Por Garabed Arakelian
La cruzada en defensa de la Seguridad Social, encarnada en la rotunda afirmación del Sí, ha entrado en una nueva etapa, definitiva y definitoria. Se trata, como es sabido, de una iniciativa de origen popular, vertebrada por organizaciones sociales y sindicales que puso sobre el tapete la enormidad del despojo que se le hace al país a través de la confiscación de los ahorros con destino jubilatorio. Una decisión impuesta y obligatoria, que conculca la mínima libertad de elegir el destino de sus propios haberes. (¿Eso es democracia?)
Actuando bajo la solapada influencia del pensamiento autoritario, los estrategas del No, desde el resguardo de las trincheras progresistas, intentaron impactar, más con adjetivos que con argumentos, haciendo alarde de galones y medallas. Dos ardides muy utilizados, es cierto, y a veces con resultados admisibles, pero que en esta ocasión no tuvieron éxito.
El embate primero, aquél, el de las argumentaciones mezcladas con mensajes de terror, fracasó y se revirtió con firmeza como resultado del rechazo interpuesto por las fuerzas impulsoras del Sí. Tampoco dio resultado la apelación a la formación profesional con que pretendieron respaldar sus posturas. Los pronósticos de desastres telúricos fueron cayendo uno tras otro, desarticulados, convertidos en simple chatarra verborrágica, ante la poderosa respuesta de la arremetida popular. En consecuencia, endebles y sin el sustento que brinda el rigor de la verdad, la argumentación pseudo progresista se convirtió en un servicio brindado a los intereses de la coalición de gobierno. De modo que, ante la carencia de razones que las sustentaran, ellas se convirtieron en triste y simple colaboración con el adversario (en realidad, un enemigo de clase).
Ahora se está desarrollando la etapa definitiva de este encuentro. Los defensores del plebiscito, es decir las fuerzas populares, han venido acrecentando su inserción dentro de la opinión pública, ganando espacios con gran sacrificio e iniciativa, y han logrado revertir así, la distribución inicial de las fuerzas. Pero se sigue en desventaja pues no puede ignorarse el poder de penetración de los medios de comunicación que están totalmente al servicio del No. La coalición de gobierno ha organizado todas sus fuerzas con el presidente de la República a la cabeza y saldrá con ellas a dar el asalto final sobre el movimiento popular que librará su “batalla de Stalingrado. Y está dispuesta a ello.
Ambas partes han tomado conciencia de que el resultado pesará sobre el futuro del país.
Ahora, las brigadas del Sí, al tiempo que continúan respondiendo con firme convicción a todas las interrogantes, fundadas e infundadas, que se les plantean, de manera honesta a veces y con intenciones perversas en otras, están pasado al contraataque: están exigiendo a su vez, que se brinden respuestas a sus planteos. De modo que se ha revertido la situación y el desempeño en el campo de lucha, pasando a la etapa del asalto a las posiciones opuestas. Y es este dinamismo el que les produce escalofríos a la derecha. Porque se advierte el cambio de espíritu: el Sí se ha transformando en un movimiento arrollador que avanza a pasos agigantados y eso provoca la agitación desde las más altas esferas de gobierno, porque es bueno entender que detrás del pavor que están viviendo por el contratiempo que se les avecina, lo que continúa vigente es el enfrentamiento con los centros de poder del sistema.
Y esto le otorga una nueva perspectiva a la lucha popular: queda en claro que la supresión de las AFAPs será un duro golpe a los privilegios de algunos pocos y el camino hacia una vida digna y merecida para enormes mayorías. La lucha por la victoria del Sí es una batalla por la dignidad del pueblo y por la soberanía nacional. Y será como una estampida baguala, pero de puro sustento y origen popular, la que borre esta vergonzosa realidad. Con la fuerza de la razón se está enfrentando y poniendo en retroceso a la razón de la fuerza prepotente, y lo está haciendo el pueblo organizado tras el estandarte del Sí, convertida en una afirmación por la vida: Vote lo que vote ponga la papeleta blanca con el Sí. Por usted, por vos y por la Patria.