Por Garabed Arakelian
Hay quienes sostienen que la política es una ciencia, y otros que es un arte, el arte de lo posible, aclaran tomando previsiones ante posible reclamos.
Pero también hay indignados que vociferan: “la política es una porquería” y narran, para explicar su actitud, las andanzas y los chanchullos que acumula el historial colectivo e individual de actores dispersos por el mundo entero, que justifican la calificación genérica de “son todos iguales”. Y quizás tengan buena parte de razón. Lo cual explica un cierto estado de ánimo refractario a escuchar mensajes de origen y contenido político.
Es que, en tiempos de verborragia las palabras aburren. Se soportan menos por aquello de “hechos y no palabras” que sigue vigente, se valoran más y mejor los hechos y las actitudes que se tornan imprescindibles. Y colaboran en borrar la imagen negativa.
Quizás, condicionado por aspectos similares el Frente Amplio ha pasado, rápidamente, al terreno de la acción y dispuesto a solucionar sus desafíos de conducción se apresta a dirimir la disputa electoral que determine quién será la persona que ocupará su presidencia.
Salvando rasgos diferenciales de carácter anecdótico parecería que la puja será entre dos candidaturas que expresan claramente las diferencias más tajantes existentes dentro del Frente: por un lado Fernando Pereira y por otro Gonzalo Civila. ¿Sería correcto decir: en oposición?
Si nos atuviéramos a la cultura de la negociación “blandonga”, aplicada en los quince años de gobierno frenteamplista, diríamos no, que son expresiones de diferentes sensibilidades pero que en el fondo no hay diferencias tajantes.
Sin embargo, se puede afirmar que las hay, y las hay.
Por ejemplo, no puede pasar inadvertido que el colectivo que respalda a Civila, procediendo con gran prolijidad, ha documentado su razón de ser y delineado su comportamiento futuro de manera seria y responsable. Siete organizaciones analizan con rigor la realidad nacional y del Frente Amplio y, como consecuencia traducen eso en una propuesta que es plataforma de presentación y base electoral. De allí surge la candidatura de Civila.
En tiempos de apurones y lineazos que justifican autoritarismos y arbitrariedades esto se presenta con la necesaria sobriedad y responsabilidad.
Es importante destacar que en tanto se respira en general un aire de decaimiento ideológico, se puede leer y escuchar que se propende a superar el capitalismo, el patriarcado y el burocratismo ell mensaje llega potente, renueva cadencias de tiempos fundacionales y saca a luz frases y conceptos que hacían a la identidad frenteamplista. Se recobra el idioma natural y característico que permitió y permite establecer comunicación auténtica con el pueblo. Es remover con una afinada espátula el moho que ha ido ocultando los perfiles mencionados.
El colectivo que levanta la candidatura de Gonzalo Civila para ocupar la presidencia del FA, no tiene denominación, nombre ni etiqueta ¿Es eso una carencia? permanecerá así o es una invitación para que los hacedores de ésta política se involucren en su tarea hasta que el nombre surja espontáneamente por imperio de la realidad? Parecería que, de acuerdo con las respuestas obtenidas, se trata de una pensada estrategia de elaboración. Muy válida, por supuesto.
Algo similar hicieron los paisajistas japoneses que diseñaban el parque de un campus universitario: cansados de que el público ignorara la disposición de los canteros y los caminos trazados, dejaron todo el terreno libre para que la muchedumbre andariega dirigiera sus pasos sin orientación ni guía exterior. Intuitivamente, salvando accidentes del terreno, los trayectos recorridos buscaron las distancias menores y los suelos más adecuados y así transitaron entre los diferentes edificios del complejo universitario alrededor de dos semanas. Dejaron su huella como croquis para que los urbanistas delinearan a partir de ellos canteros y caminos que fueron respetados por los transeúntes ya que eran el resultado de su trajinar. No les resultaban senderos extraños. Por el contrario eran de ellos porque lo habían trazado, aunque no se lo propusieron, con su andar trashumante.
Seguramente que estos militantes del espacio de izquierda aún sin denominación, pero perfectamente identificables, comprometidos con la causa de la dignidad humana tal como lo declaran, están diseñando nuevos y creativos pasajes y caminos, otros andariveles de la actividad social, reviviendo la sentencia poética y musical de “se hace camino al andar”