Hugo Tuyá
“Hacer que las cuestiones simples parezcan complicadas, para especialistas, tiende a desalentar a las personas a confiar en su propia capacidad de pensar sobre los problemas que importan. El individuo se siente indefenso atrapado en una masa caótica de datos y espera con patética paciencia a los especialistas que digan que hacer y donde ir. El resultado es disuadir al individuo de pensar críticamente y tomar sus propias decisiones”.
Erich Fromm -- “Miedo a la libertad” (1941)
En un clima jurídico e históricamente “contractualista” donde un elenco supuestamente profesional rige los destinos de la nación en base a un pacto constitucional aceptado, los deseos y horizontes de cambio del cuerpo electoral pasan indefectiblemente por los parámetros de la democracia formal liberal, apuntalados por el libre albedrio y libre expresión, aunque la coyuntura pueda ser “perforada” eventualmente a través de la voluntad decidida de una parte de la ciudadanía detrás de proyectos alternativos consensuados en usinas propias, y muchas veces, contrarios a lo planificado desde la elite política dirigente…democracia directa que le llaman.
Ese tiempo que hoy transitamos, señalado desde el campo popular y estudios académicos por el notable retroceso en una amplia gama de parámetros sociales y educativos, violencia y desarraigo, arriba con altas expectativas de urgente solución respecto a un sinfín de problemas bajados al terreno de acuerdo a la escala de prioridades que dan las mediciones de opinión pública. Una “panoplia” donde entran: seguridad, empleo, salud, vivienda, ingresos, jubilaciones, sin desconocer el mojón principal sobre el cual giran como satélites varios discursos electorales, que es la pobreza infantil, parada obligatoria para cualquier programa partidario que se comprometa sobre un posible futuro más o menos promisorio, y con resultados a mediano y largo plazo.
Es la Política, dirán algunos o muchos, ---los nihilistas apuestan a un fraude permanente---- pero el prontuario de personajes vinculados a la coalición multicolor---con el aterrizaje de Bordaberry, además---- obliga a tomar conciencia sobre la circunstancia histórica a la que hemos arribado, y por añadidura, si hubiera cambio de elenco gubernativo, las perspectivas de una mejora rápida pueden llevarnos a un atolladero de utopías poco duraderas tomando nota de endeudamientos monetarios, sociales, y déficit fiscal que dejará el actual gobierno y que se han divulgado por la prensa: es la Economía, diríamos los contribuyentes. Dentro del panorama electoral resaltan dos temáticas a plebiscitarse en octubre: la reforma presentada por el PIT-CNT, FEUU, y FUCVAM, referido a cambios constitucionales en 3 parámetros fundamentales que cimentarían un próximo rediseño del sistema previsional y su vasto entorno, y los allanamientos nocturnos, propuesta habilitada por los dos quintos de la Asamblea General y que reunió 52 votos, sin el apoyo de la oposición frenteamplista. Al momento, este último, y según mediciones de empresas conocidas, seria apoyado en forma mayoritaria, pero no es un dato confirmatorio.
La papeleta blanca por el SI, que auspicia la central sindical, y que no reunió unanimidades, se ha convertido en el nudo medular de la discusión dentro del FA entre quienes, rechazando la nueva ley 20.130 del gobierno, defienden el plebiscito introduciendo nuevos elementos de reaseguro en la Constitución, y quienes, argumentando problemas técnicos en la papeleta, rigidez de las premisas constitucionales para futuras actualizaciones, y “números” de sostenibilidad complicados para un futuro próximo, se mantienen en la postura de cambiarla por medio de un diálogo social y modificaciones a nivel legislativo, que necesitaría de una mayoría parlamentaria “sine qua non”, en caso de que gane la oposición. Para la izquierda frenteamplista, una discusión nada novedosa partiendo de la propia historia de la coalición, donde la diversidad ideológica---se la puede argumentar desde algunos sectores también como diferencias de clase--- y el voto “catch all” continúan permeando la dirección y posible ejecución del programa expuesto ante la población.
