Por Jorge Notaro
En una reciente publicación el economista y doctor en historia económica, Gabriel Oddone, reincide en proponer lineamientos para un programa con el objetivo declamado de mejorar las condiciones de vida en el Uruguay, pero con una mirada coincidente con los intereses del capital al que asesora (Oddone, 2021).
En sus comentarios incluye valoraciones de la situación internacional y nacional, de las cuales entre las primeras se destaca:
“Asistimos a un cambio de era en la que los consensos (movilidad de bienes, capitales y personas) que nos permitieron alcanzar niveles de prosperidad, convivencia e igualdad globales sin precedentes en las últimas siete décadas ya no son suficientes”.
Los hechos muestran que esta visión es tan almibarada como mentirosa, la desregulación del movimiento internacional del capital, adaptando la economía mundial a la hegemonía del capital financiero fue impuesta y tuvo como consecuencias crisis con altos costos para los sectores populares de todo el mundo.
Las sociedades latinoamericanas contemporáneas, con excepción de Cuba, fueron durante las últimas siete décadas y siguen siendo, capitalistas dependientes. A principios del siglo veinte Lenin diferenció a los países imperialistas de las colonias y de los países dependientes, estos segundos con gobierno propio pero condicionado, que se incorporaron al capitalismo por la exportación de capital desde los primeros (1975). Dependencia implementada por la asociación entre las clases dominantes en los países exportadores de capital o imperialistas y las clases dominantes en los países de menor acumulación de capital que se convierten en dependientes. Los gobiernos de los países dependientes, en algunos casos con presiones de los gobiernos de los primeros o de los organismos internacionales que controlan, toman medidas de política económica para adaptar la economía a las necesidades de los países imperialistas, adaptación que las deforma y genera transferencias de riqueza. La definición implica que el desarrollo del capitalismo es desigual y combinado, como enseñaba Vivian Trías, las fuerzas productivas y las relaciones de producción en los países coloniales o dependientes están condicionadas por el desarrollo de las de los países imperialistas.
Esta perspectiva se omite en la visión predominante de la historia universal que enseña que Europa Occidental alcanzó el mayor desarrollo de la civilización, su expansión al resto del mundo es una manifestación del progreso y no se explicita que se logró aplastando las civilizaciones de América y África, imponiendo la esclavitud, el trabajo forzado y el racismo (Dussel, 2020).
Con la liberalización de los mercados cambiarios y de capitales se ajustaron las economías a las necesidades del capital financiero. A principio del siglo veintiuno el capital financiero ejerce la hegemonía de la alianza de clases dominantes, dirige el proceso de acumulación por su mayor poder económico y político, en las economías nacionales así como en la economía mundial (Álvarez Peralta y Luengo Escalonilla, 2011). Desde comienzo del siglo XXI la magnitud del capital financiero se multiplicó, aumentó su concentración en fondos de inversión, de pensiones y de seguros; se diversificaron las instituciones y los mercados reduciendo el papel de la banca; la acumulación en títulos de deuda pública creó una clase de acreedores del Estado; el crédito tuvo una gran expansión y aumentó la importancia relativa de los ingresos financieros en el ingreso nacional de los países (Chesnais, 2019). En setiembre de 2021 la deuda de los países alcanzó una magnitud sin precedentes con 296.000 billones de dólares, que significan el 353% del PIB mundial, generando preocupación por la incertidumbre sobre la futura capacidad de pago. En los países subdesarrollados siguió aumentando la importancia relativa de la deuda en moneda extranjera en el total de deuda (Institute of International Finance, 2021).
El capital financiero se expresa principalmente a través del FMI y las agencias calificadoras de riesgo, los economistas al servicio del capital que asumen sus propuestas y el oligopolio de medios que las amplifica. Los países que aspiran a alcanzar la categoría de grado inversor en la evaluación de las agencias calificadoras deben tener en cuenta sus advertencias y recomendaciones, adoptando medidas que aseguren la recuperación del capital invertido y su rentabilidad. Tres agencias —Standard & Poors, Moody’s y Fitch— concentran el 90% de las calificaciones en el mundo. La emisión de bonos, que representa el 52% del total de la liquidez mundial, es el instrumento que mostró mayor dinamismo durante los últimos años (CEPAL, 2018).
