El futuro que pudo ser y el miedo que lo detuvo

Karina Sosa

En términos generales la población uruguaya es consciente de que sus ingresos jubilatorios serán la única opción para gran parte de ellos, el único ingreso para su sobrevivencia al final de sus vidas. De todos modos, podemos aseverar que no acompañar el voto por el SI de la hoja blanca puede tener más de una explicación.

En primer lugar la polarización política de nuestra sociedad es bien trabajada por aquellos que viven de los dineros que significan sus “salarios”, y necesitan convencer a las masas de que su honestidad y capacidad son la clave de un mejor Uruguay para todos y todas, en desmedro de ello, la cosa es que ha quedado demostrado sólidamente que, los jubilados perdieron capacidad de compra y los trabajadores años de vida con la reforma jubilatoria, pero esos ejemplos bien concretos para estos dos importantes colectivos parecen no cuajar en los razonamientos de los afectados teniendo en cuenta que el plebiscito no fue aprobado por estas grandes mayorías.

Los efectos de tratar al electorado como ignorante y subestimar la capacidad de definir por sí mismo, ha funcionado. El asunto es en qué momento, estos votantes caerán en la cuenta de que les mintieron en campaña, no cumplieron, los usaron como variable de ajuste y aun así, depositan su confianza en sectores que económicamente prefieren proteger a quienes más tienen y no a quienes más lo necesitan.

Otro aspecto muy importante es analizar cómo pudo llegar a guarismos similares el SI blanco y el amarillo; acá nos detenemos porque es cierto que uno de ellos fue apoyado por toda la derecha y el otro solo tuvo el trabajo militante de las bases sociales y conscientes que le dan una potencia diferente, sería como comparar las campañas políticas que fueron apoyadas económicamente de forma desorbitante y la campaña “Afirmá tus derechos” que fue respaldada por el sector menos incidente en términos económicos, pero con conciencia de clase, que es algo que ni se compra ni se vende y al no tener precio, adquiere una relevancia imposible de ignorar a la hora de tomar decisiones respecto de cómo seguirá la discusión sobre jubilaciones y pensiones en este país, que a lo largo de la historia castiga trabajadores en pos de cumplir con los mandatos de organismos internacionales de crédito, que nos hunden en deudas y condicionan nuestra educación, salud y sistema jubilatorio. Luego la excusa es el déficit fiscal, pero la realidad es que seguimos siendo la misma colonia que hace dos siglos atrás, de forma distinta, pero igual de sometidos.

El panorama discusivo, ahora, es que la ciudadanía laudó, de parte de aquel que acusó firmas de gente fallecida y/o truchas, aquel que lo dio todo contra los viejos y los trabajadores, aquel que dice ser pediatra, hoy sostiene que la Ley 20.130 quedaría igual, pero el tema allanamientos debe ser interpretado por Ley, el asunto es que resumiendo sus dichos, la ciudadanía lauda para lo que define su opinión o define en general, la verdad es que sus mensajes plagados de inconsistencias deben ser analizados y refutados por otros actores políticos porque si nadie lo contradice, podría dejar planteada una duda razonable y volver a imponerse como un político que no sabe, pero dice saber.

Si pasamos a la realidad concreta, el BPS está a la deriva, no tiene una organización capaz de afrontar los cambios que impuso la Ley 20.130 y a la fecha tenemos varios miles de expedientes en espera de ser liquidados, la gente esperando y el organismo totalmente omiso ante la necesidad de la gente. Por esto y otros asuntos es que debemos pensar nuevamente, cómo puede ser que cada quien no pueda hilar un razonamiento en el que sea fácil definir cuál es la decisión que deben tomar en temas tan delicados como su futuro económico, pero pudo más el miedo desplegado por el sistema político, los medios de comunicación y la cuota parte del Presidente de BPS, quien se ocupó de “hacer lo que le mandan”, porque la verdad es que de BPS sabe muy poco, tan poco que lo manejan a su antojo otros actores externos que fueron funcionarios de carrera y una en particular que aún lo es. Este presidente en los papeles y con venia del senado, tendrá que explicar muchas situaciones de irregularidad ante la ciudadanía una vez que se sepa el accionar del Directorio (Político) que preside, pero no controla. De ahí el resultado nefasto de atención a un público insatisfecho y funcionarios agotados, frustrados y enfermos.

Del futuro concreto de llegar a jubilarnos, tenemos que saber que la discusión tendrá dos formas, una si gana la Coalición y otro si gana el Frente Amplio, el motivo es muy claro porque los primeros negociaron, redactaron y votaron la Ley 20.130 que trajo retrocesos inadmisibles para la clase trabajadora, y los otros estuvieron en contra en general, salvo la veintena de artículos que acompañaron en particular. Lo que nos deja mal parados es que cualquiera sea el resultado electoral, como trabajadores no acordamos con ninguno de los dos en un 100%, pero para los segundos tenemos un prometido discurso de diálogo social, que deberá demostrar buena fe y voluntad de negociar, de lo contrario el movimiento popular y ese casi millón de votos deberemos tomar las calles y demostrar nuestras discrepancias.

A la luz de los resultados del 27 de octubre, sabemos que con más fuerza que nunca perdimos una gran oportunidad de dar un golpe fulminante al sector financiero y no tuvimos éxito, pero el resultado también abre un espacio con respaldo político que surge de una base social comprometida y resistente.

En los programas de gobierno de los candidatos que debatirán el 17 de octubre a las 21h, habrá que prestar atención y revivir en cada comentario o intervención, cuál será la directa relación en función de los reclamos del campo popular, saber discernir qué mensaje explicito u oculto le den a los trabajadores/as y en ese sentido sacar aquella conclusión que debimos tener clara antes del 27 de octubre pero en todo caso ya no quedan demasiadas variedades, solo definir el Presidente y esperar en el caso de Delgado que sufra para lograr mandar con las condicionantes de un parlamento en contra, y de Orsi, que cumpla el programa, pero con los trabajadores uno y otro deberán saber que ninguno se arrima en su totalidad a las necesidades de la gente y si hacer política es mejorar las vidas de los ciudadanos, se la jugarán a defraudar, en la medida que el casi millón de votos tengan el peso que merecen y representan.

El movimiento sindical espera señales claras para poder definir en sus bases qué tan tranquilas serán, a futuro, las discusiones de las relaciones laborales en este país y el nivel de conflictividad que estará delimitado por esa postura reaccionaria o de conciliación y mejora en pos de la mejor sobrevida de nuestros trabajadores, jubilados y pensionistas.

A los empresarios y las cámaras de comercio e industria, ya les han dado décadas de prebendas, ahora, nos toca a los menos privilegiados.

“LA OBRA MAESTRA DE LA INJUSTICIA, ES PARECER JUSTO SIN SERLO”.

PLATON