Otra vez una cuestión de clases
Adolfo Bertoni *
¿Cómo? ¿M.O. no es profesor? Mil disculpas a los lectores y lectoras, pensé que lo era después de ver sus ínfulas el pasado 21 de junio en la diaria: “sus” palabras al servicio del statu quo y capital financiero no tienen desperdicio. Enceguecido por la soberbia arremete no contra la derecha sino contra los que estamos luchando por un cambio radical de paradigmas no solamente en la seguridad social.
A ver: empecemos recordando que al ex senador el pueblo le quitó su banca por incompetencia notoria, aunque tuvo la suerte de obtener un premio consuelo1 al ser designado como director en el Banco de Seguros del Estado. Ahora salió con los tapones en alto a darnos una cátedra acerca de lo que es ser de izquierda.
Por lo tanto, arrancó mal, porque un ser verdaderamente de izquierda lo primero que hace es no subirse a una tarima de sabelotodo, y se pone a hablar con los demás como lo que son: verdaderos iguales. En cambio, muy lejos de la humildad, M.O. se para como sabihondo, aunque lo sea solamente en sus sueños… por autoconvencimiento narcisista.
Acostumbrado a pasear entre distintos sectores del Frente Amplio, el tipo nos pasea por un montón de autores que muy probablemente no se merezcan que los use para vestir un discurso que es lo que es: profundamente reaccionario. Porque -como parte de lo señalado anteriormente- entre compañeros de izquierda lo que debe primar es el más profundo respeto, la más profunda comprensión de los argumentos del otro u otra… y no la descalificación típica de un compadrito. Quien así lo hace juega objetivamente en contra del avance de los pueblos por más que gargantee pretendiendo hacer lo contrario.
Intentando comprenderlo, tal vez ya esté sangrando por la herida, y esté buscando desesperadamente ubicarse en algún “nicho de mercado ocupacional” en el próximo gobierno, gane o pierda el Frente Amplio, porque las probabilidades de que vuelva a ocupar un lugar en el parlamento casi seguramente estén clausuradas de por vida por la sabia voluntad popular. Porque, en realidad: ¿quién lo conoce a Otheguy? ¿Es un cuadro político con alguna proyección en la opinión pública? No.
La pretendida fundamentación de quien se ha descarriado
Ser de izquierda, en verdad, es también entre otras tantas cosas, ponernos como obligación saber algo de lo que hablamos. Toda persona tiene todo el derecho del mundo a opinar. Pero para escribir sobre un tema, a lo mínimo que tenemos que auto obligarnos antes de hacerlo, es a estudiar por lo menos sus aspectos principales para recién después pretender publicar algo que sea bastante más que un pobre artículo “de opinión”.
Pues bien, el señor Otheguy escribe una nota de 1.139 palabras para denostarnos a quienes promovemos y defendemos el plebiscito de la seguridad social2, pero de este tema solo habla 49 palabras para decirnos una enorme novedad: que la ley que votó el gobierno es mala y que habrá que cambiarla… pero no nos dice cuándo, cómo, y en qué cosas más o menos fundamentales debe cambiarse. (Lo que es seguro es que M.O. a las AFAP no las tocará).
A medida que avanza su nota comprobamos que Otheguy no se caracteriza por esforzarse mucho, y lo que hace es repetir al pie de la letra cada uno de los argumentos de la derecha vernácula e internacional que hace 28 años nos impuso las AFAP y votó una ley nefasta que se fortaleció con otra aprobada el año pasado: especialmente nos hace subir a la nave espacial que el poder ha construido para llevarnos al año 2050 y al 2100, sin una pizca de conciencia crítica de su parte. (Obsérvese que le estoy reclamando “una pizca”: no le estoy pidiendo que asuma hasta los huesos una actitud plena y agudamente crítica, como debe ser si se pretender ser un hombre de cambio).
La deriva ideológica o un haragán recorte y pego
Otheguy parece ser especialista en hacer con sus lecturas lo que no debe hacerse: recortarlas y pegarlas sin agregarles valor alguno. Así, nos muestra cuánto ha leído (Mark Fisher, Stuart Hall, Gibson Graham -que a su vez cita a Wendy Brown, quien a su vez parafrasea al inolvidable Walter Benjamin- y para redondear su clase doctoral nos remite ¡hasta al mismísimo Sigmund Freud!3).
Pero sobre el tema que nos ocupa lo que realmente hace es visitar como turista algunos tópicos conocidos: insiste con el lamentable concepto de “pobreza infantil” como si los pobres fueran los niños y las niñas y no los hogares en los que nacen. Y, al insistir en este tema, repite y promueve la basura de algunos sectores de la derecha: el enfrentamiento entre abuelos y abuelas con nietos y nietas, entre padres y madres con hijos e hijas, olvidando que los primeros suelen ayudar -a veces mucho- a los más chicos.
Y hace mutis por el foro con uno de los hechos significativos del triunfo del SÍ en el plebiscito: al aumentar las pasividades mínimas, uno de los objetivos es precisamente reducir la pobreza no solamente de los mayores sino de los hogares en que viven niños y niñas, estando probado que en muchos de ellos el 40% de los ingresos provienen de la existencia de alguna pasividad en el núcleo familiar. Pero claro, en su ignorancia y cegado una vez más por su soberbia, el “catedrático” no dice una sola palabra sobre este hecho clave y en más de un sentido determinante de otros.