En Uruguay un ejemplo claro fue el impacto de la liberalización del mercado cambiario y del movimiento internacional de capital por decreto del ministro de la dictadura Alejandro Vegh Villegas en junio de 1975, que estimularon el ascendente protagonismo del capital financiero, modificando las relaciones de poder. Hasta principios de la década del setenta se identificaban tres actores sociales principales, los ganaderos, los industriales y los asalariados urbanos. Los primeros generaban la producción exportable y las exportaciones eran la principal y casi única fuente de moneda extranjera, imprescindible para importar las materias primas y los equipos para la industria, que generaba nuevos puestos de trabajo. Los ganaderos retenían las mercancías exportables para generar dificultades de pagos externos y de importaciones, procedimiento que forzaba una devaluación y un aumento de sus ingresos (Faroppa, 1965; IECON 1969).
En la segunda mitad de la década de los años setenta la liberalización del movimiento internacional del capital y la apertura financiera en un contexto de abundante oferta internacional generó un mayor poder de los actores externos y en particular, del capital financiero transnacional y sus socios locales. El tipo de cambio aumentó menos que los precios internos, las presiones de los ganaderos no tuvieron éxito ya que sus exportaciones eran prescindibles para acceder a la moneda extranjera y a principios de la década de los años ochenta sus pérdidas les impedían devolver los créditos bancarios.
Surgió un cuarto socio que desde eses momento hegemonizó la alianza de clases dominante en el país, el capital financiero, que fue el principal condicionante de la política económica (Notaro, 2016). Aumentó su importancia como acreedor y como consecuencia de su poder condicionando las decisiones del gobierno de turno, en 2004 la deuda bruta del Sector Público Global era 13.949 millones de dólares de los cuales el 49,6% en títulos; en 2019 fue de 37.146 millones de dólares de los cuales 80,5% en títulos y representó un 66,3% del PIB (BCU, 2020).
La satisfacción del capital financiero con la política económica del Uruguay se manifestó tanto en su discurso, expresado por el Fondo Monetario Internacional y las calificadoras de riesgo, como en su práctica, por la creciente demanda de los bonos soberanos. Contó con el apoyo de los economistas de las consultoras que asesoran al capital, que agregan argumentos sobre la necesidad de congelar o reducir los salarios reales para mantener el nivel de empleo y reducir la inflación.
Oddone también se preocupa por aumentar la igualdad sin olvidarse de la clase media:
“Si no crecemos por intentar distribuir no podemos seguir distribuyendo. Si no distribuimos a pesar de crecer, como en una parte de los noventa, minamos las bases de nuestro contrato social…Aumentar la igualdad hace necesario fortalecer los mecanismos de protección a la población vulnerable focalizando mejor…fortalecer y mejorar los “espacios” de encuentro ciudadano como son nuestros sistemas educativo y sanitario, las instituciones que velan por la empleabilidad y la solidaridad intergeneracional (pensiones), los sistemas de transporte públicos y las áreas de esparcimiento.”
Como ejemplo de equilibrio entre distribución y crecimiento cita el período 2003 – 2012. Sin embargo, desde 2008 hasta 2014 la distribución del ingreso entre los trabajadores asalariados y el capital fue estable, en los tres últimos años los ingresos del capital se ubicaron en 16.100 millones de dólares anuales y los de los de obreros y empleados en 9.759 (no se incluyen los salarios que no se negocian en los Consejos). No hubo redistribución, los ingresos del capital no fueron afectados y su magnitud indica que es posible aumentar los salarios así como la tasa del IRAE y reducir las exoneraciones a las inversiones (Notaro, 2021) .
Contradiciendo su preocupación por una mayor igualdad, inalcanzable sin un aumento del gasto público financiado por un aumento de impuestos, Oddone propuso la contracción del gasto público, advirtió al gobierno sobre lo negativo de aumentar impuestos a las actividades agropecuarias (2011) y consideró que la situación fiscal “merecería ser atacada con más intensidad” para "estar seguros de que no hay ningún riesgo de perder el grado inversor" (2015).
