CARTA ABIERTA A 111 COMPAÑEROS VINCULADOS AL AREA DE ECONOMIA DEL FRENTE AMPLIO

 

De Carlos Viera

Me dirijo a ustedes, estimados compañeros, con mucho de los cuales, hemos aunado esfuerzos en la Comisión de Programa del FA, para abrir camino a una alternativa real, de izquierda, en su expresión programática del área económica.

A los compañeros de ruta en el primer gobierno del FA, con los cuales nos mancomunó la difícil tarea de recomponer el equilibrio macroeconómico y a la vez generar el espacio para un mayor gasto social, cuando recibimos un país con 97% de deuda externa sobre el PBI y 39% de pobreza.

Como frenteamplista me siento interpelado por las expresiones vertidas en el documento publicado y, con el mayor de los respetos, me siento en la obligación de expresar mi discrepancia con muchas de ellas.

Parto de la base que coincidimos en que el cuidado por los equilibrios macroeconómicos es condición necesaria para logar el objetivo de crecimiento económico con redistribución del ingreso. Asimismo, en clave de izquierda, que no podemos perder de vista que lo primero es instrumento para el logro del objetivo, nunca a la inversa.

Me sorprende el énfasis puesto en rebatir la iniciativa popular, posicionamiento que considero surge de un abordaje del tema muy parcial y sesgado hacia el largo plazo. Mi evaluación económica centrada en el BPS, no debiera distar mucho de la que supongo ustedes realizaron. Transcurridos 28 años desde su implantación, el régimen mixto fracasó en sus dos objetivos: la cobertura complementaria por las AFAP es insatisfactoria y en el tramo BPS sufre una reducción; las finanzas públicas, lejos de mejorar, empeoraron, porque así lo impone el importante incremento del gasto en el periodo de transición. Evaluando el proyecto a través del resultado financiero del BPS, introduciendo la alternativa de no existencia de las AFAP, no tendríamos un resultado dramático, ya que sin AFAP las finanzas estarían equilibradas. Es constatable que la reforma del 2023 no se basó en la evaluación de lo actuado desde la reforma de 1995, ya que refuerza los mismos fallidos conceptos. Por su parte esta iniciativa popular reacciona para cambiar el rumbo y hace a la defensa de derechos, a la redistribución del ingreso y al concepto de no lucro en la seguridad social. Desde mi punto de vista, no estamos ante una propuesta desmedida.

Considero que incurren en un grave error cuando dejan entrever que la propuesta que se plebiscita no tiene financiamiento y que promete algo impagable. Omiten decir que se refieren a lo que podría suceder en el año 2045. Omiten decir que, en el corto y mediano plazo, de acá a 15 años, al cesar las transferencias a las AFAP, el BPS no necesitaría asistencia financiera, aun cuando de los 1,7 puntos del PBI rescatados, 0,6 se apliquen al ajuste de las pasividades mínimas al salario mínimo. El aumento gradual en el pago de prestaciones mejoradas al retomar el nivel BPS, se asimilaría con el también retorno gradual de los fondos previsionales que acumulan las AFAP, que, como se sabe, totalizaban 22.500 millones de dólares al año 2022, pudiéndose estimar que alcanzarán 25.500 millones de dólares al finalizar el año en curso.

Por lo tanto, seamos claros, de aprobarse el Plebiscito, en los próximos 15 años la gente no tiene que temer ni por un déficit de U$S 4.000 millones en el BPS, ni por un aumento de 13 puntos en la tasa del IVA.

En aras de la transparencia, digamos también que el desmantelamiento del régimen AFAP que implica la aprobación del Plebiscito es de imperiosa necesidad fiscal en el corto plazo. Porque lo que sí nos debiera concitar alarma es la presión sobre el gasto público ocasionada por el aumento de la asistencia financiera al BPS como contracara de las, también crecientes, transferencias anuales a las AFAP.  Estas se situaban en 1,7% del PBI al año 2022. Y la preocupación debiera de ser mayor si se repara que la reforma del año 2023 acrecienta notoriamente esa cifra al extender el régimen a todo BPS y cajas paraestatales. La transición de un sistema a otro, es fiscalmente insostenible. Conduce al deterioro considerable de las finanzas públicas ya que absorberá recursos y/o obligará a reducir otros gastos y, a menos que nos pleguemos al también fallido argumento de la ineficiencia en el gasto, los próximos gobiernos, les guste o no, tendrán que decirle a la gente que reclama por más gasto social: ‘’no hay plata, ni eso se puede’’.

En el corto plazo, de aprobarse el plebiscito, ese efecto perverso se convierte en efecto virtuoso. Los partidarios del SI asumimos responsablemente esta conclusión.

