
Escribe: David Rabinovich
Fue un largo proceso electoral. Culmina con un Partido Nacional claramente victorioso, una izquierda en retroceso, territorios en disputa y otros, donde claramente hay fuerzas políticamente hegemónicas.
Una cosa es segura y clara: durante bastante tiempo seguiremos intentando comprender ‘los cómo y los porqué’ de los resultados electorales. Decía Aldo Solari1: “En el Uruguay es muy difícil saber cuáles son los que ganan, porque tienen que pactar inmediatamente con los que pierden, y saber quiénes son los que pierden, puesto que al día siguiente están en condiciones de imponerles exigencias a los que ganan. El arte del equilibrio y del compromiso dentro del conflicto es aparentemente la esencia del arte político uruguayo.”
No sé si los conflictos son más agudos que en 1960 y pico cuando Solari escribía ese “Réquiem para la izquierda”, pero sí son más complejos. ¿Son otros los actores principales? ¿Los equilibrios se han roto y para siempre? ¿Siguen existiendo compromisos reales y conflictos aparentes? Hoy la coalición multicolor es, sobre todo, anti-FA. Una razón se impone: la razón del artillero.
Gabriel Capurro presidente de la Asociación Rural del Uruguay piensa que “aunque todos podemos estar de acuerdo en que la desigualdad extrema no es deseable, la realidad es que la desigualdad de ingresos va a existir siempre por la propia naturaleza humana, y es justo que así sea”. Porque “Las personas somos todas distintas, tenemos objetivos de vida diferentes, actitudes y aptitudes diferentes, y actuamos y trabajamos en consecuencia. Las diferencias existen y van a existir siempre entre las personas, y por lo tanto en los ingresos, que no pueden ni deben ser iguales.”
El Ing. Agr. Gabriel Capurro Álvarez: “Es integrante de una familia tradicional de la agropecuaria nacional.” [El País 28/10/2018] Un oligarca. En ‘la lotería de las cunas’ Gabriel Capurro salió favorecido. Muy favorecido. Sin dudas que las diferencias existen, pero en su origen está un proceso de apropiación privada muy complicado.
Hay otras opiniones sobre estos temas. “El Estado simplemente no nos entiende y no creo que entenderá”, dijo Gerela Ramírez Lepin, una universitaria de Curarrehue, comunidad mapuche cerca de la frontera andina de Chile con Argentina. “No se puede resolver el conflicto con dinero. Nuestras formas de vida están orientadas a la comunidad, no son capitalistas, y no hay un impulso para importar, exportar o intercambiar; solo ser felices con lo que hay para vivir en paz”. [https://www.nytimes.com/es]
Como advierte Aldo Solari “…la sociedad uruguaya es lo que es, y no lo que se imaginan los teóricos.”2
La primera lección parece ser que efectivamente “…al FA le ha costado practicar lo que es altamente valorado por la ciudadanía de cientos de pagos del interior: la cercanía y presencia constante en los territorios.”3 Claro que luego habría que precisar qué se entiende por ‘cercanía y presencia’. Pensaba, según Solari, la izquierda ‘sesentista’ que “…los partidos tradicionales son y se mantienen esencialmente a través de un inmenso fraude realizado en provecho propio por los políticos”. Y lo explicaba: “…los hombres de izquierdas tienden muy a menudo a creer, que saben cuáles son las verdaderas necesidades del pueblo, que saben cuáles son las orientaciones que deberían tomar, que saben cuáles son los verdaderos problemas que le esperan, que tienen las soluciones que estos problemas requieren y que son el porvenir hacia el cual el pueblo uruguayo debe inclinarse.” En alguna medida las izquierdas de hoy creyeron cosas parecidas y el resultado de estas elecciones pone en cuestión esas convicciones ¿O no?
Coincido con el prestigioso sociólogo “…puede decirse, sin injusticia, que una parte de la izquierda uruguaya no escapa a un cierto rasgo iluminista y aristocratizante.” Una parte grande, agrego.
