Los sonidos de la rebeldía y la incertidumbre  

Hugo Tuyá

El pueblo uruguayo se ha manifestado electoralmente y ha indicado que el FA es, por lejos, la primera fuerza sustentada en un 44% de apoyo ciudadano, reconfigurando el mapa político nacional, y a 17 puntos del segundo en la lista, que ha sido el PN. Habrá segunda vuelta entre las fórmulas Orsi-Cosse vs. Delgado-Ripoll, establecida para el 24 de los corrientes. La papeleta del SI, sin concitar unanimidades, y con una andanada propagandística sistemática en contra promoviendo miedos y hecatombes, no ha podido alcanzar la mayoría simple requerida, llegando al 40% de los sufragios, transversalizando su apoyo a votantes de todos los partidos que compitieron en primera vuelta. De ganar el FA se aguarda el diálogo social en un tiempo relativamente corto, mediante el cual se puedan alcanzar metas iguales o similares a los postulados señalados por la letra de la papeleta impresa dirigida a modificar el artículo 67 de la Constitución de la República, con el horizonte de proteger derechos irrenunciables e inherentes a trabajadores y jubilados, mujeres y hombres.

 “El FA te escucha” ha sido, en su debido “timing”, el punto de partida imprescindible de una aproximación a las demandas y críticas ciudadanas después del naufragio electoral de 2019, que ha incluido una autocrítica y una renovada logística política que intente devolver la épica, mística, y expectativas en una nueva gobernanza que impulse cambios con una vara y mirada diferentes respecto a los 15 años previos en que el FA estuvo al mando del país. Las elecciones internas mostraron un primer resultado a ese trabajo de campo otorgando a la fuerza política un empuje decisivo para la coyuntura.

Yamandú Orsi y Carolina Cosse, luego de octubre, parecen resignificar en el pueblo frenteamplista un orden y transformaciones más profundas que renueven una confianza asaz desdibujada en los reales potenciales y en los objetivos sociales que la fuerza política tiene en su proyección hacia un Uruguay de avanzada.  El trabajo, la distribución del ingreso, y la búsqueda de una igualdad social en caída, asignaturas pendientes que atraviesan varios planos, deberían motivar y realzar, con revitalizados bríos, el espíritu “revolucionario” que movió a su gente a partir de la llegada al gobierno en 2005. A todo esto, la sociedad ha transitado su propia dialéctica histórica, así como su problemática general, y su horizonte puede no ser el mismo de aquellos tiempos en que la crisis brutal de 2002 trastocó por completo el andamiaje social y moral de los uruguayos.

¿QUÉ se puede esperar de un nuevo gobierno del FA…? Hablamos desde una supuesta nueva gobernanza y en minoría en Cámara de diputados.

Se nos antoja de antemano una o varias incertidumbres sobre el futuro, y aún más, en momentos de graves retrocesos sociales, culturales, y estructurales, cuyas causas, durante un periodo de 15 años, tuvieron una solución de continuidad parcial, y que han quedado como rémora de un expediente que cumplió determinadas metas, pero se quedó corto en otras.

La “venia” -pensemos por un instante que apuntando hacia la izquierda- que está solicitando el FA hoy a la población para encarar un nuevo ciclo, requiere planificación, recursos, y juego de equipo. Implica la convergencia de dispositivos transformadores y metas económico-sociales bien definidas que han quedado en un plano de generalidad difusa para los votantes luego de una primera presentación de medidas consideradas de las más urgentes para una grilla de largada en marzo de 2025. Tanto Cosse como voceros de la fuerza política han comprometido su legitimidad en la presentación de un programa completo luego de la primera vuelta de octubre, que suponemos, supere el “centrismo” que ha caracterizado el discurso de campaña dispensado hasta el momento, sin dejar de señalar el brete autoimpuesto por la coalición de izquierda sobre el tema de la reforma y el SI constitucional, cuestionado por decenas de economistas y sectores mayoritarios del FA.

Entre esos temas, y ya obturado el camino de cambios vía constitucional luego del plebiscito, la transformación del contenido de la ley 20.130 referida a propuestas previsionales -en base al aporte excluyente de los/as trabajadores/as- aparece como la vedette del programa futuro, o al menos así se manifestó por la concentrada propaganda del oficialismo en un punto donde la oposición mostró diferencias al menos metodológicas, aunque no de trasfondo, rechazando de plano el contenido de aquélla, dejando plasmados en las bases programáticas cambios que reflejan, por lo menos en apariencia, algunos parámetros instalados en la papeleta blanca. Compromiso, responsabilidad, y ética, para una futura gestión, que deben reflejar las expectativas de más de 700 mil votos a la papeleta del SI que frenteamplistas de todo pelo colocaron en las urnas, sin tomar en cuenta más de 200.000 que otros ciudadanos aportaron acompañando la filosofía inclusiva de lo establecido en aquélla, particularmente, y según estudios de opinión, el relacionado a la edad de 65 años para la jubilación con 30 años de aporte al BPS, asimilado como un exceso a las posibilidades físicas y de oportunidad de trabajo continuo.

