Escribe: David Rabinovich
El mundo paró por mandato de un virus. Algo más que una gripe fuerte. Los virus ni bichos son; la ciencia discute si son seres vivos. Pero se trasmiten a una velocidad que amenaza colapsar los sistemas de salud. Algo de eso estamos viendo en Italia y España.
En San José hoy, 17 de marzo, las calles lucen desiertas. A las 9 de la mañana salgo a caminar y pongo rumbo a la esquina de Av. Manuel D. Rodríguez y Emilio Frugoni. Se merece una calle y mucho más Don Emilio. En esa esquina la Intendencia de San José instaló una “Plaza” conocida como Líber Seregni. El General también merece el homenaje ¡cómo no!
La calidad de la obra pública dicen que mide la de la gestión. Las calles en ese barrio lucen relucientes con su bituminizado reciente, pluviales prolijas y cordón cuneta a full. Las veredas, que son responsabilidad de los dueños de cada terreno, dejan bastante que desear. La Intendencia no controla eso y tiene potestades. La plaza en cuestión está en ‘mantenimiento’. Las carencias básicas son muchas y muy notorias.
Plaza Líber Seregni en San José.
La foto no refleja, no puede claro, la desolación que me invade cuando miro estos espacios tan importantes para la convivencia en los barrios, hechos con la mínima inversión y sin criterios urbanísticos. ¿Espacios de cuarta para ciudadanos de segunda categoría?
La OPP, la del Frente Amplio claro, estableció algunos criterios que consideraba importantes al momento de definir los espacios públicos, que hacen a las posibilidades de uso, la seguridad de los espacios y su calidad”. Para ello atendía aspectos como: “accesibilidad y perspectiva inclusiva, seguridad, forestación e innovación”.
“Se trata de considerar en qué medida los equipamientos, la infraestructura y los servicios generados son accesibles de forma cómoda y segura a cualquier persona, más allá de sus condiciones físicas y/o facultades cognitivas. También se considera en qué medida el espacio permite o facilita el uso a personas de distintas franjas etarias y géneros, o el ingreso con carritos de bebé.” Los proyectos que se ejecutaron con injerencia directa de OPP siguen estos lineamientos. Un ejemplo es la plaza de Delta en Ciudad del Plata.
A esos efectos se incluyen “juegos infantiles para diferentes edades y equipamiento variado (pérgolas, mesas y bancos acordes para el uso de adultos mayores, equipamiento para jóvenes, etc.)”
“La mayoría de los proyectos (OPP – Municipios) han contemplado la forestación de los espacios públicos, con césped, setos, arbolado, o plantas trepadoras. En algunos casos se visualiza una falta de proyecto paisajístico y lo que se plantó no se adecua al lugar. En otros casos no se plantó lo suficiente, con lo cual los espacios públicos dan el aspecto de no estar terminados, a la vez que la forestación no cumple las funciones esperadas de sombra, protección del clima, césped que genere una superficie transitable, o cercado.”
Escucho –para mi sorpresa- que hacer plazas de mejor calidad requiere de placeros día y noche para no ser vandalizadas y que por lo tanto se hacen obras ‘baratas’. Hay una tensión entre los recursos disponibles, escasos siempre, y la conveniencia con sus necesidades de espacios públicos adecuados. Espacios que sean realmente ‘apropiados’ por los vecinos porque eso significa participar de su cuidado y mantenimiento. Espacios que en etapas de diseño, construcción, reacondicionamiento…, requieren de consultar con los potenciales usuarios para que podamos sentirlos nuestros.
En marzo se paró todo. El coronavirus es dueño y señor de los espacios públicos y nosotros tenemos orden de recluirnos en nuestros hogares. Después del COVID 19 -porque todo pasa- volverá el tiempo electoral y los debates sobre si realmente los gobiernos blancos en San José, que llevan 70 años de continuidad, son tan buenos como los pintan. Una parte de la población reclama cambios y alternancia porque considera que se puede gestionar mejor. Mucho mejor. Poniendo la gente “en el papel protagónico que merece y al que tiene derecho”.