El Ejército mueve las piezas del tablero a su antojo

  

 Escribe: Walter Caimí - PACTUM

 Uruguay sigue estancado en materia de derechos humanos. El pasado, el tristísimo Plan Cóndor, el golpe de Estado, está aún allí, fresco, latente; observando como los protagonistas de uno y otro lado, van muriéndose y la historia queda estancada como estaca. Esa estaca tiene nombre y apellido: el Estado Uruguayo, que no da pasos positivos en aras de dar vuelta la página. Desde 1985 a la fecha, poco y nada se avanzó. Sin embargo, desde la óptica militar, de las Fuerzas Armadas en su conjunto, como estructura militar, sigue incólume. Nada dicen, nada saben, y todavía niegan el pasado.

La crisis desatada por Guido Manini Ríos tras el cese a solicitud del presidente de la república, tiene consecuencias preocupantes, alarmantes diría. Varios vértices tienen la puesta en escena  del video por YouTube. No solo está la crítica al Poder Judicial como uno de los Poderes de Estado que la Constitución recoge, sino que, se puso sobre la mesa qué Fuerzas Armadas queremos como lo dijo Ernesto Talvi del Partido Colorado; ese dardo dio en el centro del tablero político. Paralelamente, tres senadores del Partido Nacional (Lacalle Pou, Larrañaga y Alonso) dan batalla dialéctica en favor de Manini Ríos. Se me viene a la memoria el ilustre general Víctor Licandro, que hizo un exhaustivo análisis de las Fuerzas Armadas y que su propia fuerza política poco y nada atendió. El primer gobierno de Vázquez con Susana Berruti como ministra de defensa, intentó discutir este tema. Se fracasó. Ley orgánica Militar discute el parlamento conjuntamente con la reforma de Servicio de Retiros y Pensiones de las Fuerzas Armadas que levantó más críticas que apoyo. En concreto, no hay solidez sobre qué y para qué están las Fuerzas Armadas y qué papel debieran tener. Sino se describe la CONCEPCIÓN de las FA, no se avanzará.

Corría el año 2011 y se restablecía la pretensión punitiva del estado, abriendo camino a la Constitución. El Poder Judicial no se caracterizó precisamente por tener “mente abierta y sin prejuicios militares”, todo lo contrario. La justicia uruguaya actuó como tortuga en la playa y al primer descuido un Águila engullía a la cría. La cuestión es que Manini Ríos mintió, así de simple. No dijo la verdad acerca del Poder Judicial ni del Tribunal de Honor al que hizo referencia. En este contexto histórico, Sanguinetti primer presidente luego del retorno a la democracia entre comillas, impulsó la Ley de Caducidad; y, por si fuese poco, tuvo como ministro de defensa al Dr. Juan Vicente Chiarino con aquella frase de “no tengo conocimiento” y así transcurrieron veinte años sin nada hacer, sin olvidar que Hugo Medina sucedió en el cargo desde 1988 hasta el final del mandato de Sanguinetti a Chiarino.

Manini Ríos siempre quebrantó el Artículo 77 de la Carta Magna; hizo política con su cargo, remplazando así al extinto Eleuterio Fernández Huidobro que padeció del mal de Stokolmo al igual que José Mujica. El Síndrome de Estocolmo es un estado psicológico en el que la víctima de secuestro, o persona detenida contra su propia voluntad, desarrolla una relación de complicidad con su secuestrador. En ocasiones, los prisioneros pueden acabar ayudando a los captores a alcanzar sus fines o evadir a la policía. El fallecido ministro de defensa, en cada exposición pública alzó la voz de los militares y éstos se sintieron respaldados ciertamente; fallecido el mismo, Manini Ríos lo suplantó.

Tan grave es el tema que el nuevo comandante en Jefe del Ejército integró el Tribunal de Honor al cual hizo referencia Manini Ríos, su nombre: José Ariel González (Gral. Del Ejército). Este nuevo jefe, también niega que haya pruebas contra Gavazzo y Silveira, que la justicia condenó por 28 asesinatos.  En definitiva, nuevamente el presidente de la república equivoca el camino en designar nada más ni nada menos, a un miembro del Tribunal de Honor que respaldó a dos torturadores. ¿Acaso la sociedad nuestra está ciega? ¿Prevalece más los votos que dar luz a los hechos incontrastables? Veamos: la resolución 1322 de <presidencia de la República junto al Ministerio de Defensa con fecha 12 de marzo de 2019, el Tribunal de Honor que “entendió” en el expediente de los militares sobre los que pesa sentencia de condena firme por 28 casos de homicidio muy especialmente agravado, dice: que los hechos por los que fueron condenados por la justicia penal ordinaria no están lo suficientemente aclarados y no hay elementos que fundamenten la convicción que los oficiales faltaron a los códigos de honor, de la Institución Militar, del Cuerpo de Oficiales y de los suyos propios”. Leído esto, genera una especie de asco sin límites, se revuelven las vísceras del sentido común. Por estos días PACTUM,  ha mantenido un acercamiento con un militar retirado y en determinado momento cuestionó el Plan Cóndor; me solicitó que le diera pruebas de que el Plan Cóndor estuvo y está solapadamente. Pues bien, me dirigí a Francesca Lessa, autora del libro ¿Justicia o impunidad? Cuentas pendientes en el Uruguay post-dictadura. Hice llegar el Acta de Clausura del Plan Cóndor al retirado militar en cuestión (no es de la generación de Gavazzo y compañía) sino mucho más joven; el acta por la Delegación de Uruguay, la firmó JOSÉ A. PONS Coronel del Ejército.

Quiere decir que, las nuevas generaciones de militares no solo desconocen el pasado, las Fuerzas Armadas como tal, excluyen los hechos que ellos mismos generaron, pero peor aún, cuestionan al Poder Judicial.

El Tribunal de Honor al que aludo, estuvo integrado por: Gral. Alfredo Erramún, Gustavo Fajardo también general, y por José Ariel González,el ahora comandante en jefe del Ejército; repito. Vale la pena rememorar lo que el Tribunal de Apelaciones de 2do. Turno dijo: es francamente agobiante en su capacidad incriminatoria compartiéndose íntegramente la valoración efectuada, tanto por el Ministerio Público al acusar como por el señor juez al sentenciar”; lo mismo consideró la Corporación que “siquiera aparecen empañadas por la menor sombra de dudas”. Si mal no recuerdo, las pruebas, el expediente en sí mismo, lo estudiaron alrededor de 9 o 10 magistrados, no tengo presente con exactitud el número.

El Ejército nada dice de los fugados del país  Eduardo Ferro o JorgeTróccoli; y así un sin número de sucesos pendientes. Los militares están en aguas movedizas con un claro tinte político, el hecho que Manini Ríos salude al presidente de Brasil es un hecho, es decir un camarada. Uruguay como República, como Estado, no está a la altura de los más altos valores en derechos humanos. La responsabilidad no solo es de los militares, es el sistema político que no supo dar cabida a las demandas de todos los involucrados. Si fuese por los partidos políticos, me atrevo a decir “cerra y vamos” y la historia quedará pendiente de saber la verdad. España, por tomar un ejemplo, aún reclama sus muertos saber dónde están.