Con relación a los salarios Oddone considera que los aumentos eran aceptados por las empresas que luego despedían trabajadores (2018) y propuso “promover acuerdos salariales que contemplen la productividad de los factores y limiten traslados a precios de aumentos de costos en sectores con escasa competencia.” (2019). También Rosselli, de la consultora transnacional Deloitte consideró que “va a ser necesario que Uruguay se abarate en dólares, es necesario reducir el déficit fiscal y es necesario moderar los salarios para que la necesaria suba del dólar no venga de la mano de mayores niveles de inflación” (2015) y que “el crecimiento del salario ha estado por encima de la actividad” como factor que se suma al clima complejo de las relaciones laborales y los altos precios en dólares para explicar la caída de la inversión privada y en particular, de la inversión extranjera directa (2018).
Que algunos economistas opten por generar sus ingresos asesorando al capital no es delito, la constitución y las leyes del país legitiman la explotación y la dominación. Otros economistas, como los que integran la cooperativa COMUNA o los que asesoran al PIT – CNT desde el Instituto Cuesta – Duarte, hicieron otra opción. La gran diferencia es que mientras estos últimos asumen con transparencia que defienden los intereses de los sectores populares. Los asesores del capital no asumen su ubicación en la lucha de clases y fundamentan sus propuestas en la ciencia. No es delito, sólo es inmoral.
Bibliografía citada
Álvarez Peralta, I. y Luengo Escalonilla, F. (2011). “Financiarización, acumulación de capital y crecimiento salarial en la UE-15”. En Investigación Económica, vol. LXX, número 276, abril – junio 2011, pp.125 – 162, México D. F.: Facultad de Economía.
Banco Central del Uruguay (BCU). (2020). Deuda del Sector Público Global. Recuperado en https://www.bcu.gub.uy/Paginas/Default.aspx.
Comisión Económica para América Latina (CEPAL). (2018). Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe. 2018. Santiago de Chile: CEPAL.
Chesnais, F. (2019).La théorie du capital de placement financier et les points du système financier mondial où se prépare la crise à venir. En Alencontre. Recuperado de
Dussel, E. (2020). El primer debate filosófico de la modernidad. Recuperado en: https://www.clacso.org/enrique-dussel-el-primer-debate-filosofico-de-la-modernidad/
Faroppa, L. (1965). El desarrollo económico del Uruguay. Tentativa de explicación. Montevideo: CECEA.
Instituto de Economía –Facultad de Ciencias Económicas y de Administración (1969) El proceso económico del Uruguay. Contribución al estudio de su evolución y perspectivas. Montevideo, Departamento de Publicaciones – Universidad de la República.
Institute of International Finance. (2021). Capital Flows Report: The Divergent Recovery. Washington: IIF.
Lenin, V. I. (1957). [1917]. El imperialismo, fase superior del capitalismo (ensayo popular). Beijing: Ediciones en lenguas extranjeras.
Notaro, J. (2016). La estrategia y la política económica de la dictadura, 1973 – 1984. En Bohoslavsky, J.P. (Ed) El negocio del terrorismo de Estado. Pp. 83-99. Montevideo, Penguin - Random House.
Notaro, J. (2021) Los ingresos del trabajo asalariado y del capital. Uruguay, 2008 – 2014. En Geymonat, J. (coordinador) Los de arriba. Estudios sobre la riqueza en Uruguay. Montevideo, FUCVAM.
Oddone, G. (2011). Uruguay 2011: sin lugar para señales débiles. Montevideo: ADM.
Oddone, G. (2015). El presupuesto está basado en un escenario muy optimista. Diario El Observador, 14 de setiembre
Oddone, G. (2018). Lineamientos salariales no aseguran resultados en el empleo.
Diario El Observador, 14 de marzo.
Oddone, G. (2019). ¿POR QUÉ URUGUAY ES CARO? Recuperado en: http://www.gabrieloddone.com/por-que-uruguay-es-caro/
Oddone, G. (2021) DE CONTRADICCIONES CAPITALISTAS. En https://www.montevideo.com.uy/Noticias/Gabriel-Oddone--Si-no-crecemos-por-intentar-distribuir-no-podemos-seguir-distribuyendo--uc803693
Rosselli, P. (2015). Principales mensajes de la primera reunión del Comité de Coordinación Macroeconómica. Diario El Observador de Montevideo, 9 de abril.
Rosselli, P. (2018). Deloitte: economía “se enfría” en un “barrio complicado” Diario El País de Montevideo, 22 de junio.