Distintas ignorancias de M.O. que asombran
El hombre repite como loro el pronóstico de los que no son capaces de imaginar un escenario radicalmente distinto al del que ha provocado el “Régimen Mixto”, a raíz de la existencia de las AFAP. Así, se come nada más y nada menos que, al eliminarlas, el BPS recuperará anualmente 1.460 millones de dólares, mientras que con el aumento de las pasividades mínimas “gastará” -como máximo- 1.038 millones. (De acuerdo a estudios e interpretaciones jurídicas en poder de los compañeros y compañeras del Comando de la campaña, este último número puede llegar a ser bastante menor, por lo que el saldo a favor del BPS será significativamente mayor).
Si esto es así, no caben dudas que, al reducirse la Asistencia Financiera del Estado al BPS en esas cifras, todo ese dinero puede redirigirse ¡ya en el año que viene! a completar el ataque a la pobreza con foco en los hogares con menores a cargo y, muy probablemente, si se quiere, a ir fortaleciendo el sistema de cuidados, o mejorando los presupuestos de la educación y la salud públicas.
Insiste luego con el hecho que personalmente y muchos otros compañeros y compañeras de ATSS y el movimiento sindical, venimos denunciando desde hace años: que un gran número de trabajadores y trabajadoras no reúnen los 30 años de trabajo “registrados” (porque que la inmensa mayoría sí los tiene efectivamente trabajados no hay dudas). Al repetir esta presunta “argumentación” de M.O. -y si hiciéramos un razonamiento medianamente lógico- la edad de jubilación debería entonces subirse a los 68, 69 o 71 años.
Pero no es así. Primero, Otheguy, como unos cuantos que han sido y son gobernantes, no ha hecho nada o ha hecho muy poco por mejorar este serio problema, que no es del sistema de seguridad social sino del modelo económico y de sociedad imperante que necesita a la informalidad como parte esencial de ese modelo como una de sus condiciones de existencia. Y segundo, el escribir en la Constitución los 60 y 30 como causal común, no impide en absoluto que por ley se puedan establecer otras causales especiales (como en parte se hizo en la Ley de flexibilización de pasividades del 2008).
Arremete luego con una pretendida munición gruesa, y nos habla de “nostalgia” del Estado de Bienestar, de “melancolía de izquierda” y “crisis de la izquierda” -repitiendo a aquellos otros por supuesto- y agrega que “el principal problema de la izquierda es su falta de imaginación para pensar los desafíos contemporáneos (…) una [nuestra] postura que lleva a que el apego a una identidad, o a que los análisis políticos abrazados en el pasado terminen siendo más fuertes que el interés en las posibilidades actuales de movilizarse, construir alianzas que permitan transformaciones de envergadura en el presente” para recomendarnos al final que “hagamos el duelo y lo superemos”. (Dice otras cosas más, como en toda la nota parado desde su tarima).
Pues bien. Debo decir como primera observación que me provoca un poco de risa que Otheguy nos hable de “movilizarse”: en más de 46 años de lucha social y política -sólo ocasionalmente partidaria- nunca escuché su nombre… hasta que apareció como Senador de la República a la sombra de la figura rutilante de entonces: Raúl Sendic hijo. (Pido disculpas si estoy equivocado, pero no me consta que Otheguy se haya destacado por su combatividad en algún ámbito en particular).
Y como observación general -fundamental desde una perspectiva de cambios superadora de la desigual realidad que nos circunda- debo señalar que no existe mayor y mejor alianza que una mayoría del pueblo unida y luchando por imponer cambios a través de un mecanismo de democracia directa que tal vez sean los que más le molestan a Otheguy: cambios verdaderamente radicales que golpean a uno de los aspectos claves del modelo vigente (las AFAP) y que volverían a ponernos en un camino que tenga como objetivo inocultable el dar vuelta la taba. Si así fuera, muy probablemente, el que deberá hacer el duelo es él y no nosotros.
Artigas en los dichos, pero: ¿y en el corazón?
Para finalizar su nota, acudió a nuestro prócer para volver a repetir su inicio: que los más infelices deben ser los más privilegiados. La pregunta, la gran pregunta es: “¿Marcos: te parece que es así que alcanzaremos ese objetivo?” Porque dando clases de izquierdismo y dividiendo al campo popular se puede conducir a cualquier lado menos a lograr el necesario objetivo artiguista y se termina haciéndole el juego a la clase dominante (¡perdón por mencionarla: no puedo con mi nostalgia, no del pasado sino de un futuro mejor!).
Tal vez, para no ser menos, uno deba terminar esta nota tirándole por la cabeza con una profunda sentencia de Artigas, refiriéndose a su enemigo Sarratea4: “Por más que maquinen los descontentos hallarán en nuestra constancia el antemural de sus insidias y en nuestro heroísmo su último desengaño”. 5
*Ex presidente de ATSS
1 Aunque sea triste, una de las cosas en las que el FA, a veces, se ha parecido a los llamados partidos tradicionales es en sus peores prácticas por todos conocidas: “¿perdiste la banca? No te preocupes que tengo este carguito para darte”.
2 Antes, cuando ocupó cargos en los equipos económicos, y en sus años de senador no recuerdo que haya abierto la boca o escrito alguna línea acerca de la situación de la seguridad social en el Uruguay, ni que haya presentado algún proyecto de ley para mejorar la situación de la infancia. Estuvo mucho más preocupado en desenredar la pata del lazo luego del “caso Sendic”, intentando dar una voltereta y caer parado como un gato luego de los hechos ocurridos muy lamentablemente.
3 Tal vez copiando dichos mal aprendidos en su probablemente muy, pero muy, largo-largo-largo psicoanálisis.
4 Que reunía algunas condiciones que parecen adornar a Otheguy: intrigante, soberbio, sinuoso, y despectivo.
5 Citado por Ismael Blanco, mediomundo.uy, 21 de marzo de 2022.