Pero tampoco sorpresiva para la derecha, sobre cuyo historial también pueden detectarse diferencias políticas e ideológicas sustanciales---entre más Estado o menos Estado--- que han llevado a fragmentarse ante proyectos de referéndum o plebiscitos sobre temas como la seguridad o la pervivencia de las empresas públicas. No es precisamente el caso de la coyuntura, pero el discurso hegemónico sobre el plebiscito previsional recae en tiempos electorales, y se ajusta como el guante a la mano para crear grietas en la interna frenteamplista y generar una atmósfera de descreimiento sobre las reales intenciones de un eventual gobierno de la oposición, que las encuestas dan como ganador.
Por lo que puede observarse en el imaginario colectivo, en un tiempo donde la movilización política suele acelerarse por la aproximación de cambios trascendentes, y sin ser una muestra científica o sociológica, existe un ambiente de aparente resignación y descreimiento ante lo político y sus recetas a priori,---las internas mostraron un desinterés manifiesto por el voto a candidatos--- basculando entre las expectativas relativamente optimistas acerca de un nuevo ciclo progresista con la restauración de un estado benefactor todavía incompleto, o la desestimulante posibilidad de un “segundo piso de transformaciones” con la continuación del desmantelamiento del Estado, desigualdad social a rajatabla, clientelismo a la carta, y la aplicación pura y dura de un segundo empuje de neoliberalismo conservador y hasta reaccionario, descontando los infinitos casos de corrupción que han escandalizado las redes y entrevistas televisivas.
El menú de contiendas acerca de los temas “estrella” del momento recién ha comenzado a tomar cuerpo y visibilidad a medida que surgen debates en canales abiertos por cuestiones de rating, y paralelamente, los emplazamientos desde candidatos que se encuentran todavía lejos de las posibilidades de ganar la elección, y apelan al “duelo” verborràgico para provocar al adversario que va delante. El número de indecisos que muestran las encuestas y estudios complementarios, da una idea que cierta parte de la población, no menor, focaliza sus energías en sus propios asuntos e ignora deliberadamente los temas políticos, asumiendo tácitamente que sus representantes viven en un mundo aparte, alejados de las necesidades y medidas que solucionen problemas sociales acuciantes.
Convengamos que, siendo polémico lo anterior, para la toma de conciencia de asuntos fundamentales, la información precisa es crucial y determinante, aún más para asuntos complejos como una probable solución a lo que sería, apenas, una distribución más justa e igualitaria de los ingresos al jubilarse. La indiferencia o la dispersión frente a las resoluciones políticas no son buenas consejeras, y la persistencia en convencer a la ciudadanía sobre los objetivos del plebiscito previsional, en consonancia con el poco tiempo disponible de cara a octubre, debe llegar a cada hogar mediante un trabajo de hormiga, única metodología de contrarrestar el fuego enemigo y amigo. En este caso, las redes sociales pueden no funcionar como medios de convencimiento alternativo. Su utilización transita también por otras áreas de la vida cotidiana que tocan el entretenimiento, el intercambio de opiniones banales o no tanto, o la información superficial de hechos del presente, chispazos de moda tecno que no encuadran con asuntos complejos donde cierta información es imprescindible.
La retórica de personeros-candidatos de la coalición multicolor, juntos por necesidad y “pánico” en un conglomerado a fórceps, han acelerado su estrategia electoral luego de que, al día de hoy, todas las encuestadoras adelantan como probable ganador de las elecciones al FA, con una diferencia de pocos puntos, y en segunda vuelta. Su lógico apuro en mostrar en estos últimos días de campaña cierta similitud de opiniones para demostrar cohesión ideológica frente al plebiscito de reforma previsional, confirma que cualquier distorsión del debate público, particularmente lo relacionado a la papeleta blanca y sus ambiguas consecuencias apocalípticas, aun siendo media verdad o la mentira más eficaz, puede ser funcional para cambiar la historia de los próximos comicios.
