Por la tierra y con Sendic

 

 

El 28 de abril se cumplen treinta años de la muerte de Raúl Sendic. Compañeros, amigos, admiradores del Bebe, harán propicia la oportunidad para mantener viva la memoria del luchador.

Cosa curiosa la vida, es decir la historia, este nuevo aniversario de su desaparición física se ubica en un marco de controvertida militancia sindical y política como la que él vivió y protagonizó  en sus años mozos donde templó su personalidad.   

Sin perjuicio de volver sobre el tema con la profundidad que se merece -al cierre de esta edición- reseñamos éste aspecto que singularizó sus inicios como activista político y social.

Apenas terminados sus estudios secundarios en el departamento de Flores, se trasladó a Montevideo. Ya traía la experiencia del militante estudiantil, adolecente y del Interior del país, integrante de la FEI (Federación de Estudiantes del Interior)  y rápidamente pasó a la FEUU (Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay)  y a las Juventudes Socialistas (JJSS) en las que, apenas traspasó los veinte años de edad, ocupó cargos de dirección.

Fue madurando en tiempos de Guerra Fría, de enfrentamiento sindical entre la UGT (Unión General de Trabajadores) de orientación afín con el Partido Comunista y la CSU (Confederación Sindical del Uruguay) de orientación anticomunista que va decayendo y languidece hasta desaparecer. Surgen, entretanto, los sindicatos de los entes públicos y se organizan los gremios autónomos  hasta que, en 1961, surge la CUT –Central Única de Trabajadores-  convertida luego –en 1964- en Convención Nacional de Trabajadores (CNT).

 En esa realidad conflictiva y beligerante, no solo en reclamos salariales y derechos para el mundo del trabajador,  sino también de lucha ideológica entre las fuerzas proletarias,  Sendic es figura central en el funcionamiento de la Secretaría de asuntos sindicales del PS que  coordina y dinamiza una cantidad enorme de agrupaciones gremiales de trabajadores.

Luego, pasa a trabajar en el medio rural sumándose a Orosmín Leguizamón, otro extraordinario dirigente sindical metalúrgico, y juntos se largan a organizar a los trabajadores del arroz para más adelante  rumbear hacia el litoral y el norte del Uruguay a trabajar con los cañeros.

Más adelante, ya enfrentado no solo a la justicia formal que actuaba en función de los poderosos, sino a la “justicia por mano propia” que estos aplicaban en sus feudos, sus concepciones coliden con los criterios existentes dentro del Partido Socialista del que se aparta para comenzar otra vía de acción política. Y así surgen los tupamaros y,  tras muchos otros avatares, el MLN (Movimiento de Liberación Nacional) que inscriben una nueva impronta en el acontecer nacional.

Allí estuvo, en el error o en el acierto, Sendic dirigiendo no solo las acciones sino discutiendo conceptos, ideas, y formas de organización. 

La historia es larga e intrincada pero dentro de su complejidad surge la figura de un revolucionario que actuó sin dobleces, fiel a sus ideas y a sus principios. Algo que, en estos tiempos de falsedades y complicidades con el enemigo se debe valorar como atributo imprescindible del buen y auténtico dirigente sindical y político de izquierda.  

Editores Claridad