La mano viene de homenajes

Escribe:  Clara Amorin

Tabaré Vázquez en Plaza Lafone (Ernesto Ryan Foto de La Diaria)

Parte de la dirección sindical por un lado y por el otro la dirigencia y el aparato político del frenteamplismo, respondieron sobre el final  del mandato presidencial con fuerte pujo “homenajeador” y organizaron sendas manifestaciones de reconocimiento a Tabaré Vázquez, quien el 1º de marzo pasó a la condición de  presidente con mandato concluido por doblete.

Algo hay detrás de esos arrebatos tan “homenajeadores”,  son una respuesta inmediata, irreflexiva, constituyen un acto reflejo frente a la derrota electoral y tal vez a la derrota política que se vehiculiza en la consumación de la alternancia, donde la coalición multicolor desplazó al  FA de los aposentos del gobierno.

Cabe preguntarse el porqué de la necesidad de personalizar  los reconocimientos pues quizás tras estos homenajes se esconda la voluntad de aplazamiento, postergación o, simplemente, la obturación de toda acción de balance político, de la extracción de las principales lecciones de esos 15 años de gobierno progresista, en el que dos tercios de dicha era tuvieron como timonel a Tabaré Vázquez. Ese ejercicio analítico y crítico es una necesidad fundamental para seguir forjando una perspectiva de cambios y transformación social

Los avances registrados desde 2005 son incuestionables, pero también lo son en igual medida y transcendencia, los debe, las claudicaciones, los renunciamiento y las concesiones que nos alejaron de las bases fundacionales y fundantes de los círculos de nuestra izquierda.  

Siempre sostuvimos y marcamos desde ese lugar, que no es otro que el de la modesta anomia militante, la diferencia entre izquierda y progresismo. El ciudadano Tabaré Vázquez tiene muchos méritos  y cualidades, entre los que figura haber conducido una experiencia progresista, en la que no temblaron las raíces de los árboles y donde tal vez si ligeramente se abanicó el follaje. Atribuirle los avances, simbolizarlos en una persona -la de un deseado conductor- es un grave error, ya que, no un talento de izquierda, sino simplemente el republicanismo radical exige poner en su lugar el papel del individuo en los procesos sociales, dando siempre lugar a lo colectivo sobre individual, preservando la perspectiva histórica.

El frenesí de las comparaciones es siempre equivocado, pero históricamente es un error garrafal comparar a Batlle y Ordoñez con Tabaré Vázquez. Las izquierdas fundacionales pudieron coincidir en parte con el  reformismo batillista, pero siempre se diferenciaron de él, algunos por medio del ejercicio del picaneo, o el desborde por izquierda y otros por el la confrontación abierta cuando fue necesario. Con un siglo de “recul”  hoy  se puede apreciar la obra transformadora del batllismo, la  que, claro está, no se limita exclusivamente a la figura gigantesca de José Batlle y Ordoñez. No corresponde, y estamos lejos de querer restar los méritos que puede exhibir Tabaré Vázquez como expresión genuina del progresismo, en su esencia y sus límites, pero nos negamos a atribuirle a su figura los logros y avances obtenidos en el periodo 2005-2019, estos son fruto de la lucha social, y digámoslo sin miedo, de la confrontación y lucha  de clases. Tabaré Vázquez en su desempeño presidencial carga con mochilas importantes de signo negativo: el Día del Nunca Más, el veto a la ley de Salud Reproductiva, las declaratorias de esencialidad, el pedido de auxilio militar al gobierno Busch y varios más. Además de haber realizado, desde su primer día de gobierno, una apuesta a favor de gobernar sin movilizar, constituyéndose por antonomasia en un gran amortiguador del conflicto social, incursionando en muchas situaciones en “bonapartismo”, tal cual lo caracterizara C Marx. 

No para comparar, ya que expresamos que rechazamos las comparaciones, tan solo para explicar e ilustrar, los fenómenos del gobernantes de izquierda su consciencia de clase, su relación con las luchas populares, su basamento teorético e ideológico. Mencionaremos dos dirigentes de izquierda,(ambos socialistas, reformista uno, revolucionario el otro) símbolos desde épocas diferentes de proyectos políticos distintos, que se movieron en contextos diferentes y singulares, ambos con una admirable capacidad de sintonizar con la lucha de masas y en especial con las de la clase trabadores. Pero, dejemos el suspenso, nos referimos a León Blum, el discípulo de Jaurés, el conductor del Frente Popular, que llegó al gobierno en 1935 enancando en las luchas obreras y a Salvador Allende, ante todo un luchador social

La mano viene de homenajes

Escribe:  Clara Amorin

Tabaré Vázquez en Plaza Lafone (Ernesto Ryan Foto de La Diaria)

 

Parte de la dirección sindical por un lado y por el otro la dirigencia y el aparato político del frenteamplismo, respondieron sobre el final  del mandato presidencial con fuerte pujo “homenajeador” y organizaron sendas manifestaciones de reconocimiento a Tabaré Vázquez, quien el 1º de marzo pasó a la condición de  presidente con mandato concluido por doblete.