¿Cuántas veces defendimos que la democracia supone que el pueblo sabe dónde está su verdadero interés y es, de forma legítima, juez infalible y definitivo? Aunque sin dudas “…en la propaganda electoral todas las fracciones y todos los partidos intentan considerarse representantes de ese pueblo en nombre del cual todos pretenden hablar…”
Intento seguir esa línea de pensamiento. A la luz de los resultados, los blancos ¿están insertados en la estructura de la sociedad uruguaya de una manera tal que por un lado y, desde el ángulo puramente político, la representan y por otro lado la dominan? Porque llama la atención hasta qué punto resulta legitimada la intermediación entre los individuos y la atención de sus necesidades (aspiraciones) inmediatas por parte de las estructuras político-partidaria. ¿La desaparición de ‘la política tradicional’ supondría la previa desaparición de las necesidades sociales? O más bien que otras instituciones u organizaciones ocupen ese lugar.
Solari lo formula así: “Los partidos políticos tradicionales cumplen funciones de asistencia social, e intermediación de los ciudadanos con las instituciones estatales, que dependen en parte de la complejidad de éstas, en parte de la falta de preparación de los ciudadanos para afrontar esa misma complejidad, en parte sin duda, de un intento de los partidos tradicionales para hacerse necesarios.”
¿Sería dable esperar que, en más de medio siglo, los cambios en la sociedad hubieran vuelto innecesaria la intermediación y los partidos mismos que la realizan? Eso no sucedió. Los trabajadores asalariados y los jubilados, votan en gran número a los blancos y sus socios, aunque orienten su política a bajar sueldos y jubilaciones y retacear servicios públicos sin ocultar demasiado sus intenciones.
Aquellos gobiernos blancos (1958 – 1966), que vinieron de la mano del ruralismo y de Nardone, ¿admiten algún paralelo con la actualidad? Manini es un militar conservador, católico y terrateniente. Sí, alguna tradición progresista hubo en el partido de Oribe, pero nada queda del Wilsonismo, la última vertiente de esa orientación. Por ahora, parafraseando a Solari, ‘es que cada vez es más difícil que el Partido Nacional pueda liberarse del señor Manini’.
La coalición multicolor representa un pacto. Un pacto por algo de poder para los socios y para el herrerismo un pacto para poder imponer su programa antipopular, privatizador, extranjerizante… Pero el acuerdo y sus consecuencias no se percibe por parte de sus votantes, en consonancia con la descripción que hago.
Señalaba Carlos Quijano, [Marcha, 2 de abril de 1965] “La Constitución del 51, por último, en cuya redacción participaron activamente los que se habían alzado contra el “pacto del chinchulín”5, estableció sin pudores ni eufemismos, el régimen del 3 y 2 “. El gobierno multicolor nace de un amplio pacto bajo predominio blanco y herrerista. Predominio que se consolida y profundiza con los resultados del domingo 27 de setiembre.
En ese marco complejo queda pendiente analizar resultados electorales que muestran realidades diferentes. En Montevideo y Canelones predominio claro del Frente Amplio; Rocha, Salto y alguno más con cierta paridad de fuerzas, pero donde todos contra el FA le ganan. Y un interior ‘profundo’ -¿de vacas, soja y cuarteles?- donde ganan los blancos, sin alternancia y ‘por muerte’.
Notas:
1 Aldo Solari, Requiem para la izquierda, Gaceta de la Universidad, 1962.
2 Idem.
4 La agnotología es la ciencia que estudia la ignorancia inducida, cómo se genera y propaga. “Ignorar” y “desconocer” no son sinónimos.
5 En octubre de 1931 batllistas y nacionalistas independientes llegaron a un acuerdo que establecía que la integración de los entes se realizaría de forma proporcional según la representación de cada uno de los partidos en CNA el mismo criterio de proporcionalidad se mantenía para los cargos de trabajos, servicios y oficios en los mismos entes.