¿Queremos un FA mellado, sin filo y sin dientes, haciendo bien los deberes con la derecha?

Escribe: Garabed Arakelian

En noviembre de 2020 el Frente Amplio no solo perdió las elecciones sino que, y es lo importante, resultó derrotado en el enfrentamiento permanente y continuo contra la derecha. Hay quienes dicen que perdió la batalla cultural y que ese fracaso fue anterior y determinante del negativo resultado electoral. Lo cual significa que ya estaba vencido cuando entró en la disputa.

Quienes tengan algo de memoria y hayan seguido las instancias pre-electorales con atención, podrán corroborar esto a través de la serie de decisiones, actitudes  y actividades que el Frente y sus candidatos llevaron a cabo en esa campaña. Tampoco vale la pena ahora hurgar en la herida. Pero lo cierto es que el FA no se desempeña -me atrevo a decir que no asume- su rol de partido opositor y que cada decisión de lucha y enfrentamiento viene precedida y acompañada por un fatigoso ejercicio de tironeos y renunciamientos desde sus propias filas. Es la lucha interna que existe y no puede ignorarse pues es la que brinda el “ralentí”

de su desempeño. ¿Hasta cuándo podrá seguir con ese contrapeso?

Para no dejar lugar a dudas vale la pena tener presente que antes de que se instalara el nuevo gobierno, hubo legisladores frenteamplistas que asumiendo una  representación que no tenían ni se les había conferido, actuando  por iniciativa propia ofrecieron desarrollar una “oposición responsable”.

Nunca se explicitó el contenido y los alcances de esa “oposición responsable”, pero se puede inferir que aceptar  de buenas maneras y sin ninguna muestra de rebeldía  la imposición de la Ley de Urgente Consideración es una prueba de ello y, más aún lo es reforzar esa predisposición colaboracionista con la aprobación de algunos artículos y la mejora de otros para hacerlos digeribles cuando se trata de una ley agresiva, liquidadora de derechos y avances sociales, presentada tramposamente como de “urgencia” reclamando ser votada sí o sí, sin argumentación razonable ni trámite virtuoso.

Ante eso cedió la bancada del FA, haciendo los deberes de la debida corrección de estilo y de algunas aristas infamantes de la ley. ¿Es que se puede hacer otra cosa cuando se ofrece, sin que se le reclame, desarrollar una oposición responsable?

Pero las contradicciones, y la actividad a contrapelo de los intereses y aspiraciones del pueblo se pagan y la bancada del FA no pudo resistir la presión popular que le reclamaba oponerse total y tajantemente a la ley aprobada pero eso dio lugar a una larga y complicada negociación que se extendió al campo sindical y al de las organizaciones sociales hasta que, finalmente, para que la bancada no quedara desautorizada, se  acordó llevar adelante un plebiscito contra 135 artículos de la citada ley. Esos prolegómenos acortaron los tiempos de recolección de firmas, se enturbió el panorama y aparecieron quienes, también en su derecho, quieren plebiscitar toda la ley para derogarla y así, en el campo popular, el de la oposición, se producen grietas y divisiones. Pero es válido preguntarse si dentro del FA quienes aceptaron la ley y se negaron a modificar su actitud apoyarán decididamente la recolección de firmas y el plebiscito posterior, o jugarán al fracaso de ese intento para poder decir: “¿vieron?, se les previno que no era lo conveniente”.  Si eso sucediera no sería algo novedoso, pues el Frente tiene en los archivos de su memoria el recuerdo claro de cómo se le traicionó con el ensobrado de la papeleta plebiscitaria en ocasiones anteriores. ¿Alguien asume la responsabilidad de decir “esta vez no sucederá”? Nadie podrá decir con honesta convicción que eso no será posible y en cada caso se le pondrá el adjetivo que el alma pronuncia.

 Pero no puede ignorarse otra realidad que se desliza en el mecanismo político del FA: la autonomía de la bancada que pasa a jugar un rol de conducción política que ni los estatutos ni el buen sentido le otorgan. Si así fuera, sería oportuno no realizar elecciones internas en el FA y quedar pendientes –y dependientes- de los resultados que surjan en las elecciones de carácter nacional, que es lo que sucede en la realidad cuando la bancada de legisladores  (¿cuál de ellas?¿ las dos al unísono o una sola?) se abrogan el derecho de la conducción política de la fuerza?  Si así fuera, los resultados no son auspiciosos.

De modo que el FA impulsa una recolección de firmas  pero no está solo pues hay otra movilización con un propósito de más alcance y profundidad, y ambas opciones tienen puntos en común pero se les presenta como opuestas, por lo cual se dividirá el campo popular y de oposición, argumentando que una es mejor que la otra y facilitando la contraofensiva oficialista. En fin: un Frente debilitado.

Pero no es eso solo ya que también se recolectan firmas para una reforma constitucional que impulsa el movimiento contra UPM2.Un tema que, con indiferencia olímpica FA y Pit-Cnt  no consideran y actúan como si no existiera, pero que si existe. Cuando se esté aún en plena campaña de recolección de firmas plebiscitarias  contra alguna de las expresiones de la LUC, este tema explotará en la cara de los dirigentes políticos y sindicales en medio de las actividades y movilizaciones. Sucederá cuando  comiencen a salir a luz los oscuros –tenebrosos- términos de los contratos firmados y auspiciados alegremente por la OPP con mayoría frenteamplista y continuados también alegremente por la coalición de gobierno en las múltiples y variadas manifestaciones que afectarán a nuestra soberanía.

Pero no es solo eso ya que en ese marco el FA se prepara para una campaña interna de elección de autoridades. Importante sin duda, pero inoportuna  en un realidad como la señalada. Si el FA encara hacer todo eso ¿marcará prioridades o todo será igual?

Liquidadas las expectativas y posibilidades de una autocrítica válida parecería razonable aceptar, o resignarse a que no habrá autocrítica y que se seguirá adelante  eludiendo el encontronazo con aquellos temas que parten aguas. Se dará por bueno lo hecho y los mismos que fallaron, “mariscales de la derrota”, aspirarán a ser los conductores también en esta etapa.

El instinto de conservación hará lo suyo pero no es eterno e imperecedero y en  esas condiciones el FA,  si sobrevive, será el FA que no se atrevió a ir más allá del progresismo bien educado y políticamente correcto, cuanto las aspiraciones, anhelos y expectativas del pueblo que le dio vida eran muy otras. No será la primera vea que un partido político falta a la cita, pero preferimos un FA cumplidor y puntual como palpitaba en su acta fundacional. *