Escribe Eduardo Aparicio
Desde el inicio de la promoción de la vía plebiscitaria para introducir en la Constitución tres principios básicos, que conforman el trípode para concebir y desarrollar una Seguridad Social desde la perspectiva en clave de derechos versus privilegios, defendimos la idea que la iniciativa introducía un parte aguas. El mismo se proyecta e impacta en diversas direcciones, en el importante eje que impone los deslindes entre derechas e izquierdas; pero también se extiende e introduce en el campo popular. En filas populares trasciende el debate de ideas y genera rupturas políticas que conllevan heridas, con secuelas, cuya cicatrización será dificultosa y en el mejor de los casos dejara “costurones” importantes, que no tendrán una superación cosmética, fácil e inmediata.
Esto ocurre porque el Plebiscito encarna una propuesta disruptiva, la más fuerte y nítida que se observa en esta campaña electoral, ya que abre el camino osado de la eliminación de las AFAPs. Todos los posicionamientos que se producen frente a la misma deben situarse en el marco de una lógica de luchas de clases, solo a partir de la cual podemos explicar y analizar las reacciones que surgen, es decir las respuestas tanto entre sus defensores, como la de sus detractores.
Si bien no es algo inesperado por alinearse y ser un producto de las estrategias del marketing político en las campañas electorales de las principales formulas que disputan la elección presidencial, no deja de ser paradojal que tanto los exponentes de derechas, como los del progresismo, se pronuncien (con pequeñas diferencia en el énfasis) por el NO. Los candidatos de derechas funcionan como un ariete del anti plebiscito; en tanto desde la formula frenteamplista en el progresismo hacen esfuerzos en el mantenimiento de ciertos equilibrios, pero se pronunciaron de manera contundente, claro está que lo hicieron con relativa parquedad para no dañar el clima interno de movilización electoral. En las filas progresistas son otros y otras quienes hacen campaña abierta, por momentos agresiva contra el plebiscito. Muchos de ellos no se detienen en la observancia de las reglas de fraternidad proclamadas cuando se decretó la libertad de acción, -lo que tiene su lógica ya que la libertad de acción llegó cuando la unidad de acción se hizo impracticable-, este es un punto neurálgico en la vida del FA. Los enfrentamientos y disidencias en el frente trascienden los aspectos tácticos y tiene fundamento en cosmovisiones, que también responde a la defensa de interés.
Ahora el Plebiscito impulsado desde el movimiento social, -con el respaldo de algunos partidos y sectores políticos-, se impuso y ocupa la escena de la contienda electoral con una fuerza que muchos no imaginaban. Obligando a intensificar fuertes y bien financiados operativos, de detracción, en base a falacias, a la MENTIRA, a la generación del miedo, al recurso a lo primario de un sentido común conservador. La burguesía demuestra en esta ocasión que posee consciencia de clase, que es lucida en la defensa de sus intereses y en avanzar sus potencialidades de clase. También han aparecido quienes desde el campo popular, coadyuvan, facilitan la reacción burguesa. Lo hacen al amparo de una pretendida preeminencia del saber tecnocrático, de la razonabilidad para ejercer el gobierno, para muchos ellos para gestionar el statu quo económico social, pero también lo hacen impulsados por la intención y el deseo de hacer parte del establishment gobernante.
No con satisfacción, nos vemos obligados a reconocer que no existen diferencias sustanciales en la línea argumental entre los detractores del Plebiscito, provengan de las derechas o del progresismo.
Un elemento que da lugar a la convergencia de facto, es nada más ni nada menos que el botín que significa los fondos de las AFAPs para su direccionamiento al financiamiento supletorio de las acciones gubernamentales. Así es están conteste en que el dinero de los trabajadores sirva para colocar (fácilmente, con rapidez y éxito) la deuda pública y financiar la obra pública infraestructural, sin dejar de apalancar la inversión privada (Ta-Ta, UPM, Corporación Vial.etc).
La cruzada por la Enmienda Constitucional está planteada, ahora ingresa en momentos decisivos, es una lucha desigual entre los poderosos y los de abajo. Nazario Pedreira, un gran campeón del pedal, dirigente sindical, cooperativas, hombre de izquierda por antonomasia, lo expreso con meridiana claridad, cuando en un mitin del FA en Trinidad definió al SI, como el plebiscito de abajo y desde abajo.
Esa fórmula sintetiza magníficamente en lo que estamos, porque alude directa y llanamente a la manera que viene desarrollándose la movilización, sin recursos materiales, apoyada en la metodológica propia del movimiento popular, atesorada en su historial de luchas.
Los niveles de movilización son importantes y sorprendentes, pero falta mucho mas, hay que hacer frente a grandes desafíos, resolver enormes problemas logísticos. La papeleta debe llegar a quienes quieren votarla, sabiendo que no habrá ensobrado generalizado por parte de los grupos y partidos políticos. Habrá que seguir informando, persuadiendo, convenciendo bajo el aguacero de un fuego nutrido, que viene de dos flancos (derechas y algunos progresistas).
Arriba hay preocupación por el plebiscito, que se refleja la ofensiva desencadena, sabiendo todavía aún tienen carne para poner en asador, por ellos se reúnen para pensar en la mitigación de los efectos nefastos que tendría un triunfo del SI; en paralelo consultoras internaciones de renombre y analistas de fuste, dicen lo mismo y siembran la incertidumbre.
La batalla está lejos de ser ganada, no es tarea fácil, pero esta vez la victoria no es una quimera, existen las condiciones para concretarla, debemos extremarnos actuando, obrando para hacerla efectivas.
A esta altura sabemos bien a quienes beneficia el SI, a la inmensa mayoría de los trabajadores y trabajadores, por supuesto, a ese medio millón de 25.000 pesistas, a los 308.000 pasivos que reciben prestaciones inferiores al salario mínimo. También se pueden con facilidad reconocer a los perjudicados, que son los que defienden sus entornos privilegiados con uñas y dientes, que no son otros que: los que reciben fondos de las AFAPs, el agro negocio, el sector exportador, la industria y promotores de la construcción, los altos salarios (donde se incluyen los parlamentarios, cargos políticos y los estamentos de alta gerencia), todos quienes vía AFAPs logran sortear los topes jubilatorios, quienes tienen expectativa de ocupar el gobierno y cuentan con disponer de la caja chica de los fondos de las AFAps.
Desde CLARIDAD renovamos con determinación y convicción nuestro pleno apoyo a esta batalla que libraremos el 27 de octubre a favor del Plebiscito de abajo y desde abajo.