Algo hay detrás de esos arrebatos tan “homenajeadores”,  son una respuesta inmediata, irreflexiva, constituyen un acto reflejo frente a la derrota electoral y tal vez a la derrota política que se vehiculiza en la consumación de la alternancia, donde la coalición multicolor desplazó al  FA de los aposentos del gobierno.

Cabe preguntarse el porqué de la necesidad de personalizar  los reconocimientos pues quizás tras estos homenajes se esconda la voluntad de aplazamiento, postergación o, simplemente, la obturación de toda acción de balance político, de la extracción de las principales lecciones de esos 15 años de gobierno progresista, en el que dos tercios de dicha era tuvieron como timonel a Tabaré Vázquez. Ese ejercicio analítico y crítico es una necesidad fundamental para seguir forjando una perspectiva de cambios y transformación social

Los avances registrados desde 2005 son incuestionables, pero también lo son en igual medida y transcendencia, los debe, las claudicaciones, los renunciamiento y las concesiones que nos alejaron de las bases fundacionales y fundantes de los círculos de nuestra izquierda.  

Siempre sostuvimos y marcamos desde ese lugar, que no es otro que el de la modesta anomia militante, la diferencia entre izquierda y progresismo. El ciudadano Tabaré Vázquez tiene muchos méritos  y cualidades, entre los que figura haber conducido una experiencia progresista, en la que no temblaron las raíces de los árboles y donde tal vez si ligeramente se abanicó el follaje. Atribuirle los avances, simbolizarlos en una persona -la de un deseado conductor- es un grave error, ya que, no un talento de izquierda, sino simplemente el republicanismo radical exige poner en su lugar el papel del individuo en los procesos sociales, dando siempre lugar a lo colectivo sobre individual, preservando la perspectiva histórica.

El frenesí de las comparaciones es siempre equivocado, pero históricamente es un error garrafal comparar a Batlle y Ordoñez con Tabaré Vázquez. Las izquierdas fundacionales pudieron coincidir en parte con el  reformismo batillista, pero siempre se diferenciaron de él, algunos por medio del ejercicio del picaneo, o el desborde por izquierda y otros por el la confrontación abierta cuando fue necesario. Con un siglo de “recul”  hoy  se puede apreciar la obra transformadora del batllismo, la  que, claro está, no se limita exclusivamente a la figura gigantesca de José Batlle y Ordoñez. No corresponde, y estamos lejos de querer restar los méritos que puede exhibir Tabaré Vázquez como expresión genuina del progresismo, en su esencia y sus límites, pero nos negamos a atribuirle a su figura los logros y avances obtenidos en el periodo 2005-2019, estos son fruto de la lucha social, y digámoslo sin miedo, de la confrontación y lucha  de clases. Tabaré Vázquez en su desempeño presidencial carga con mochilas importantes de signo negativo: el Día del Nunca Más, el veto a la ley de Salud Reproductiva, las declaratorias de esencialidad, el pedido de auxilio militar al gobierno Busch y varios más. Además de haber realizado, desde su primer día de gobierno, una apuesta a favor de gobernar sin movilizar, constituyéndose por antonomasia en un gran amortiguador del conflicto social, incursionando en muchas situaciones en “bonapartismo”, tal cual lo caracterizara C Marx. 

No para comparar, ya que expresamos que rechazamos las comparaciones, tan solo para explicar e ilustrar, los fenómenos del gobernantes de izquierda su consciencia de clase, su relación con las luchas populares, su basamento teorético e ideológico. Mencionaremos dos dirigentes de izquierda,(ambos socialistas, reformista uno, revolucionario el otro) símbolos desde épocas diferentes de proyectos políticos distintos, que se movieron en contextos diferentes y singulares, ambos con una admirable capacidad de sintonizar con la lucha de masas y en especial con las de la clase trabadores. Pero, dejemos el suspenso, nos referimos a León Blum, el discípulo de Jaurés, el conductor del Frente Popular, que llegó al gobierno en 1935 enancando en las luchas obreras y a Salvador Allende, ante todo un luchador social 

consustanciado con la perspectiva  del combate y destino emancipador de los trabajadores.