Consideremos entonces los argumentos que refieren al largo plazo.

El documento avala las conclusiones del modelo predictivo, según el cual el plebiscito introduce, desde 2045 en adelante, una notoria insostenibilidad financiera. Me permito señalar que es ver sólo una parte del problema. El triunfo del SI, al tiempo que efectivamente demandaría otro diseño financiero (el déficit fiscal no es admisible) pero también terminaría con el ajuste regresivo de las pasividades en ambos pilares, que habría plasmado un mal equilibrio entre estabilidad financiera y cobertura suficiente.

Tampoco concuerdo que se descalifique la propuesta al afirmarse que no soluciona los problemas de la seguridad social, entre ellos el de la baja densidad de cotización. Se le está atribuyendo un objetivo que no pretende, lo deja para la ley, sólo establece bases mínimas y amplía el plazo para su discusión.

Admitir la hipótesis de números catastróficos en caso del triunfo del SI, supone que no habría una nueva ley de seguridad social surgida del diálogo y que innovase en las fuentes de financiamiento, tal como se expresa en el Programa del FA. O sea, supone que no ganará el FA.

Además, no es posible discutir el largo plazo solo para la seguridad social. En todo caso prefiero pensar el largo plazo como una secuencia de cortos plazos. Y les pregunto: ¿la postergación de gastos sociales prioritarios, no afectará críticamente el escenario macroeconómico en el largo plazo? ¿no estaremos eligiendo la peor de las alternativas, potenciando un déficit total del sector público que, impulsado por este motivo y por los intereses de la deuda, hoy ya llega al 4,3% del PBI?

Además, es altamente improbable que un estudio actuarial nos proporcione una foto siquiera aproximada a la realidad del 2045. Al contexto de incertidumbre internacional, cabio tecnológico, cambio climático, habría que agregar la incidencia de las políticas públicas, porque sostenemos que el mercado no lo puede todo. A modo de ejemplo, viene al caso que las proyecciones que respaldaron la reforma de 1995, no se cumplieron en absoluto. Como frenteamplistas nos cabe destacar que, una afectación favorable, fuera de lo provisto, fue la formalización laboral que, medida por cotizantes en el BPS, aumentó 55% entre 2004 y 2019 y que ello no fue ajeno a la implantación del Sistema Nacional de Salud.

Pero más importante aún es que, criticar con subido tono la iniciativa popular por no explicitar formas tradicionales de financiación, va a contra mano con el creciente reconocimiento a nivel mundial que el modelo clásico de financiamiento no garantizará la sostenibilidad de ningún sistema previsional, a menos que se introduzca el cambio tecnológico en la ecuación.

En suma, el plebiscito invita a reflexionar a todos, pero especialmente a los economistas, si el país puede continuar dándose el lujo de seguir haciendo un considerable esfuerzo fiscal para generar un ahorro de U$S 1300 millones anuales en vez de aplicar, desde ya, recursos hacia programas sociales.

Por último, compañeros, creo entender que del espíritu del Manifiesto y de los dichos de algunos referentes, se reivindica la existencia de las AFAP. Mi inquietud entonces es como se compatibiliza tal opinión con lo expresado en el programa del FA: ‘’Fortalecer y potenciar un sistema multipolar con tres componentes: solidario (no contributivo), de reparto intergeneracional (contributivo) y de ahorro (no lucrativo), transformando el funcionamiento actual del sistema AFAP, asignando un rol central al Estado en su organización y supervisión.’’

En ninguno de los tres pilares tendrían cabida las AFAP. En el primer pilar no porque es no contributivo, en el segundo tampoco, porque es de reparto y en el tercero podrían caber pero lo dicho en el paréntesis ‘’(no lucrativo)’’ las descarta. Opino que concretar la eliminación de las AFAP por ley sería por lo menos más complicado que hacerlo por la voluntad del soberano. 

Concluyendo. De aprobarse el texto de la papeleta se podría satisfacer una demanda justa, muy sentida como necesaria y moderada; se podría detener la aventura del ahorro forzoso con costo fiscal muy alto en el corto y mediano plazo para obtener beneficios muy vidriosos hacia el muy largo plazo; el espacio fiscal actualmente absorbido por la elevada y creciente  asistencia al BPS, se libraría inmediatamente, no al cabo de 50 años, para aplicar recursos a políticas sociales prioritarias; se obtendrían un tiempo valiosísimo para repensar integralmente la seguridad social; la eliminación de las AFAP sería más compatible que vuestro manifiesto con lo dispuesto en el programa del FA. Entonces, ¿por qué en vez de visualizar un problema, no visualizamos una oportunidad para el próximo gobierno?

Ec Carlos Viera

19 de setiembre de 2024