El SI no fue derrotado políticamente

Eduardo Aparicio

Comencemos con una contundente afirmación: el Plebiscito no fue derrotado en términos políticos, si bien no logró ser aprobado. No se trata de un sofisma. Para sostener esto, nos apoyamos en una argumentación que se nutre en clave de clase; que trasciende la aritmética electoral tan generalizada en estos tiempos, que ha penetrado y colonizado a segmentos del progresismo. ¿Dónde está la victoria política? Repasemos algunos de sus trazos, a saber:

Fue la propuesta surgida del movimiento popular más audaz y profunda que confrontó con los intereses del capital financiero, (cuestionando engranaje claves del sistema) con más espesura que todos los programas y compromisos adelantados en la campaña electoral. En sus sustratos conceptuales cala mucho más hondo, siendo más clara que las formulaciones programáticas del frenteamplismo en la materia.

Logró colocar en el centro del debate público aspectos centrales, fundamentales de la seguridad social, sumergidos, ocultados.

Mostró la capacidad de iniciativa política del movimiento sindical y sus aliados históricos (Fucvam, FEUU).

En el campo de las ideas combatió con la entente de sus detractores, conformada por la burguesía, sus amanuenses, y todos quienes la secundaron en esa tarea desde el progresismo y los acomodados sectores de la tecno burocracia cercana y funcional a él, cuya expresión más cabal fue la del llamado de los 111.

Aportó a la batalla cultural, para hacerle frente y mellar el sentido común dominante, alimentado ideológicamente por la burguesía.

Despertó y amalgamó la militancia desde abajo, sin grandes recursos materiales, con una metodología y medios plebeyos encaró las dos fases: recolección de firmas, defensa y voto de la papeleta blanca del SI.

Contribuye de forma decisiva a favor de un proceso de acumulación de fuerzas del campo popular abonando el suelo de futuras luchas.

Marcó con contundencia la autonomía e independencia política del movimiento sindical, siendo una consecuencia de una defensa concreta y a ultranza de la independencia de clase; alzada al campo de la reivindicación política, ya que esta fue una lucha que vehiculiza una causa superando cualquier tentación economicista y corporativa.

Su desempeño electoral confirmó la transversalidad de sus apoyos. Acarreando un elemento relevante y de envergadura, la desobediencia de la base de los sectores del FA que no ensobraron y emitieron consignas negativas de voto al SI; todo lo que queda en evidencia con el 68% de los frenteamplistas, que supera con creces aquellos que votaron a los sectores que ensobraron.

Resulta elocuente y contundente dónde se concentró y se impuso el voto por el SI blanco, los barrios populares del área metropolitana y 17 localidades en el interior.

Confrontó con la orquestada campaña de todos los detractores, que contó con los solícitos servicios de los grandes medios de comunicación y la utilización del aparato del Estado.

El 40 % del electorado se pronunció por los 3 puntos de la papeleta, lo que representa 947 mil voluntades, las ideas y convicciones vehiculizadas por el SI están bien enraizadas y no pueden ser desconocidas.

La lucha por estos postulados, en el marco de una visión de una reforma integral de la Seguridad Social, no se agotó, no entró en pausa, simplemente porque el movimiento popular está dispuesto a proseguirla, sin arriar banderas, para avanzar en estos postulados, en su programa, más allá de quién ocupe el sillón presidencial el 1o de Marzo del 2025.

Asistimos ahora a intentos especulativos electorales donde se busca rescatar el voto a favor del SI en la contienda del ballotage, hay necesidades y deseos de recuperación.

Sin rechazar el diálogo social, pero significando y señalando sus mismos límites, desbaratando las ilusiones de conciliación de clase que se esconden tras su defensa, de loas cantadas a los consensos sostenidos en la capitulación; entonces hay que advertir y denunciar con firmeza, claridad, ciertas manipulaciones, tales como anunciar el mantenimiento de los 60 años, con una tasa de reemplazo inferior, que no es lo mismo que dijo el SI. Limitar y regular el lucro de las AFAP no es igual a eliminar la mercantilización de la seguridad social, y el direccionamiento del dinero de los trabajadores para financiar el endeudamiento público y facilitar el fondeo de proyectos privados.

Queremos finalizar con tres cosas que nos deja el plebiscito y que deberán ser integradas, tenidas en cuenta en el futuro.

El plebiscito impuso un parteaguas, y si el mismo no se reabsorbe luego del resultado electoral adverso, es una fractura expuesta que permanecerá y se prolongará en el tiempo. Aquí hubo elementos del campo popular que adhirieron, votaron y sirvieron a los intereses de la burguesía; estas rupturas no se resuelven con arrebatos cosméticos, vayamos a nuestra historia y recordemos los efectos y consecuencias prolongadas de la huelga del 43’ en la industria frigorífica, que todavía hoy no culminó su cicatrización.

La unidad de acción lograda a nivel de las izquierdas (del FA y no frenteamplista) en torno al plebiscito, es algo importante a cuidar y desarrollar, evitando caer en sectarismo e infantilismos.

La libertad de acción decretada por el FA es una manifestación de la complejidad de su situación, en términos de coherencia y tal vez esté prefigurando algunos aspectos que dominarán sus internas en los tiempos que se avecinan.