Escribe Lilian Celiberti
En dos meses de activismo, un movimiento ciudadano logra revertir la media sanción otorgada por el senado para enajenar dos predios de la Rambla Sur de Montevideo.
El 3 de agosto Vecinos Unidos del Barrio Sur y el Colectivo Revolviendo la Polenta/Radio Pedal convocaron a concentrarse frente al Dique. La respuesta ciudadana generó la Asamblea permanente por la Rambla Sur, que semana a semana fue incorporando adhesiones y abrió un debate público intenso, necesario y dialogante que aportó argumentaciones sustantivas que posibilitaron la no votación del proyecto en la Cámara de Diputados. La Universidad, la Facultad de Arquitectura, sindicatos y organizaciones sociales muy diversas se fueron sumando, demarcando un terreno de debate democrático necesario y urgente. ¿La reactivación urbana tiene como único camino la privatización del espacio público?
La asamblea permanente definió su posicionamiento en una carta abierta que sirvió para recoger firmas y buscar otros pronunciamientos.
“Como ciudadanos de Montevideo y de la República, expresamos nuestra oposición a este proyecto que preocupa hondamente por su naturaleza y sus condiciones: se trata de la venta de bienes públicos, de uso ciudadano, con carácter patrimonial, en beneficio de un emprendimiento privado, afectando derechos culturales vinculados a la conservación, acceso y disfrute del patrimonio, entre otros. Indudablemente, este emprendimiento impactará fuertemente sobre su entorno inmediato y sobre la ciudad, a despecho del interés que el enclave pueda tener para los habitantes y usuarios de esa zona de Montevideo. No ha mediado ninguna consulta a los ciudadanos sobre su interés público ni se facilitan estudios especializados en torno de las múltiples consecuencias de localizar allí tales instalaciones. Apenas se realizó una muy reducida convocatoria de autoridades de gobierno y profesionales favorables al proyecto, a las comisiones parlamentarias”.
Las razones de la oposición se inscribe en lógicas que priorizan el bien común en contra de la privatización, y privilegia la consulta y el debate público como principio organizador de la democracia. El pronunciamiento afirma que “Es inadmisible para nosotros que el Gobierno de la ciudad y el Gobierno nacional procedan sin la debida consulta pública a una entrega de ese espacio, para el que hay muy considerables expectativas de los ciudadanos desde que fue recuperado de manos privadas y propuesto para un destino público y cultural por el Ministerio de Educación y Cultura, que ha avanzado en obras sobre la Rambla orientadas hacia ese proyecto”. (pronunciamiento de la Asamblea permanente por la Rambla Sur)
Las argumentaciones iniciales de los estamentos guberamentales impulsores de la iniciativa, demostró su debilidad al establecer por boca del Ministro Rossi, una dicotomía que dejaba fuera cualquier otro razonamiento o alternativa; en esta lógica simplista o se venden los terrenos para construir un centro comercial, un hotel 5 estrellas y un puerto para Buquebus, o mantenemos el abandono y las ratas en los predios. Para la Asamblea Permanente por la Rambla Sur, aceptar un emprendimiento de esta naturaleza “acarreará pérdida de patrimonio público y de dominio territorial. La Rambla Costanera es Monumento Histórico Nacional, con fundamento en base a un conjunto de razones totalmente contrarias a la acción de enajenar este tramo. (…) El emprendimiento es ilegal en su trámite actual, porque vulnera lo previsto por lo que establecen la ley 18.308 De Ordenamiento Territorial y Desarrollo Sostenible en sus artículos 50 y 51 y por el Plan Montevideo, en la medida que el proyecto de ley no considera la colisión con tales normas. (ibem)
Las líneas marcadas por las tendencias del mercado, conviven con las luchas de resistencia por abrir y democratizar el espacio público, promovidas por múltiples actores sociales pero también políticos. Son presencias incomodas que enfrentan la mercantilización del espacio público y desafían la imaginación para construir espacios para la vida en común.
La Ciudad- dice Saskía Sassen -sigue siendo un espacio clave para las prácticas materiales de la libertad, con toda su anarquía y contradicciones, así como un espacio donde los sin poder, pueden hacerse oír, dejarse ver, hacer política.” (Sassen 2014, 39). Este “hacerse ver” marcó la agenda y abrió la posibilidad de escuchar las voces y ver los cuerpos que entrelazados en una cadena humana decían que la rambla no se vende. Las luchas sociales reúnen subjetividades y miradas diversas, y sólo cuando pueden unir sus voces es cuando el escenario unipolar hegemónico, comienza a cambiar.
La principal enseñanza de esta resistencia ciudadana es que el despliegue de espacios colectivos autónomos re-inventa la resistencia a la cultura capitalista y explora el espacio de la invención política creativa que coloca el “juego político del estado” y de la representación, en una cancha callejera, pedestre, horizontal y ciudadana. Solo reconstruyendo acción política desde la comunidad, podremos construir formas de vivir más cercanas a un imaginario transformador.
El pensamiento crítico que necesitamos como hoja de ruta en un contexto tan complejo como el actual, supone una subversión cognitiva capaz de hacer interactuar dimensiones que coloquen en el mismo plano las luchas contra el patriarcado, el etnocentrismo, el racismo, la heteronormatividad, el antropocentrismo, y las perspectivas descoloniales en una relación fecunda entre teoría y práctica, para desmontar el andamiaje conceptual que nos atraviesa y reinventar una práctica política capaz de nombrar y anticipar nuevas aptitudes colectivas.
Oponerse colectivamente a la privatización de un espacio, defender el patrimonio colectivo como un bien común es una forma de resistencia a la privatización de la vida en todas sus expresiones. Lo común expresan Laval y Dardot “lejos de ser una pura invención conceptual, es la fórmula de los movimientos y las corrientes de pensamiento que quieren oponerse a la tendencia principal de nuestra época: la extensión de la apropiación privada a todas las esferas de la sociedad, de la cultura y de la vida. (Laval, Dardot 2015:21).
El proyecto quedó sin efecto y sin duda ello constituye un importante logro de la acción ciudadana, sin embargo no hay garantías de que, efectivamente se abra un espacio deliberativo acerca del destino del espacio. Para romper la lógica perversa de extractivismo urbano o “ratas”, el movimiento ciudadano deberá seguir haciendo oír sus voces, para democratizar las decisiones a todos los atores interesados.