Ningún elenco político futuro podría, ni puede, soslayar el punto de inflexión que significan casi 1 millón de votos a un cambio trascendente, y resulta evidente que las organizaciones sociales y sindicatos promotores del SI no escatimarán demandas ni reproches sobre el (in)cumplimiento de las metas previsionales estampadas a partir de octubre, que, digámoslo de paso, solo el FA puede poner en práctica, y de no hacerlo, quedarán en entredicho confianzas y futuros gobiernos de carácter progresista. Desde el rejunte multicolor, en caso de ser el ganador, se puede esperar únicamente voto conforme con la ley 20.130 o empeoramiento progresivo de la misma.

Por lo pronto, el tema medular en discusión en la previa de la segunda vuelta es el futuro de la gestión del FA y las dudas “ideológicas” que genera, entre gran parte de la grey frenteamplista, el nombre de Oddone como confirmado ministro de Economía y el rumbo del modelo económico. El doctor en Historia Económica se ha identificado como “astorista”, y sus primeras declaraciones no han caído en saco roto, motivando críticas y dudas acerca de su futuro ministerial, aunque fue moderando su discurso, especialmente luego del 40% de votos que obtuvo la papeleta blanca. Ante todo, y previendo conflictos, el papel de Orsi como presidente, tendrá un rol decisivo respaldando o no a su ministro designado, y deberá cumplir, gradualmente, con el programa establecido sobre todas las temáticas anunciadas, y particularmente, con el diálogo social comprometido para una transformación integral del sistema de seguridad social respetando los tres pilares expresados en el capítulo dedicado al tema.

Pongamos el ojo, además y finalizando, sobre el mar de fondo de la sociedad uruguaya, una realidad ampliada sobre la que habrá que actuar en consecuencia. Miles de personas viviendo en la calle, 16.000 presos en situación de hacinamiento insostenible, pobreza en aumento, violencia narco, intolerancia capilar, corrupción en varios niveles, desigualdad… ciudadanos sin mayores anclajes ideológicos, que hoy toman la política como un contrato utilitario con sus servidores, desdeñan los choques de ideas, exigen inmediatismo para sus demandas, y esperan por quienes tienen la obligación de cumplir con el programa prometido. En primera instancia, algo que parece legítimo, se exige lo que se necesita y que los candidatos asuman como propios. Pero asimismo persiste un grado de alienación sistémica y en aumento, bajo un imaginario que abomina de extremos, sufre la inseguridad urbana, luce socialmente fragmentado, y hoy se encuentra deslucido por un hedonismo a la moda, amplia desinformación en temas sustanciales para la comunidad, y un individualismo “líquido”, fogoneado por la propaganda de consumo y la competencia por el ascenso social. Cuánto de todo lo mencionado puede haber influido en un voto a un partido o a una reforma constitucional podría ser medido por analistas, tanto como no ensobrar una papeleta que avala un cambio definido bajo el concepto de derechos humanos esenciales.

El FA, a pesar de su caída en 2019, demuestra actualmente una hegemonía indiscutible en el país que presupone que gran parte de la ciudadanía aún confía en la práctica política de la coalición, habiendo matrizado un legado de 15 años con reformas importantes, otras, que quedaron por el camino, errores derivados de sensibilidades enfrentadas en una senda catch all, y fallas en la comunicación con las bases que lo respaldan. Este año se alcanzó el primer lugar en 12 departamentos, incluso en aquéllos en que el PN ha sido vencedor por largo tiempo, y la fuerza política aumentó su caudal electoral en toda la República, lo que señala importantes cambios de rumbo que habrá que sopesar y de los cuales emerge una altísima responsabilidad sobre el cumplimiento de los compromisos asumidos.

Los avances alcanzados en el llamado periodo progresista (2005-2019), que aumentó salarios y jubilaciones, generó nuevos derechos, implementó avances tecnológicos fundamentales, y logró un incremento del consumo de sectores hasta ese momento marginados de la fiesta, no implicaron, contrario sensu, el afincamiento de cambios claves en lo cultural y en la educación, basamentos que deben acompañar los cambios materiales y fomentar nuevas formas de identidad y comportamientos derivados de los mismos valores que se van generando durante el periodo de transformaciones estructurales. Existe hoy, en caso de ganar en segunda vuelta, la oportunidad única de transformar realidades y ratificar que la recompensa estará en el camino a recorrer. Navigare necesse est’.