada grupo votara de acuerdo a sus convicciones. De modo que al contenido del tema, a la forma en que se había presentado y se venía desarrollando su tratamiento, los grupos mayoritarios sumaban este otro punto que agudizaba el enfrentamiento interno.

Pero a esa altura, la “cocinada”, como algunos comenzaban a llamar a este apoyo que  resultaba inusitado e inexplicable, había comenzado a pegarse en el fondo de la sartén. El tema había superado los enjardinados que rodean el legislativo y se difundía veloz por las redes recogiendo encendidos  rechazos. Las direcciones intermedias, las bases y también altos dirigentes ya habían hecho llegar sus puntos de vista sin esperar que se les preguntara. Al punto que en la tarde del miércoles la bancada del FA, en forma unitaria, recogió los hilos dispersos, le dio uso a la martinica, argumentó y votó el rechazo de la trama proyectada por el complejo gubernista. Fue una esperada e inteligente resolución.

 

Pero se debe tener presente que esta decisión no se tomaba en la tranquilidad del pupitre burocrático ni en la asepsia del laboratorio porque en esos tiempos los transportistas de carga llevaban su conflicto a la entrada del puerto y con “sentadas” bajo el ardor del sol denunciaban y reclamaban por el abuso patronal y el incumplimiento de cláusulas aceptadas previamente; un par de empresas de transporte  interdepartamental realizaban paros  y movilizaciones y también eran reprimidos, trabajadores de la salud iniciaban sus protestas y reclamos en tanto el gobierno a través de sus personeros declaraba actuar dentro de los términos  permitidos por la ley de Urgente Consideración (LUC). “Las reglas ahora han cambiado explicaban las versiones oficialistas.

Entre tanto, mientras la Guardia Republicana levantaba con violencia inusitada a los trabajadores que reclamaban pacíficamente por sus derechos, la dirección del Pit.Cnt le pedía al Ministerio del ramo que no reprimiera y le diera tiempo para descomprimir. Era un intento vano, porque  los problemas no se desarrollan en compartimentos estancos. Todo tiene relación entre sí y esta anécdota de la “avanzadilla  informal” para dar al FA pretextos y argumentos de apoyo a la acción gubernamental, es un incidente que no se debe minimizar ni olvidar pues seguramente servirá de referencia futura para evaluar declaratorias y reclamos de unidad y acción conjunta. Pero queda una experiencia que no se debe echar en saco roto.