Avive el seso y despierte…
Lo que se razona en materia de educación vale para la salud, vivienda, investigación, desarrollo local y…
Escribe: David Rabinovich
A medida que avance el proceso electoral las discusiones se tornarán más ríspidas y espero que las posiciones más claras y distintas. Es necesario para poder elegir con mejor tino. Debates sobre temas como seguridad, trabajo, vivienda, salud, inserción internacional, modelo productivo… y educación*, claro, estarán entre los asuntos más importantes a definir. Espero que el miedo, el odio y las ‘fakenews’ no sean el centro de la campaña.
Informa La Diaria que “la organización mundial de sindicatos de la educación, viene llevando adelante la campaña “Educar, no lucrar”. En ese marco, se realizó en Montevideo, con la participación de la Federación Uruguaya de Magisterio y la Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria, el seminario “La Educación pública en el laberinto de la globalización neoliberal”. En el centro de los debates: la mercantilización de la educación.
Asistimos en toda la región a procesos de privatización de la educación pública. No me parece mal que exista una oferta privada en materia de formación cultural, técnica, filosófica, religiosa etc. etc. En todo caso es parte de la libertad. El problema es que directa o indirectamente estos negocios o servicios –aunque el lucro no esté entre sus objetivos- aspiran a ser financiados por el Estado. Con la mano del mercado metida en la bolsa, es necesario mirar las cosas con mucha atención. Estos procesos antes venían de la mano de grupos ligados a la iglesia católica, que reclamaba, apoyos, exoneraciones y subsidios estatales para mantener sus instituciones. En Uruguay ya existe un sistema de exoneración impositiva muy amplio para la educación privada, complementado por un sistema de mecenazgo extremadamente generoso por el que un porcentaje muy elevado de las donaciones que realizan las empresas es deducible de los impuestos. Experiencias como los liceos Jubilar, Impulso, Providencia, Francisco y Espigas (si no me olvido de alguno) usan estos mecanismos, en los que el financiamiento privado, en realidad, resulta ser una parte minoritaria de su presupuesto. Los ejemplos mencionados funcionan en contextos socio-económicos carenciados y están vinculados (creo que todos) a la iglesia católica. Son centro de educación pública con gestión privada, algunas de sus normas de selección y limitación de alumnos así como las exigencias para la permanencia no se aplican en los institutos públicos. Su tarea puede ser útil en determinadas circunstancias, pero no me parece que pueden ser tomados como ‘modelo’ para la educación pública.
Alguien dijo que, como empresarios, los dueños de los diarios están en el negocio del ‘poder’. Sería más importante la capacidad de generar opinión pública favorable o adversa, según interese, que la utilidad monetaria concreta y generalmente exigua, que puede tener un diario. Los diarios también tienen una gran capacidad de marcar la agenda del debate público.
De forma similar y paralela, las instituciones educativas son muy importantes en la batalla por la hegemonía cultural. A las derechas conservadoras les importa mucho el control sobre los liceos, donde los adolecentes comienzan a formar sus primeras ideas como ciudadanos y mucho más tener injerencia en la formación terciaria. Pero, lo más peligroso es cuando estas ideas avanzan sobre el campo progresista. Eso está pasando.
En Brasil, 70% de la educación superior es privada, pero los estudiantes de las universidades vienen de la educación secundaria pública, con bajo poder adquisitivo; se mantienen en las instituciones por medio de becas pagadas por el Estado. En Chile la batalla por democratizar la educación pública tiene proporciones épicas. La consigna del movimiento estudiantil es `por una educación para todos y todas, gratuita y de calidad´. ¿Suena raro? Lo que en Uruguay es normal, resulta desconocido en casi todo el resto de la región. En Argentina está en marcha el proceso de desmantelar la enseñanza pública y crear las condiciones para una ‘revolución educativa’ a la chilena.
En todos lados el mantra es similar: “Las escuelas públicas no sirven, los maestros no sirven porque están descalificados, hay muchos problemas de violencia, de comportamiento, hay mucha huelga...”