Ambos nacieron en cuna burguesa y fueron burgueses en sus vidas personales, pero supieron construir una férrea identificación con la consciencia de clase, y cometieron suicidio de clase al hacer suyas las reivindicaciones políticas de las clases populares. Salvador Allende tuvo un destino trágico, no hubo lugar ni tiempo  a homenajes en septiembre del 73, sino que fue el tiempo de las lágrimas, el luto y el sufriente aprendizaje; por su parte Blum tuvo una peripecia que lo sacudió por todos lados en las turbulencias del frentepopulismo y pagó caro sus errores, renunciamientos y claudicaciones políticas.

En el seno del Frente Amplio antes de analizar qué es lo que ocurrió, porqué tuvieron lugar los reveses de octubre y noviembre, se nota el apresuramiento al homenaje. Se trata de un salto hacia adelante que puede ser un salto al vacío.

En los últimos  días de la gestión  progresista se convocó a despedir al presidente saliente en Plaza Lafone (28/02) se trata de un adiós a las responsabilidades institucionales que  le fueron arrebatadas con la perdida de las elecciones en noviembre. Es bueno bucear por debajo de esta actitud del frenteamplismo, para encontrar el significado resumen de  las condicionantes desprendidas del apego a todo precio a las posiciones de poder y poderío institucional. Convengamos que se trata de una muestra refleja, visible de la subordinación de la política de las izquierdas a las posibilidades y eventualidades del manejo del aparato  estatal a partir del control de los resortes del gobierno. Para unos cuantos defensores del pretendido enunciando que la transformación política y social es una tarea que se realiza desde y en los despachos gubernamentales y que para su acometimiento se necesita de una pléyade de hacedores, que en gran medida  constituyeron y coinciden con la existencia de la nomenclatura progresista ligada al manejo del aparato estatal a lo largo de los últimos 15 años, la perdida de las posiciones de gobierno tiene efectos traumáticos.

En una cálida noche de febrero la gray frenteamplista, -especialmente su carozo-, rodeó a Tabaré Vázquez, quien en la ocasión hizo un pormenorizado recontó de los logros de los gobiernos progresistas El ahora presidente de honor, rogo de corazón  al pueblo frenteamplista no rendirse y defender los logros: evidentemente no hubo lugar para mencionar la tregua, y armisticios pactados por el progresismo gobernante con el gran capital, ejemplificados en los acuerdos que dieron lugar o UPM2 ¡faltaba más! Sin nunca olvidar, ni menoscabar el coraje personal de Tabaré Vázquez para enfrentar la adversidad y los golpes que en la vida terrenal siempre  se hacen presentes. Nin Nova pronuncio una invitación a volver.. La dimensión emotiva se hizo presente, con acentos carnavalescos y con el remate de un poema.. 

 

Para el final  de esta nota, dejamos  algo que temporalmente ocurrió antes, pero que es bueno subrayar: el homenaje del  pasado 13 de febrero tributado por el PIT –CNT, donde la conducción mayoritaria, desconociendo la vida orgánica en la que se cimienta la Convención, tomó, desde un secretariado, la decisión de realizar dicho acto, cuando esas decisiones, por estatuto y tradición, le corresponden a la Mesa Representativa. Fueron muchos y significativos los sindicatos que se opusieron y no asistieron, quedando instalado un malestar profundo por la actitud y procedimiento adoptado. Con ese acto se comprometió, se dañó, la antigua y digna historia de la independencia del movimiento sindical, de lejanías con gobiernos y gobernantes, partidos políticos, iglesias, patronales y  centros de poder fáctico. De esa que, en buena parte viene de la tradición libertaria que tanto ha anidado en las filas del sindicalismo oriental. No es el momento de responder el enigma que encierra este homenaje, inoportuno y nada pertinente. 

La independencia que debe mantenerse a todo precio, tiene que servir para identificar y marcar las claudicaciones  cometidas desde los gobiernos progresistas, una de las ultimas es el proyecto sobre negociación colectiva que remitiera el Ministro Murro en octubre, que no fue tratado en la pasada legislatura y que sin duda será reflotado en la presente, con la nueva correlación de fuerzas; en él se quiso hacer un guiño a las patronales, que no están satisfechas y que van por todo, no alcanzó con el toqueteo del principio de la ultra actividad consagrado en el proyecto, quieren simplemente barrerla. Los tiempos que se avecinan serán de lucha y movilización, en ellos no se puede vacilar, y habrá que aferrarse a una radicalidad en la concepción y formulación de las luchas.

El mejor y más oportuno homenaje es analizar las experiencias, con distancia histórica, con espíritu crítico y haciendo primar las claves de interpretación de lo colectivo sobre lo individual. Apartémonos de la falacia de crear super héroes y referentes, cuando y donde no los hay. Del acometimiento de esa práctica, por ejemplo emergen como figuras centrales las de Blum, la de Allende, el tiempo y  nuestra peripecia determinará el lugar que le corresponderá al ciudadano Tabaré Vázquez.