En reuniones diversas con amigos e intercambios con gente comprometida e informada sobre temas políticos y sociales, donde---debe decirse--- la desconfianza hacia cambios profundos golpea sobre una historia de militancia sistemática, la conclusión consensuada refiere a la falta de debate ideológico en la sociedad, y la “ausencia” de la academia en la conformación de ideas fuerza sobre las posibilidades de una transformación profunda de estructuras anquilosadas, entre diferentes niveles, hoy encapsuladas primariamente en grupos corporativos ---léase empresariado, círculos del agronegocio, ARU, FR, Cámaras patronales---- que defienden una lógica propia de la rentabilidad del capital, desentendidos de urgencias sociales e intereses generales que, a la larga, revierten la premisa de una mejora mínima del consumo favoreciendo a sus propias empresas, beneficiando a sectores dejados en una marginalidad dimensional, a cuento de discursos meritocràticos y con fuertes intereses de clase.
El FA, numéricamente hegemónico en Uruguay, con una cultura política instalada, nació como una coalición-movimiento permanente---decía el Gral. Seregni---y, por lo tanto, con el compromiso histórico de generar conciencia crítica en la población mediante un intercambio continuo de ideas con la ciudadanía, programas y medidas a tono, algo que ya estuvo confirmado en los estatutos fundacionales de la por entonces nueva coalición de izquierda hacia 1971. No parece admisible pasar por alto las premisas éticas primordiales que dieron origen y síntesis al FA, tampoco el desdibujamiento de la justicia social como elemento clave en el desarrollo de una política progresista. La llegada al poder, pensamos, significó una aparente desmovilización de las demandas sociales y un aletargamiento de las discusiones ideológicas muy necesarias para mantener el barco en la dirección correcta. Sin mencionar la palabra REVOLUCION, es menester una transformación acorde a impedir los avances de la derecha y extrema derecha en lo nacional y a nivel continental, y blindar avances que impidan el regreso de las posturas neoliberales.
No somos especialistas en temas financieros y previsionales y hemos tomado nota de numerosos puntos de vista y algún debate sobre la malhadada reforma por ley 20.130 impulsada por el gobierno. Existen compañeros/as idóneos y experimentados que pueden brindar explicaciones especializadas, pero como simples ciudadanos, compartimos los objetivos INCLUSIVOS y PROGRESISTAS de lo que indica la papeleta por el SI, que, asimismo, no representa un revulsivo inexorable a otras prácticas o abordajes sobre el tema. Tampoco abjuramos de los aportes técnicos, tan importantes como los intercambios políticos y sociales, en un mundo globalizado y altamente volátil donde carecemos de la sartèn y el mango. De dicha sinergia deben surgir las conclusiones elementales que definan un nuevo curso de los grandes desafíos que propone la gestión social del BPS, así como de otros no menos urgentes---caso mencionado de la incrementada infantilización de la pobreza--- que vuelvan a generar en la población una cierta “épica” de un tiempo nuevo.
De cualquier forma, el soberano dará su veredicto en octubre, pero ningún proceso es estático, y existirán, como es habitual, creativas vías de resolución y consulta a las organizaciones sociales y a todo agente o grupo que se identifique con la convicción de construir una nación con justicia social y libertades concomitantes. Si son correctas las empresas encuestadoras y para el 1º. de marzo de 2025 el FA asume nuevamente el poder, la gran cantidad de votos que pueda reunir la papeleta del SI, aunque no alcance el mínimo del 50% mas 1 de los votos, significará un compromiso ineludible para los futuros parlamentarios frenteamplistas la búsqueda de soluciones mediante otra ley, y comenzar una etapa de nuevas transformaciones, que lo asimile a aquel 1911 de reformas radicales, aunque aggiornadas y avanzadas sobre los tiempos regresivos que corren.