Desde el movimiento en defensa de la educación pública se advierte que “No estamos en contra del sector privado; estamos en contra de que el sector privado cuente con recursos públicos para mantener sus negocios y que los gobiernos, en lugar de invertir en el sistema público, pasen a sacar dinero público para poner en manos del servicio privado educativo.”
Así vemos que, contra toda evidencia empírica, se propone como ejemplo de éxito el modelo educativo de Chile donde prácticamente no existe la educación pública. Por evidentes razones de ‘mercado’ en Uruguay los grandes grupos económicos no compran universidades, ni las fundan como una inversión más, muy redituable, como sí hacen en otros países. Pero sí existen institutos de educación privada. El propósito de fortalecer este sector, se extiende.
Hay que conocer cómo se manifiestan ‘las tendencias globales a la privatización de la educación’ (…) ‘Los sistemas educativos públicos adoptan principios del libre mercado, como la autonomía de los centros educativos o la libre elección de las familias de las escuelas’. Otro ingrediente de la receta es ‘la evaluación estandarizada de docentes y de estudiantes, que permite esa competencia entre escuelas’. ¿Suena conocido verdad?
Para los sindicatos de la enseñanza “La lógica de la competitividad si la aplicamos tenemos ganadores y perdedores, y no nos podemos permitir que en términos educativos haya ganadores y perdedores.”
En Uruguay también se habla de la autonomía escolar y la libre elección de las familias. Le llaman autonomía de los centros, pero el propósito es romper la centralidaddel sistema educativo, atomizarlo. Libre elección, como libertad de mercado consiste en que haya ofertas diferentes y se pueda elegir. Las familias pobres o de clase media baja no deciden, no tienen oportunidad real para decidir. En estos sistemas son las escuelas que eligen a sus alumnos y seleccionar es excluir. La mejor escuela tiene los mejores alumnos y los mejores resultados pero los mejores resultados, en educación, tienen que ver con el entorno familiar. Las mejores escuelas van atrapando a los mejores profesores. “La selección clasista del sistema dificulta la movilidad social por medio de la educación, que es el objetivo de la educación pública” advierten los docentes. Bajo la consigna de que el libre mercado organiza mejor a la sociedad, se incluye a la educación en la lógica de mercado como un servicio más.
La fuerte tensión entre derechos y negocios se puede apreciar en informes contradictorios. Un informe de la OCDE de 2012 dice que la aplicación de los métodos del libre mercado en la educación va a profundizar la segregación y la desigualdad. En 2014, otro informe de la organización habla de la autonomía de los centros y dice que no hay una correlación entre una mayor autonomía de los centros y mejores resultados académicos.
En el informe más reciente de la OCDE sobre Uruguay, de 2016, se critican dos aspectos: la centralización –dice que hay que promover la autonomía de los centros para promover la eficacia–, y cuestiona que en Uruguay participen los docentes en la elaboración de las políticas educativas, algo que consideran perjudicial para el sistema.Tan es así, que el debate por la forma de gobierno de la Universidad de la Educación ha trancado la creación de esa nueva institución.
La elaboración del programa del Frente para las próximas elecciones es escenario privilegiado de estos debates. La izquierda es defensora de la Educación Pública. Existiría un principio de acuerdo para “revisar la creciente inversión pública derivada a formas de gestión privada en educación, adicionales a las exoneraciones tributarias ya vigentes”. Incluso está planteado que “se hace necesario revisar los beneficios fiscales otorgados a la educación privada”.
La actualización del programa del FA incluye en el borrador que circula para su discusión una clara definición: “La solución de los problemas de la educación no descansa centralmente en la ampliación de los márgenes de autonomía de los centros educativos, sino en la autonomía profesional de los educadores”. A esta concepción básica se suma la defensa del cogobierno como forma de resistir las presiones de los mercados. En esta línea de pensamiento las divergencias con las derechas nacionales son notorias.
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